Tecnología y ocupación
Roberto Cachanosky
Economista. Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


La realidad es que la industria manufacturera es cada vez más capital intensivo al igual que el sector agrícola
Parece mentira que habiendo tenido la experiencia de la revolución industrial, que le permitió a la gente mejorar notablemente su nivel de vida, hoy estemos debatiendo qué va a pasar con los puestos de trabajo por la revolución tecnológica que estamos transitando. Solo falta que aparezcan los luditas del siglo XXI a romper computadoras. Le recuerdo al lector que los luditas protestaban a principios del siglo XIX contra las nuevas máquinas que “destruían” el empleo, en particular en la industria textil. En Argentina tenemos un ludista siglo XXI que es Pablo Moyano ya que se opone a que los bancos envíen los resúmenes de cuenta por mail porque, argumenta el hijo del que fuera el dirigente de los camioneros, los repartidores de cartas van a tener menos trabajo.
Es cierto que en muy pocos años la tecnología ha cambiado notablemente la producción. Hay actividades que han dejado de existir y se perdieron esos puestos de trabajo, pero al mismo tiempo aparecieron otras empresas que generaron nuevos puestos de trabajo. Por ejemplo, ya no existe Blockbuster y se perdieron los puestos de trabajo, pero existe Netflix y Youtube con requiere de muchos puestos de trabajo para administrar las plataformas.
Los cajeros de los bancos dejan de ser seres humanos porque aparecieron las máquinas que reemplazan al cajero, pero también se crearon puestos de trabajo en la fabricación de esas máquinas y en el mantenimiento de las mismas.
Ya no existen los fabricantes de velas y candelabros, pero existen los fabricantes de artefactos eléctricos de luz y de lámparas para esos artefactos.
Todavía no sabemos cuántas actividades desaparecerán, cuántas cambiarán su forma de trabajar y cuántas convivirán con las nuevas tecnologías. Por ejemplo, cuando apareció el cine se pensó que desaparecía el teatro, sin embargo ambos conviven. Cuando apareció la televisión se pensaba que moría la radio, sin embargo conviven. Hoy los diarios papel tienen a desaparecer. No hay nada más viejo que el diario papel de la mañana. Las noticias que vienen en el diario papel ya las leí en internet el día anterior, salvo alguna nota firmada.
El teléfono celular reemplazó a teléfono fijo, pero WhatsApp parece estar desplazando a las conversaciones por teléfonos. 10 Años atrás, cuando alguien quería dar a conocer una protesta por algún tema, tenía que tener la suerte que algún diario lo publicara en carta de lectores. Hoy puede protestar por Facebook o Twitter y su protesta llega de inmediato a millones de personas.
Vemos como la gente, con un celular, se ha convertido en una suerte de movilero. Vemos los enfrentamientos en Venezuela en tiempo real. Mientras los esbirros de la guardia bolivariana atacan a ciudadanos que reclaman libertad, alguien con un celular transmite en vivo vía Twitter o Facebook el vandalismo del socialismo siglo XXI del chavismo. Es más, luego los diarios online utilizan ese material para agregarlo a sus sitios web, lo cual exige de más personal en los diarios buscando noticias en Twitter o Facebook.
Pero el mayor temor que algunos presentan es a la pérdida de puestos de trabajo en la industria manufacturera. Si no es por el tema de la revolución tecnológica es por el “dumping” que hacen los productores de otros países con los que los productores locales dicen que no pueden competir.
La realidad es que la industria manufacturera es cada vez más capital intensivo al igual que el sector agrícola. Es el sector servicios el que crea la mayor cantidad de puestos de trabajo
Gráfico 1
Si uno mira la evolución de los puestos de trabajo en la industria manufacturera en EE.UU. entre 1940 y 2016, solo creó 2.249.000 puestos de trabajo netos y pasó de representar el 31,2% del total de los puestos de trabajo al 8,6% en 2016.
Gráfico 2
En cambio, el sector servicios del sector privado (comercio mayorista, minorista, transporte, servicios financieros, entretenimiento, hotelería, etc.) creó, en el mismo período, 86.568.000 puestos de trabajo. El total de los puestos de trabajo del sector servicios representaba el 48,7% en 1940 y pasó a representar el 71% en 2016. Puesto en otra palabras, de 10 puestos de trabajo que hay en EE.UU., 7 están en el sector servicios.
Gráfico 3
Y en Estados Unidos no ocurrió como acá con el kirchnerismo que se utilizó al estado como una forma de ocultar la desocupación. Los puestos de trabajo en el estado federal, estatales y locales se mantuvieron relativamente estables entre el 13 y el 15 por ciento del total de puestos de trabajo.
La realidad es que la máquina va a hacer el trabajo repetitivo que hoy hace el hombre. Hoy en día un auto lo hacen robots, no hay un obrero poniendo bulones y otro pintando el auto. Son máquinas que hacen ese trabajo y liberan mano de obra para otros trabajos cada vez más cerebros intensivos. Por eso la competitividad de las naciones va a estar en a) la calidad de sus instituciones, me refiero a las reglas de juego para atraer inversiones y b) la calidad de su sistema educativo. Si el trabajo será cada vez más cerebro intensivo, tener una población con excelencia educativa va a ser clave para entender la necesidad de mantener calidad institucional y, dentro de esa calidad institucional, hacer trabajos de altísimo valor agregado.
Pretender tener hoy en día una industria mano de obra intensiva y protegida es no entender que la industria dejó de ser mano de obra intensiva y pasó a ser capital intensivo.
Los nuevos trabajos que aparecerán en 10 años todavía no los conocemos. Ni los imaginamos. Así como 25 años atrás no imaginábamos que íbamos a comprar una pizza por internet, contratar a un remis desde un celular, ver una película desde la computadora o conversar con nuestros hijos, que pueden estar en la otra punta del mundo, a través de las pantallas de nuestros celulares como en las películas de ciencia ficción que veíamos como cuando éramos chicos.
Finalmente, dada la velocidad en los cambios tecnológicos que vemos hoy en día va a ser necesario tener una alta flexibilidad laboral para reasignar rápidamente mano de obra a las nuevas tareas que tendrá que hacer el ser humano.
Si no entendemos esto, con el solo hecho de quedarnos quietos vamos a retroceder hasta la edad de piedra. Mejor que nos adaptemos a los cambios porque el mundo que viene no va a necesitar de un tipo poniendo un tornillo en una rueda. Va a necesitar trabajo cerebro intensivo. Terminemos con la historia del dumping social y versos de ese tipo para no competir. Ese argumento ya no es vendible. La tecnología le pasa por encima a los que quieren seguir teniendo un mercado cautivo gracias al proteccionismo para venderle porquerías y a precios disparatados a consumidores cautivos.
Los argentinos vamos a tener que elegir entre quedarnos con la vieja teoría del dumping para no competir, que es lo mismo que retroceder a la edad de piedra o bien pedir baja de impuestos, calidad institucional y flexibilidad laboral para competir en un mundo en que el que se queda quieto, retrocede.
 
 

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