La naturaleza humana en la historia
Armando Ribas
Abogado, profesor de Filosofía Política, periodista,
escritor e investigador. Nació en Cuba en 1932, y se graduó en Derecho en la
Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. En 1960 obtuvo un
master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas,
Texas. Llegó a la Argentina en 1960. Se entusiasmó al encontrar un país de
habla hispana que, gracias a la Constitución de 1853, en medio siglo se había
convertido en el octavo país del mundo.
Tengo una discrepancia profunda con la presente teoría respecto a que el
tiempo y la tecnología estarían cambiando la naturaleza humana. A partir de la
misma se concluye que llegará un tiempo en la historia en que la sociedad podrá
vivir sin gobierno y viviríamos en un mundo anárquico. Si analizamos hoy la
naturaleza humana siguiendo las consideraciones de Hume de hacerlo mediante la
historia, podemos comenzar por sus aseveraciones al respecto en su Tratado
Sobre la Naturaleza Humana donde dijo: “Es imposible cambiar o corregir algo en
nuestra naturaleza. Lo más que podemos hacer es cambiar nuestras circunstancias
y situación, y rendir a la observancia de las leyes de la justicia nuestro
interés más cercano”.
El sistema que cambió al mundo no fue producto de un cambio en la
naturaleza humana, sino de la conciencia de la misma. Hoy podemos ver que la problemática
pendiente internamente en nuestro mundo Occidental es la vigencia de la
demagogia a través del socialismo supuestamente sustentado en la falacia de la
igualdad. Y como diría Karl Popper: “Luche por la igualdad hasta que me percaté
de que en la lucha por la igualdad se perdía la liberta, y después no había
igualdad entre los no libres”.
Pero es un hecho notorio el progreso del mundo que ha tenido lugar desde
hace apenas 200 años como lo muestra William Bernstein en su The Birth of
Plenty. Entonces lo importante es determinar cuáles fueron los determinantes de
ese progreso, y decididamente no fue un cambio en la naturaleza humana. Y
podemos ver que el rumbo lo cambiaron las ideas que determinaron los
comportamientos.
Me voy a permitir comenzar con Locke al respecto cuando reconoció que
los monarcas también son hombres y por tanto hay que limitar las prerrogativas
del rey. Y siguiendo esa pauta escribió en su Segundo Tratado del Gobierno: “Si
los hombres cuando al abandonar el estado de naturaleza entran en una sociedad,
ellos acuerdan que todos ellos menos uno deben estar bajo las restricciones de
la ley. Esto es pensar que los hombres son tan tontos que esperan evitar las
travesuras que pueden hacer las mofetas y los zorros, pero están contentos y
piensan que es seguro ser devorados por leones”. Y en su Ensayo Concerniente al
Humano, determinó que el derecho del hombre a la búsqueda de su felicidad era
el principio fundamental de la libertad. Este pensamiento significa que los
intereses privados no son contrarios al interés general. Cuando el sistema se
basa en lo contrario, lo que tenemos es el derecho del interés privado de los
que supuestamente defienden el interés general.
Estos principios fueron llevados a la práctica en Inglaterra a partir de
la Glorious Revolution de 1688, y determinaron la subsiguiente Revolución
Industrial. Hasta esa fecha Inglaterra era uno de los países más atrasados de
Europa. Seguidamente fueron aplicados en Estados Unidos por los Founding
Fathers a partir de la Constitución de 1787 y el Bill of Rights de 1791.
Madison tomó conciencia del pensamiento de Hume respecto a la naturaleza humana
y la Constitución se basó en que los hombres no eran ángeles ni eran gobernados
por ángeles. En cien años Estados Unidos pasó a ser la primera economía mundial.
Las anteriores observaciones son una muestra histórica de que el proceso
no se basó en un cambio en la naturaleza humana, sino precisamente en el
sistema político que tomara conciencia de la misma. Fue por el contrario el
pensamiento de Rousseau que tal como lo explicita en su Contrato Social dice:
“Cualquiera que se atreve a tomarse el trabajo de instituir una nación, tiene
que sentirse capaz de cambiar la naturaleza humana”. Y seguidamente concluye:
“Así como la naturaleza le da a cada hombre poder absoluto sobre las partes de
su cuerpo, el pacto social le da al cuerpo político poder absoluto sobre sus
miembros” (Soberanía). No me cabe la menor duda de que de estos principios
surgió el totalitarismo como la racionalización del despotismo, que fuera
implementado por Robespierre en la Revolución Francesa bajo la égida de la
Diosa Razón.
