Occidente y la libertad
Armando Ribas
Abogado, profesor de Filosofía Política, periodista,
escritor e investigador. Nació en Cuba en 1932, y se graduó en Derecho en la
Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. En 1960 obtuvo un
master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas,
Texas. Llegó a la Argentina en 1960. Se entusiasmó al encontrar un país de
habla hispana que, gracias a la Constitución de 1853, en medio siglo se había
convertido en el octavo país del mundo.
En un reciente artículo publicado por el
CATO Richard Epstein estableció un
principio que considero fundamental para entender la situación que enfrenta
Occidente en la actualidad. Allí dijo: “Los principios encarnados en la clásica
constitución liberal, no son aquellos que operan solo en esta o en aquella era.
Son los principios para las eras”. Puedo añadir entonces que las ideas no son
válidas por las razones que las provocaron en determinadas circunstancias, sino
por la validez universal de las mismas.
La historia universal muestra los errores
cometidos en la evolución de la misma, no obstante los valores personales de
quienes en una u otra circunstancia los decidieron. Entre las guerras y la
naturaleza el mundo vivió por siglos en condiciones que hoy se ignoran. Como
bien dijo William Bernstein en su obra “The Birth of Plenty”: “Hasta hace unos
doscientos años el mundo vivía como vivía Jesucristo”. Pero la realidad que
vivimos hoy, fundamentalmente en el orden político y filosófico es que se
ignoran los principios que determinaron ese cambio sideral en la historia.
Hoy la preocupación que reina en el mundo,
parece concentrarse en la figura ciclópea de Donald Trump, su política y sus
actitudes aparentemente sin precedentes en la historia americana. Pero no tengo
dudas de que los problemas que se enfrentan en nuestro mundo llamado Occidental
trascienden la problemática causada por Trump. Al respecto podemos referirnos
inicialmente al hecho de que la supuesta defensa de la naturaleza, encarnada en
el recalentamiento global, pretende culpar al sistema que creó nuestro mundo
occidental.
En ese supuesto se ignoran las sabias
palabras de Protágoras que dijo: “Los hombres son la medida de todas las cosas,
de las que son que son y de las que no son que no son”. O sea de los aciertos y
los errores. Y a mi juicio la guerra fue un factor determinante en gran medida
de la pobreza y de la muerte en el mundo. Por supuesto tampoco podemos ignorar
que la naturaleza determinaba que por siglos los hombres no vivían más de 40
años. Pero no podemos olvidar que en la guerra de los Treinta Años murió la
mitad de la población de Europa. Y en ese tiempo tal como lo considerara Hegel,
“la guerra era el momento ético de la sociedad”. Por ello se despreciaba el
comercio tal como lo señalara Kant, por hacerse por interés y todo lo que no se
hacía por deber era inmoral.
Pasando por esa ética bélica el mundo Occidental
llegó al siglo XX con la Segunda Guerra Mundial en la que murieron 50 millones
de personas. Y como había escrito Montesquieu en Las Cartas Persas los
musulmanes decían que los cristianos eran los que más se mataban entre ellos. Igualmente
hasta el siglo XX enfrentamos la alternativa del totalitarismo entre el
comunismo y el nazismo. Hoy esa situación se ha superado, pero Marx está
presente vía Eduard Bernstein que en su disputa con Lenin escribió que al
socialismo se podía llegar sin revolución y democráticamente. A los hechos me
remito.
Al respecto Mark Blyth escribió en Foreign Affairs “Capitalismo en
Crisis”. Y allí resaltó el aparente antagonismo entre la democracia y el
capitalismo. En primer lugar debo insistir en que capitalismo es una errónea
denominación del sistema que conforme a lo dicho por Epstein es el Rule of Law.
Por tanto la crisis del sistema se debe a la práctica imposibilidad de su
implementación. Así Blyth dice: “Como la desigualdad ha aumentado y los
salarios reales se han estancado… la población está menos dispuesta a aceptar
el costo del ajuste a su suerte”. Pero se ignora que la desigualdad no es
consecuencia del capitalismo, sino que ha sido el reconocimiento de la
desigualdad humana. Y por supuesto me niego a aceptar que el capitalismo impera
en la Unión Europea, donde reina la izquierda socialista.
En otro artículo del Foreign Affairs,
Andrew Moravcsik escribió “Europe’s Ugly Future”, donde destaca las
consecuencias del Euro. O sea de tener una moneda común entre países que tienen
políticas monetarias y fiscales independientes, y no pueden ajustar su tipo de
cambio. Por ello es Alemania la que se beneficia pues como dice el autor la
productividad alemana aumenta. Pero lamentablemente en todos estos análisis se
ignora que la causa principal de la crisis ha sido el aumento del gasto público
que ya en Francia alcanza al 57% del PBI.
Por tanto la crisis no es del capitalismo
sino del socialismo y en parte del nacionalismo que se está manifestando en la
Unión Europea y ahora en los Estados Unidos con la llegada de Trump. Como he
repetido el sistema que cambió al mundo no fue económico, la economía fue la consecuencia
del sistema ético, político y jurídico. Y cuando me refiero a la ética no estoy
hablando de moral, sino de la condición de la naturaleza humana. Por ello el
sistema implica del reconocimiento de la misma y no la pretensión de Rousseau
de crear un hombre nuevo. Al respecto David Hume escribió: “Es imposible
cambiar algo en nuestra naturaleza, el máximo que podemos hacer es cambiar
nuestra circunstancia y situación.
Esa fue la realidad en que se basó el
sistema del Rule Of Law, hoy aparentemente ignorado, inclusive por Trump. El
mismo se inició en Inglaterra con la Glorious Revolution de 1688, basada en la
ideas de Locke. Posteriormente en 1787 los pilgrims lograron la implementación institucional
de la Constitución americana, que fuera el inicio de los principios a que se
refiriera Epstein. Fue en conciencia del principio de Hume que James Madison escribió
en el Federalista: “Si los hombres fueran ángeles no sería necesario el
gobierno. Si fueran a ser gobernados por ángeles no sería necesario ningún
control al gobierno. Pero quée es el gobierno sino una administración de
hombres sobre hombres”.
Ese control al gobierno se estableció a
partir de la creación de lo que se denominó el Judicial Review. Es decir del
control del poder judicial para decir qué es la ley de conformidad con la
Constitución. La independencia de los poderes es fundamental a la libertad, y
fundamentalmente tal como lo estableciera el Juez Marshall, la función y el deber
del poder judicial de decir qué es la ley. Hoy ese principio está siendo amenazado
por Trump, que descalifica a los jueces que han determinado la
inconstitucionalidad del decreto que impide la inmigración de los musulmanes. Y
el factor fundamental es el respeto por los derechos individuales a la vida, la
libertad, la propiedad y el derecho a la búsqueda de la felicidad. Como bien
dijera Locke el derecho a la búsqueda de la felicidad es el principio fundamental de la libertad.
En el período 2000-2016 las tasas de
crecimiento económico cayeron verticalmente. Y ello se debió a la socialización
de la economía en virtud del aumento del gasto público. A pesar de ello la
izquierda sigue apropiada de la ética en virtud de la falacia de la desigualdad
creada por el capitalismo. Por ello la crisis de la supuesta crisis del
capitalismo se genera en la creciente imposibilidad de implementar el Rule of
Law en nombre de la virtud de la social democracia. Así las noticias que llegan
de Europa es que cada vez más los partidos socialistas y nacionalistas tienen
mayor vigencia política. Populismo de izquierda y de derecha.
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