La igualdad en la historia
Gabriel Boragina

Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas. Egresado de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas). Autor de numerosos libros, entre ellos: La credulidad, La democracia, Socialismo y Capitalismo, La teoría del mito social, Apuntes sobre filosofía política y económica, etc. como sus obras más vendidas.



La declamación política de la igualdad jurídica –por una parte- y su manifestación contraria en el campo de los hechos –por la opuesta- no es, en verdad, algo novedoso, ni privativo de los tiempos modernos. Por el contrario, es asunto que se remonta muy atrás en la historia. 

Comencemos con el antiguo Egipto:

"Según Sánchez Viarnonte, al dividir la historia política de Egipto, considera en el tercer período (del 3400 a 2200 a. C.), especialmente al final del mismo, el apogeo de la monarquía y en ella la consolidación de un principio igualitario en el derecho público, sosteniendo que "ante la ley, todos los egipcios son iguales en derecho, No hay nobles ni esclavos, aunque el Estado utiliza los prisioneros de guerra para la construcción de carreteras, o para trabajar en los dominios de la corona". "La familia -sigue diciendo-reposa sobre la igualdad jurídica de los cónyuges"[1]

Esa supuesta "consolidación" debió darse en el terreno de la letra de la ley, tal como ocurre en nuestros días también, en donde prácticamente todas las constituciones políticas del mundo proclaman la "consolidación" del mismo principio, en tanto que simultánea o posteriormente, se dictan una pléyade de leyes que consagran privilegios, prebendas y prerrogativas regias a determinado grupos o personas individuales, al tiempo que se les niega a otros. Así, bastaba el simple expediente de decidir quién era egipcio o quien no lo era, para estar incluido o excluido de plano en dicho hipotético régimen "igualitario", al igual que hoy, ciertos regímenes legales, como –por ejemplo- las leyes laborales, determinan quién merece o no merece ser calificado de "trabajador" para gozar o no de sus "beneficios", excluyendo de ellos a quienes -según esas mismas leyes- no disfrutan de "créditos" suficientes como para ser meritorios de tal etiqueta.

"Pero lentamente la monarquía se va caracterizando por un fuerte absolutismo, apoyado por la clase sacerdotal que se convierte por último en una oligarquía privilegiada, e integrada también por grandes funcionarios administrativos -visires- especie de nobleza que va acaparando beneficios y privilegios e inmunidades. "En adelante, la población se compondrá de nobles privilegiados y de vasallos que dependen de su dueño o señor a título perpetuo, y que se transforman en siervos". "La inmunidad fiscal de que gozaban los nobles hizo recaer todo el peso del impuesto sobre los pequeños poseedores, los cuales arruinados y endeudados, se ven en la necesidad de vender sus tierras a los grandes propietarios, cuando no son despojados de ellas" (9)."[2]

Dado que el poder tiende a concentrarse en el corto, mediano o largo plazo, el fenómeno no puede llamar la atención de nadie que no esté atento a lo que acontezca su alrededor. Porque, salvando las diferencias históricas y contextuales del caso, el esquema corriente de nuestros días es -en esencia- similar: el poder político indefectiblemente tiende a crecer y absorber al económico, y la explotación que el estado-nación moderno ejerce sobre sus súbditos contribuyentes al exprimirlos con impuestos, sólo en las formas y modos difiere a la que se describe como sucedida en el antiguo Egipto. La pretérita nobleza se esconde actualmente entre los partidos políticos que normalmente acceden al poder o se turnan en el mismo. A los otrora vasallos ahora se les llama "contribuyentes" que si lo son, es únicamente por la fuerza de la ley, pero no por la razón de ella. Ya que la ley injusta no es propiamente ley, aunque técnicamente se la designe así.

"Siguiendo con la evolución política y social de Egipto, entre los años 2360 y 2180 a. C. corre un período de verdadera revolución social, documentada por algunas piezas arqueológicas halladas, que demuestran un grado de subversión tal en la organización social y política del pueblo egipcio, que da la impresión que todo se hubiera transformado y pervertido. A ese descalabro sigue el advenimiento de la monarquía tebana que organiza un gobierno centralista, apoyado por una clase formada por funcionarios y togados, impulsándose la actividad comercial como base de la expansión y del progreso, aflorando también principios místicos en el culto al Dios Osiris, que trae una igualdad de los hombres ante el Dios, y un sentimiento piadoso que impulsa hacia las grandes peregrinaciones al célebre templo de Osiris en Abydos."[3]

Este párrafo es bien curioso. Parece que el autor opone a la supuesta transformación y perversión en la "organización social y política del pueblo egipcio" "el advenimiento de la monarquía tebana que organiza un gobierno centralista". Da la impresión que la alusión al gobierno centralista como "solución" a tal hipotético "descalabro" implicaría que este último estaría representado por algún movimiento federalista (o parecido) en el seno de la sociedad egipcia. Si así fuera, llama la atención las connotaciones que el autor en examen le estaría otorgando a la supuesta revolución federalista (la que tilda con los epítetos de subversión, perversión, descalabro). 

Hay un claro tufillo estatista en el comentario citado. Los términos elogiosos, el autor los dedica a la monarquía centralista, a funcionarios y togados. Es decir, a elementos políticos, no civiles. Lo único positivo del comentario estaría representado por el impulso a "la actividad comercial como base de la expansión y del progreso", pero nos quedará la duda de a quien o quienes beneficiaba ese comercio, si exclusivamente a los nobles o (lo más difícil) al resto del pueblo. Es frecuente aludir en la historia al "progreso" en general, pero cuando se indaga más a fondo, con esta palabra se quiere -en realidad- significar a menudo la construcción de obras monumentales, ministerios fastuosos, de templos o ídolos, o palacios, o fortalezas descomunales y bien armadas, flotas provistas para el combate naval, (o, mas modernamente, aéreo), obas de ingeniería militar, o a ridículas competencias inter-estados como la tristemente célebre "carrera espacial" otrora llevada entre los EEUU y la URSS, "emprendimientos" estales de los mas inútiles, costosos en millones de dólares y llevados a cabo sólo para masajear el ego de los burócratas encaramados en el poder de esos y otros tantos países. Hay gente que se refiere a todo esto como "progreso" lo que nada tiene que ver con nuestra idea de tal cosa.


[1] Dr. Antonio Castagno. Enciclopedia Jurídica OMEBA Tomo 14 letra I Grupo 02. Voz "igualdad".
[2] Castagno, A. Enciclopedia....Ob. cit. Voz "igualdad".
[3] Castagno, A. Enciclopedia....Ob. cit. Voz "igualdad".
 

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