Inflación
Isaac Katz

Investigador y catedrático del Instituto Autónomo de México.



La inflación es, sin lugar a dudas, una de las peores distorsiones que puede haber en una economía y los costos de ésta pueden ser muy elevados. Son varios los efectos negativos se derivan de ella.
En primer lugar, la inflación causa una distorsión en los precios relativos en la economía. No existen las inflaciones "puras" es decir aquella en donde todos los precios aumentan simultáneamente a la misma tasa. Dado que los precios en los diferentes mercados de bienes, servicios y factores de la producción se ajustan a diferente velocidad y tasa, es que la inflación genera que los precios ya no reflejen la escasez relativa de bienes y factores por lo que se genera, a su vez, una distorsión en la asignación de recursos. Ello, obviamente, implica una ineficiencia y un costo social.
En segundo lugar, la misma inflación tiende a retroalimentarse a través de su efecto sobre las expectativas de inflación. Si los agentes económicos esperan que en el futuro los precios aumenten, esto puede llevar a un incremento adicional en la demanda en el presente que su vez genere una mayor inflación, por lo que las expectativas se autovalidan.
En tercer lugar, el proceso mismo de formación de expectativas de la inflación es imperfecto y ello afecta las tasas de interés en el mercado financiero. Si el público anticipara a la perfección la inflación y los mercados financieros operasen sin ningún tipo de costos de transacción, las tasas nominales de interés se ajustarían para reflejar íntegramente la mayor inflación esperada. Eso nunca sucede por lo cual las tasas reales de interés se modifican. Esto a su vez distorsiona las decisiones de ahorro —consumo y las decisiones de inversión.
Cuarto, dado que las inflaciones puras no existen y en los mercados financieros existen costos de transacción, la inflación causa que el diferencial entre las tasas reales de interés activas (el precio del crédito) y las pasivas (el premio pagado por ahorrar) se amplíe. Esto a su vez distorsiona todavía más las decisiones de ahorro y de inversión.
Quinto, dado que la inflación aumenta la incertidumbre sobre las tasas reales futuras de interés, el ahorro financiero tiende a caer y los plazos de ahorro se acortan, generando un desfase temporal entre ahorro financiero (que se vuelve de corto plazo) y el financiamiento (que naturalmente es de mediano y largo plazo). Más aun, los individuos tienden a ahorrar fuera del sistema financiero (por ejemplo en bienes raíces o en el exterior), lo que reduce la cantidad real de recursos que se pueden canalizar como crédito.
En sexto lugar, dado que aumenta la incertidumbre sobre la rentabilidad de los proyectos de inversión, ésta tiende a ser menor que si no hubiese inflación, lo cual a su vez impacta negativamente el crecimiento.
Séptimo, la inflación es un impuesto y es el impuesto más regresivo que existe. Dado que las familias de menores ingresos tienen menos posibilidades de protegerse de la inflación, ésta las afecta relativamente más. El impuesto inflacionario daña más a quienes menos tienen reduciendo en mayor medida su ingreso real disponible, por lo hace más inequitativa la distribución del ingreso.
Dado todo lo anterior, es claro que la mayor contribución que un banco central puede hacer al desarrollo económico es utilizar la política monetaria para mantener la estabilidad del nivel general de precios es decir, que la tasa de inflación sea muy baja y muy estable. Para ello se requiere conocer de teoría monetaria y fiscal, algo de magia y mucha suerte.
Este artículo fue publicado originalmente en el Asuntos Capitales (México) el 23 de mayo de 2017.
 

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