La clave para que el Plan Maestro triunfe
Gastón Vigo Gasparotti
Representante de CONIN en Buenos Aires y coordinador de la obra "Así se combate la desnutrición", escrita en conjunto con el Dr. Albino.


El Ministerio de Educación de la Nación mostró ayer los primeros resultados de las Pruebas Aprender, realizada en 2016 en casi 31 mil escuelas de todo el país, tanto públicas como privadas. En la evaluación participaron963.470 alumnos del ciclo primario y secundario. Los resultados fueron nefastos.
 
En la primaria, el 66,8% de los alumnos no comprende textos básicos, mientras que el 41,6% tiene serios problemas para desempeñarse en cuestiones de cálculos. Por su parte, los estudiantes de 5° y 6° año del secundario no comprende tampoco un texto básico, mientras que el 70,2% no puede resolver cuentas o problemas matemáticos muy sencillos.
 
La situación es catastrófica y el Gobierno Nacional decidió lanzar lo que denominó como el Plan Maestro, con el fin generar cambios a gran escala durante los próximos 10 años. De los 108 objetivos que plantea el mismo, 11 fueron calificados por el Ministro de Educación, Esteban Bullrich, como los cimientos claves para revolucionar el sistema educativo argentino (http://www.infobae.com/sociedad/2017/03/21/las-once-claves-del-plan-maestr-que-enviara-el-gobierno-al-congreso/).
 
Estoy de acuerdo con todos. Sin embargo, de su lectura deduzco que allí falta uno y creo que es el más importante: el derecho de todo niño de expresar totalmente su potencial genético.
 
¿Qué significa esto? Preservar el cerebro de los niños en el único tiempo que es posible: los primeros 1000 días, contemplados desde la concepción hasta los 2 años. Allí se juega el futuro de ese individuo y de la nación.
 
En palabras del Dr. Abel Albino, luchador incansable contra la desnutrición infantil, la cuestión es así: “la educación es una semilla maravillosa, pero toda semilla para fructificar necesita un sustrato. Y el sustrato anatomofisilógico y anatomofuncional donde se siembra la educación es un cerebro intacto, si no, no hay qué cosa educar”.
 
Desde Fundación CONIN hace décadas se venía advirtiendo de que no podríamos salir del subdesarrollo educativo, económico, cultural y social, si no cuidábamos nuestro capital humano. En esta sociedad del conocimiento, la riqueza de la Argentina reside allí.
 
¿Tenemos problemas con las matemáticas?
 
Demostremos con nuestras acciones –luego de los datos que pasaré a detallar- que los números nos conmueven y desafían al punto de que trabajaremos todos juntos para solucionar el más inmoral e inconcebible flagelo que nos aflige.
 
Hace una semana la UCA nos informó que el 48% de los niños en la franja etaria de 0 a 14 años son pobres. 600 niños nacen en esa condición cada 24 horas. Se murieron por causa de la desnutrición entre 1946 y 2009 (63 años evaluados), 120.265 personas (5 en promedio por día), de las cuales 108.231 tendrían en el presente 15 y 64 años de edad, por lo que hubiesen incrementado sustancialmente la población económicamente activa. Los 5 en promedio por día detallados, hoy ya aumentaron a 8. Para acabar con esta gigantesca patología se necesita una política de estado dispuesta  a construir 4000 Centros CONIN de Prevención para atender desnutridos leves y moderados, y 15 Hospitales para recuperar desnutridos graves. 
 
¿Seguiremos dándole la espalda a la ciencia cuando afirma que el 80% del cerebro se forma en el primer año y que dependiendo de la buena alimentación y estimulación de su primera infancia, ese niño podrá  tener un perfecto cableado neuronal? ¿Permitiremos que el lugar que uno nace siga marcando una dramática diferencia o seremos capaces de actuar con humanismo, de forma tal de tratar a ese indefenso como nuestro hijo, para que pueda tenerinterconexiones interneuronales que le den memoria, capacidad de relación, asociación y experiencia, con el fin de poder ser  educado como cualquier otro?
 
