Corea del Norte: Cabeza de Cepillo salió de su cueva
José Brechner
Analista político internacional.


Tal como le enseñó su padre Kim Jong Il, el heredero del trono comunista de Corea del Norte, Kim Jong Un, apareció en las portadas después de amenazar de muerte a los Estados Unidos y experimentar la eficacia de sus misiles de largo alcance a los que todavía le falta perfeccionar.

La táctica de mantener a su pueblo amedrentado y fiel a su mandato, con la artimaña de que los norteamericanos les quieren invadir, fue utilizada exitosamente por su progenitor, y sin duda el joven Cabeza de Cepillo le resultó un excelente alumno, que parece superarlo en brutalidad.

Los norcoreanos, que no tienen acceso a ningún medio informativo más que el canal oficial, viven en absoluta ignorancia de lo que ocurre a sus alrededores. Su gobierno se encarga de hacerles creer que son una nación poderosa, invencible, que puede combatir con quien sea. De ahí sus despampanantes desfiles y actos coreográficos.

Corea del Norte es la dictadura comunista más oscura, cruel y disciplinada del orbe. Todos los norcoreanos son miembros del ejército o trabajan para el gobierno y el ejército.

No tiene más industria que la militar, y para subsistir, depende de la comida que el estado le compra a China, la cual siempre escasea, haciendo que sus ciudadanos sean raquíticos y miles mueran de hambre. En caso de librar un combate, las fuerzas norcoreanas no tendrían cómo abastecer a sus soldados con comida ni municiones por más de tres a cinco días.

Su ejército cuenta con 1,2 millones de efectivos con equipos obsoletos. Posee 20.000 piezas de artillería, 1.000 misiles de corto y mediano alcance, 70 submarinos, más de 400 buques patrulleros equipados con cohetes, y 563 aviones de combate. Irónicamente, pese a que las botas de sus soldados se despedazan, logró fabricar una decena de bombas nucleares de bajo poder.

Ambas Coreas se encuentran técnicamente en guerra, más se restringen en sus acciones desde 1953 por un armisticio. El cese al fuego involucra a los Estados Unidos que acudió en protección de Corea del Sur con el consentimiento de la ONU, cuando fue atacada por su vecina del norte en 1950.

Seúl se encuentra apenas a 50 kilómetros de la frontera. Con 25 millones de habitantes, es la ciudad más densamente poblada del mundo. Un ataque inicial de Corea del Norte podría ser catastrófico. Pyongyang tiene alrededor de 4.000 piezas de artillería, incluidos lanzacohetes, en las alturas al norte de Seúl cercanas a la Zona de Desmilitarización.

Un ataque tradicional por tierra, implicaría el desplazamiento de cientos de miles de soldados hacia Corea del Sur para que caiga bajo el mando de Kim Jong Un. Ese fue el deseo de su abuelo. Pero lo que Cabeza de Cepillo más teme, y es lo más probable, es que, si ataca con la infantería, sus soldados deserten en el momento que crucen la frontera para irse a comer una hamburguesa.

Corea del Sur posee un ejército muchísimo más moderno y poderoso, igual que Japón y Estados Unidos, quienes están atentos a cualquier movimiento inusual del desequilibrado comunista. En caso de un ataque norcoreano, inmediatamente contratacarían sus enemigos, pulverizando al dictador.

Kim, que habla varios idiomas y viajó por Europa, pues se educó en Suiza usando un nombre falso, debe saber que no tiene posibilidades de ganar una guerra. Más eso no lo detiene, más bien lo tonifica para irradiar su ego. Es un opresor despiadado y ambicioso sin chances de nada, pero con capacidad de infringir daños mayúsculos a su gente y sus vecinos.

El juego no ha terminado. Después de varios fracasados intentos, el último misil lanzado por el tirano, fue exitoso, lo cual le envalentonó para seguir amenazando a Estados Unidos. Por lógica, tiene que ponérsele freno antes de que realmente logre emplazar bombas nucleares en sus cohetes, así no los use.

 
 

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