Venezuela: ¿qué te pasó?
César Yegres Guarache

Economista. MSc en Finanzas. Profesor universitario. Director Ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cumaná. Mención especial, Concurso Internacional de Ensayos: Juan Bautista Alberdi: Ideas en Acción. A 200 Años de su Nacimiento (1810-2010), organizado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


@YegresGuarache / cyegres@udo.edu.ve




En Venezuela no hubo ningún desastre natural. Ningún huracán azotó sus balancines ni las refinerías petroleras. Ningún terremoto destrozó infraestructura importante. Ningún río se desbordó. Ninguna plaga acabó con las cosechas de verduras, ni con el ganado. Nada secó los campos fértiles. Tampoco ocurrió ningún bloqueo comercial o financiero. Ni entró en un conflicto bélico directo con otro país, del cual hubiese sido bombardeado o atacado de cualquier forma. Nada de eso ocurrió.
 
Para entender lo que realmente ocurrió en esta nación al norte de América del Sur -con la potencialidad para ser una de las naciones más ricas de la región- es necesario echar un vistazo al pasado. A partir de los años de 1930 el país tuvo un crecimiento, ordenado y sostenido, con el empuje de la renta petrolera, que permitió un fabuloso proceso de movilidad social, donde cada generación de venezolanos vivía mejor que sus antecesores y se miraba al futuro con optimismo.Con el inicio de la etapa democrática en 1958 llegó una mezcla de socialdemocracia con democracia cristiana, en contraste con los radicalismos de izquierda y derecha usuales, que parecía ser la fórmula mágica y definitiva para que el país ingresara al primer mundo.
 
A mediados de la década de 1970 ocurrió un punto de inflexión en este trazado ascendente. El aumento en los precios petroleros internacionales hizo que el país recibiera un aluvión de recursos extraordinarios no generados por sus fuerzas productivas, que sólo sirvieron para alimentar los fenómenos del populismo y la concentración de poder y control sobre la economía por parte del Estado, mediante gigantescos planes industriales y de desarrollo. La década de 1980 trajo consigo un retorno a los precios anteriores del crudo y dejó al descubierto la fragilidad del modelo, ahora con un país endeudado, poco productivo y una moneda devaluada.
 
La pobreza resultante hizo que los partidos políticos que habían gobernado al país durante ese período perdieran credibilidad y los electores buscaran una opción política diferente, que reivindicara ese pasado y trajera de nuevo la prosperidad. Por algunos años, muchos creyeron que ese anhelo se había concretado. Un nuevo auge de precios petroleros elevados encontró a una Venezuela gobernada ahora por una coalición de partidos de izquierda, pero de la izquierda que no se adoptó a los nuevos tiempos y que se rige por ideas retrógradas de los peores socialismos del siglo XX, con tintes militaristas.
 
El consumo final tuvo un impulso y el bolívar pareció recuperar su poder de compra de otrora, especialmente de todo tipo de bienes importados, disfrazando un deterioro profundo de la capacidad productiva del sector privado nacional y extranjero. Un nuevo ajuste de los precios del barril de petróleo dejó en evidencia la magnitud de la tragedia y el colapso casi total de una nación. Hoy, Venezuela se encuentra en una encrucijada: caminar hacia la radicalización de ese sistema y caer en un rancio comunismo que la termine de empobrecer o, muy al contrario, huir de esta debacle, rescatando su democracia y sus libertades, al tiempo que redefine su relación con el petróleo para convertirse en una nación realmente productiva.
 
 

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