Stephen Malcolm Gillis, quien siendo Presidente Emérito de la Universidad de Rice, sentenció al mundo al decir: “hoy día, más que nunca en la historia de la humanidad, la riqueza o la pobreza de las naciones dependen de la calidad de la enseñanza universitaria”.
 
Al leerlo por primera vez me sentí impactado, porque aquí sólo un 30% de los que ingresanterminan graduándose. Pero, más fundamental todavía, ¿cuántos logran acceder a las universidades estatales y privadas? De cada 100 niños que ingresan a la escuela primaria estatal, llegarán a concluir la universidad apenas 7, mientras que en el caso de los niños que han cursado en escuelas primarias privadas se graduarán en la universidad nada menos que 33 de cada 100.Esto explica en parte por qué se produjo a partir de 2003 un hecho notable y novedoso en nuestra historia, ya que mientras entre 1996 y 2003 apenas el 20% del incremento de la matrícula total correspondía a institutos privados, a partir de 2003 nada menos que 50 de cada 100 nuevos alumnos optaron por institutos gestionados por privados.
 
¿Cómo preparamos a quienes afrontan a los 18 años su desafío escolar más determinante? Evidentemente, por culpas compartidas, lo hacemos de forma pésima: ¡del 1,1 millón de estudiantes universitarios matriculados en el 2014, 483.000 no llegaron siquiera a aprobar dos materias después de un año!
 
¿Puede la Argentina, que en el 2012 (en el 2016 quedó descalificado) ocupó  el puesto número 59 entre un total de 65 países participantes del índice PISA formar a los hombres y las mujeres del mañana para que se destaquen por su productividad y sean generadores de empleos genuinos?
 
¿No responde negativamente a mi pregunta el hecho de que tengamos 9 millones de personas que reciben algún tipo de asistencia económica del Estado Nacional?
 
¿Se prepara a los niños para que sean innovadores y creativos, capaces de lidiar con un mundo de incertidumbre que los hará transitar, según los especialistas, en promedio por 7 trabajos diferentes, de los cuales 5 aún no han sido inventados?
 
¿Podrán tener mejores salarios, quienes fueron instruidos por un sistema educativo que tiene un pésimo hándicap, en donde  la mitad de los jóvenes no termina el secundario y sólo uno de cada cuatro es capaz de comprender textos y, por ende, interpretar el diario sin necesidad de que otro lo haga por él?
 
 ¿No será que gran parte de los niños menores de 4 años (existen hoy 1.209.345 en situación de pobreza) empiezan su formación educativa con daños irreversibles producto de la desnutrición que padecieron?
 
 ¿Habrá que construir solamente más escuelas o lo prioritario debe ser ejecutar un plan de construcción de centros CONIN que permitan que desde el más pobre al más pudiente puedan llegar a su primer día de clases en iguales condiciones?
 
¿De qué nos sorprendemos cuando leemos que 44 de cada 100 estudiantes universitarios nacionales no lleguen ni siquiera a aprobar dos materias después de un año, a pesar de que un egresado de una institución pública cueste a los contribuyentes 60 mil dólares?
 
Es una cicatriz abierta comprobar cuánto hemos decaído. ¡Hoy hay 7 millones de adultos que no han terminado la secundaria! ¡Argentina no fue la séptima potencia del mundo a principios del siglo veinte por casualidad! La inédita propuesta educativa ideada por Sarmiento, jugó un rol clave. ¿Qué valor le otorgaba la generación del ochenta a la educación? Una breve reseña histórica lo responde. Nicolás Avellaneda, quien sucedió en la presidencia a Domingo Faustino Sarmiento, había sido su Ministro de Educación. Cuando a continuación asumió la autoridad máxima del país Julio Argentino Roca, los ex presidentes Sarmiento y Avellaneda ocuparon los cargos de inspector de escuelas y rector de la Universidad de Buenos Aires, respectivamente. Deseaban que el futuro fuera brillante.
 
¿Estarán los gobernantes actuales a la altura de esos estadistas?
 
La historia y el sabio tiempo, ya lo dirá.
 
 

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