¿Vientos de cambio en Venezuela?

Andrés Oppenheimer
Columnista del Miami Herald/el Nuevo Herald. Fue miembro del equipo ganador del Premio Pulitzer, y ha recibido el Premio Ortega y Gasset, Premio Rey de España y el Emmy.
Una entrevista con el líder opositor venezolano
Henrique Capriles esta semana me dejó más esperanzado que en los últimos
tiempos de que el presidente Nicolás Maduro no sea capaz de mantener
indefinidamente su dictadura de facto.
Hasta hace unas semanas, el consenso en círculos
diplomáticos era que Maduro estaba entroncado en el poder, y que sería muy
dificil restaurar la democracia, por el control de Maduro de prácticamente
todas las instituciones, la supresión de casi todos los poderes de la Asamblea
Nacional controlada por la oposición, la represion militar y las divisiones en
la oposición.
Sin embargo, la oposición ha recuperado su impulso. Una escalada de la presión diplomática internacional contra Maduro y las masivas manifestaciones provocadas por la decisión del régimen venezolano de restringir los últimos poderes que le quedaban a la Asamblea Nacional –que el gobierno tuvo que revertir bajo presión de la calle– han puesto al régimen venezolano a la defensiva. Dos jóvenes ya han muerto en las protestas, y hay cientos de heridos y detenidos.
Capriles, el gobernador del estado de Miranda y un ex
candidato presidencial que perdió contra Maduro en una cuestionable elección en
2013, fue inhabilitado la semana pasada para postularse a cargos públicos
durante 15 años.
Esto significa que Capriles –al igual que otros
líderes opositores– no podría competir contra Maduro en las elecciones de 2018.
La mayoría de ellos han sido inhabilitados bajo acusaciones falsas de
“incitación a la violencia” o “irregularidades administrativas”.
“Como consecuencia de una multa de 10 dólares, se me
impone una inhabilitación inconstitucional por 15 años”, me dijo Capriles. “Es
algo inaceptable, porque el gobierno no puede decidir quién es su oposición o
eligir a su adversario”.
Cuando le pregunté qué le hace pensar que, a
diferencia de lo que ocurrió en ocasiones anteriores, esta vez las
manifestaciones opositoras tendrán consecuencias políticas para Maduro,
Capriles señaló: “Estamos viviendo en una etapa totalmente diferente de las
anteriores”.
En primer lugar, el régimen se ha
quitado los guantes y ya no puede pretender ser una democracia. Mientras que el
fallecido presidente Hugo Chávez se ufanaba de convocar más elecciones que
nadie, Maduro ahora está cancelando las elecciones, señaló.
El pueblo venezolano sabe que le han robado su
victoria electoral de 2015, cuando ganó la mayoría de la Asamblea Nacional, y
que el régimen entre otras cosas prohibió un referendo revocatorio para el cual
la oposición había recogido las firmas requeridas por la Constitución, añadió.
En segundo lugar, el contexto internacional ha
cambiado dramáticamente contra Maduro. La Organización de los Estados
Americanos (OEA), con el apoyo de las principales democracias de la región,
envió el 3 de abril un ultimátum al régimen de Maduro para que permita “la
restauración total del orden democrático” o corra el riesgo de ser suspendido
de la comunidad diplomática regional.
No sólo la OEA, sino también las Naciones Unidas y la Unión Europea se han pronunciado, y lo han hecho en un momento en que el régimen necesita más apoyo internacional que nunca, dijo Capriles.
“Si Maduro decide aislarse, creo que saca muy mal sus
cuentas, porque aislarse significa acelerar su salida”, me dijo Capriles. “Hoy
más que nunca el gobierno venezolano depende del mundo en el tema de
financiamiento y de recursos”.
Tercero, la oposición venezolana no volverá a caer en
la trampa de un diálogo fraudulento con Maduro, dijo. “No nos vamos a volver a
dar con la misma piedra”, me dijo Capriles. Maduro ha demostrado una y otra vez
que no está dispuesto a llevar a cabo un diálogo significativo, agregó.
En cuarto lugar, la oposición está más unida, dijo
Capriles. “Casi que tendríamos que agradecerle a Maduro”, porque el “autogolpe”
del gobierno contra la Asamblea Nacional y su creciente represión “han ayudado
a dejar de lado cualquier diferencia que pudiera haber existido” entre los
líderes opositores, dijo.
Mi opinión: Maduro se enfrenta a una tormenta perfecta
por el desplome económico, la creciente presión internacional y la escalada de
protestas en Venezuela. Si se mantiene la presión regional y los líderes de la
oposición ponen de lado sus ambiciones personales y permanecen unidos,
podríamos ver un giro político en Venezuela.
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