Venezuela y las próximas elecciones

Carlos Mira
Periodista. Abogado. Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
La sociedad argentina no
debería pasar por alto en las elecciones que vienen lo que está ocurriendo en
Venezuela en donde ayer, despojándose ya de toda careta de disimulo, Maduro
dijo que lo que no lograran con los votos lo harían con las armas.
Porque efectivamente es
esa la naturaleza de estos regímenes a los que la Argentina se dirigía en manos
de la señora Fernández y sus secuaces de La Cámpora: a la toma y permanencia en
el poder por el uso de las armas, que es la única legitimidad que conciben.
A estos personajes la democracia siempre les resultó urticante y una expresión de la burguesía. Ellos quieren matar, bañar en sangre, destruir a lo que etiquetan como el enemigo. No tienen ninguna intención de respetar la voluntad popular.
Sólo la usan como una
máscara cuando sus ardides calan en los pueblos y momentáneamente –aunque sea-
consiguen el refrendo de las urnas: allí si preparan todos los adornos del
disfraz para decir que no solo son la expresión de quienes los votaron sino que
son la encarnación misma de la Patria y del pueblo.
Es exactamente lo mismo que lo que el kirchnerismo intentó aquí,
que estuvo a punto de lograr y a lo que aún no ha renunciado. No tengo dudas de
que la opción armada figura entre sus opciones, como claramente se observa ahora
en Venezuela en donde la militarización del gobierno comenzó el mismo día en
que Chávez asumió la presidencia hace 18 años.
Todo ha sido moral y físicamente destruido en ese país bajo el insultante nombre de “revolución bolivariana”. Si Simón Bolívar se levantara de su tumba caería víctima de un síncope inmediato al ver como su nombre se usó para instalar un régimen de yugo y de supresión de libertades, algo que contradice aquello a lo que el prócer dedicó su vida entera.
La Argentina, al margen de que debería hacer más desde su
gobierno, para concentrar esfuerzo mundial en acabar con ese sufrimiento
venezolano, no debería tomar lo que está sucediendo allí a la ligera.
El pueblo argentino debe ser consciente que ese horizonte de resentimiento, crimen, robo, muerte, miseria y corrupción era el escenario al que se dirigía el país en manos de la banda delictiva (como lo demostró la Justicia) que gobernó al país entre 2003 y 2015.
Venezuela debería actuar
como un reflejo vivo de nuestra conciencia cuando vayamos a votar. Saber que
estuvimos a nada de meternos en esa vía que nos iba a dirigir al mismo lugar al
que los dirigió a los pobres venezolanos.
El discurso lleno de rabia
y resentimiento no debe enceguecer a quienes no están pasando un buen momento.
Esa sed de rabia es explotada inteligentemente por estos enfermos del poder que
la utilizan para sus propios fines, para enriquecerse y para convertirse en lo
que siempre han sido: dictadores que no transan con las reglas del Estado de
Derecho.
Quienes, entre nosotros, duden de ese horizonte no tienen más que
ver la Provincia de Santa Cruz, un territorio que de no haber sido por la plaga
kirchnerista debería ser de los más ricos del país y que, sin embargo, está
sumido en un caos, sin clases, son miedo, con el Estado quebrado y con una
población pobre que no vive como se merece.
Por eso el voto de octubre
debe ser un voto que recuerde todo eso, que haga memoria sobre las monumentales
estafas a que ha sido sometido el pueblo, empezando, claro está, por los que
tienen menos.
Quienes crean que Fernández les “regaló” algo deberían pensar lo caro que resultaron esos regalos y quienes tienen plena conciencia de que aquello fue la tortura más siniestra que el país haya conocido desde 1810, deberían pensar muy bien cómo dirigen su voto.
El gobierno ha especulado con la división del peronismo creyendo
que la irritante figura de Fernández metida entre los candidatos lo favorece
estratégicamente. Puede ser. Pero también es cierto que el fuerte sentimiento
antikirchnerista que hay en el país, también aparece dividido entre opciones
que, por supuesto, incluyen a los candidatos del gobierno pero que no se
limitan a ellos. El cristinismo puede dividir al peronismo, pero el
anticristinismo tampoco está unido.
Resulta obvio a esta altura que Cambiemos ha cometido errores que
han lentificado una eventual recuperación. Pero, ¿qué hubiera ocurrido si el
escenario político hubiera sido otro?
De nuevo, Venezuela debe
ser una alarma constante en la parte de atrás de nuestro cerebro. Como una
campanilla molesta pero salvadora nos debe rememorar no solo lo que podríamos
haber sido sino lo que podemos ser. Ese germen debe ser eliminado de la faz de
la tierra argentina. Y el pueblo tiene en sus manos la posibilidad de una
fumigación completa y definitiva.
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