Otro error en nuestra conciencia ha sido la creencia de que fue la
Revolución Francesa el inicio de la libertad en Occidente. Y como bien señala
Peter Drucker: “No puede negarse que la Ilustración y la Revolución Francesa
contribuyeron a la libertad en el siglo XIX. Pero su contribución fue
totalmente negativa. Hay una línea directa desde Rousseau hasta Hitler. Una
línea directa que incluye a Robespierre, a Marx y a Stalin”. A esa línea yo
añadiría a Kant y a Hegel y hoy operativamente los Castro. Y sigue diciendo algo que considero
igualmente fundamental: “Tan difundida y tan falaz como la creencia de que la
Ilustración engendró la libertad del siglo XIX, es la creencia de que la
revolución Norteamericana se basó en los mismos principios que la Revolución
Francesa y que fue efectivamente su precursora”.
He hecho todas estas citas para muestra que el mundo en que vivimos
surgió en una discrepancia en las ideas que determinaron la libertad y el
totalitarismo, y no en un cambio en la naturaleza humana, que como tal había
sido descripta por Aristóteles hace 2500 años cuando se refirió a la demagogia
y determinó que la democracia destruía la república y así escribió: “Cuando el
pueblo se hace monarca, viola la ley y se hace déspota, y desde entonces los
admiradores del pueblo tienen un gran partido”.
Esa batalla continúa hoy en la palestra y el socialismo se ha apropiado
de la adoración del pueblo en nombre de la falacia de la igualdad económica en
gran parte de Occidente, con la Unión Europea incluida. Por su parte al mundo
islámico no parece haber llegado la Diosa Razón sino que prevalece el
despotismo en nombre de la deidad, que determinara hereje a todo el que no
participa de su creencia. Por esa razón pienso que según una reciente
información le enseñan a los estudiantes las Cruzadas, y tal como se hacía en
aquella oportunidad en Occidente, se le ofrece un mundo trascendente al que
muere en la batalla. Así a mi juicio surge el terrorismo como la venganza de
las Cruzadas y ha pasado a ser la guerra del siglo XXI.
Hoy tenemos presente asimismo en Cuba la presencia de Robespierre y
Rousseau Marx mediante, bajo la dirección de Raúl Castro y Venezuela en esa
dirección bajo Maduro y con la colaboración política y militar cubana. Pero
ante esta esta realidad todo parece indicar que Locke se ha perdido en
Occidente con América Latina incluida y
Rousseau está presente. Estados Unidos pacta con Raúl Castro, el Papa lo visita
y en América Latina donde la mayoría de los países enfrentan políticamente a
Maduro, ignoran los crímenes de los castro, a los presos políticos cubanos y la
falta de libertad prevaleciente.
Ahora nos encontramos en Venezuela en el camino de Cuba donde el poder
político controla el poder militar y ese proceso se manifiesta en que
recientemente han matado a 120 de los que piden la libertad en la calle. Consiente
de esa realidad y de la experiencia de la República Dominicana, Trump ha amenazado
a Maduro de usar la fuerza militar para lograr la libertad en Venezuela. Pero
en esa propuesta enfrenta a los países latinoamericanos que pretenden la
libertad en Venezuela, insisten que se debe logra por acuerdo. Así al respecto
la presidente de Chile la Sra. Bachelet se manifestó públicamente que está
totalmente en contra de usar las armas contra Maduro, y que hay que hacerlo
democráticamente. Al momento la respuesta de Maduro fue la determinación por
decreto que la Asamblea Nacional Constitucional, dominada por sus aliados,
asumiera la competencia del parlamento. Es decir se elimina así la
disponibilidad política de la oposición.
Ante estas realidades podemos ver que la naturaleza humana no ha
cambiado ni hay alteraciones biológicas en la misma, y consecuentemente
persiste la problemática tradicional en el mundo de las ideas que se traduce
ineludiblemente al plano político. El cambio en el caso de las guerras se ha
producido como consecuencia de la creación de las armas nucleares. Así se estaría
cumpliendo la predicción de Alberdi al respecto cuando escribió: “Las guerras
serán más raras en la medida de que la responsabilidad por sus efectos se haga
sentir en los que las declaran y las incitan”. Por tanto hemos podido ver que
la guerra fría permaneció fría y recientemente parece que Trump estaría
llegando a un acuerdo con Corea del Norte. Pero insisto en que el poder
absoluto interno se sostiene bajo el control de las armas, y la historia
muestra desde la Revolución Francesa pasando por la Rusia comunista y la Alemania
nazi incluyendo a Cuba, Venezuela y Corea del Norte. Como bien dijera Machiavello:
“El príncipe no puede controlar el amor pero si el miedo”. Sigamos pues las enseñanzas
de Hume al respecto de que la historia es aprendizaje. Y a partir de ella
recuperemos la determinación histórica de las ideas, y olvidemos el intento de
cambiar la naturaleza humana.
Últimos 5 Artículos del Autor
.: AtlasTV
.: Suscribite!
Dejanos tu email y recibí novedades y todo lo que te podemos ofrecer!