La metáfora del iceberg y la Argentina

José Verón
Se ha dedicado a investigar en las ciencias sociales, especialmente en el derecho, la economía, la administración, la psicología social y el periodismo. Su actividad principal es la docencia, en la que ejerce desde 1997, y la mediación, desde 2002.
En
los estudios manageriales y de psicología social y aplicada es frecuente oír
mencionar a la metáfora del iceberg.
Que constituye un instrumento conceptual de significativo valor e importancia
para esta tipología de perspectivas teóricas.
Esta metáfora del iceberg alude, en lo fundamental, al hecho de que
suele pasar que, analizando una determinada cuestión o grupo de cuestiones o
problemáticas, se atienda o se focalice demasiado en aquello que se ve o se
puede ver, de manera más o menos lisa y llana; aquello que, como en un iceberg,
“sale a la superficie” o es visible
con facilidad; pero no teniendo tal vez en cuenta que, lo real y la realidad de
las cosas, es mucho más profunda y amplia y, en general, pasa que “no se la
ve”, o al menos no es tan visible con facilidad, no se la ve en su totalidad,
porque está, como en un iceberg, “por
debajo de la línea de flotación”; está lo real y la realidad de las cosas por
así decirlo oculta y no se la ve o no se la advierte con facilidad.
Las
determinantes y los condicionantes de una determinada realidad o situación, no
están, nos quisiera decir esta metáfora del iceberg, todos expuestos; hay
determinantes y condicionantes ocultos, que tienen que ver con lo que
percibimos como la “realidad”, y que en apariencia, no son fácilmente
perceptibles.
Haciéndonos pensar que, quizá, y en todo caso,
la realidad es mucho más compleja y amplia de lo que, a primera vista, y desde
lo que se divisa, pareciera.
Tal como ocurre con un iceberg, lo que se ve y lo que se divisa, de una
situación o de una realidad de cosas determinada, es bastante menos de lo que
esas situaciones o esas realidades de cosas, en verdad, “son”. Las cosas son más
complejas y no siempre podemos advertir esto con claridad y lucidez; porque no
siempre es fácilmente divisable, no siempre la totalidad de lo real y de la
realidad de las cosas y de las situaciones esta, fácilmente, “a la vista”. Por
no ir más lejos aun y postular que es, en rigor, muy difícil que esta
visibilidad y transparencia tan total se pueda dar.
Y
esta “metáfora del iceberg” tiene creemos valiosas aplicaciones y corolarios económicos e institucionales también.
En
lo económico, hay sin lugar a dudas algo de esto de la “metáfora del iceberg”.
Podemos citar, el valor y la virtud de la eficiencia,
que, los países de Europa Occidental y Norte-América no suelen descuidar en el
diseño y planificación de sus políticas públicas. Se busca la eficiencia, quizá
sin exageraciones pero, sabiéndola valor de importancia en sí misma en las
políticas públicas y en la gestión; no solo por su valor instrumental. Y esta
búsqueda de la eficiencia subyace, se puede sostener, en el más o menos
significativo éxito económico y social de estos países.
Macro-económicamente, es
posible sostener y mantener, desde una óptica no necesariamente keynesiana, que
la gestión pública macroeconómica de los países de cierto desarrollo considerable,
económico y social, es anti-cíclica y no pro-cíclica: la FED norteamericana
maneja la vital política monetaria—vital, por lo menos, para la macro de corto
plazo, y más aun, en realidad—básicamente con criterios anticíclicos, para conciliar adecuadamente los objetivos
macro fundamentales de la política macroeconómica, del crecimiento económico,
la estabilidad de precios y la creación de empleo. Más cerca, en Chile es
tradicional desde hace años el fondo económico anticíclico del cobre; mediante
el cual, con los altos excedentes y beneficios que Chile obtiene de su
liderazgo mundial en la producción y comercialización de cobre, aparta y
reserva una provisión-previsión para los años de “vacas flacas”. Y este
carácter antíciclico y no procíclico de
las gestiones públicas macroeconómicas “serias” y de seguridad jurídica, es
también otro rasgo común subyacente, a estas gestiones socio-económicas.
En
el plano institucional, hay mucho de esto de la metáfora del iceberg. Por
ejemplo, también por debajo de los brillantes estándares socio-económicos de
Suiza, Suecia o Alemania, subyace un fuerte énfasis, tanto desde el estado como
desde el sector privado, en la educación;
se estimulan las carreras docentes, hay presupuesto para educación, y se
fomenta y estimula el logro académico, entre otras directrices favorables a la
educación y la cultura. Y algo de esto, significativo para la calidad
institucional, influye, a no dudarlo, y es también otro “secreto del éxito”, de estos y de otros países.
Ya
no creamos en los “espejitos de colores”; por debajo del considerable “éxito”
de los países serios y racionales, hay toda una serie de factores económicos e
institucionales, que, tengámoslo en claro, algo tienen que ver con sus
brillantes indicadores socio—económicos; aunque no siempre estos factores sean
visibles o perceptibles con facilidad y de manera simple. Como en la metáfora
del iceberg, las cosas, por lo general, suelen ser más complejas.
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