“Nosotros”… esa palabra de servidumbre
Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
Durante los últimos 30 años se ha
atacado al individualismo y rescatado los teóricos valores del colectivismo
como la verdadera muestra de amor fraterno y de solidaridad.
Se ha asociado el “yo” del
individualismo a una concepción avara, salvaje, casi canibalezca de la vida en
sociedad. Por otra parte, se mitifica y ensalza al “nosotros”. Ese “nosotros”
que se presenta como un ideal superior, es en realidad una trampa en la que
unos pocos manejan a millones y todavía estos “les dan las gracias”.
Si consideramos más importante el
“nosotros” que el “yo”, estamos asumiendo que no tenemos injerencia en
determinar quiénes somos los que integramos ese nosotros, cuáles serán las
prioridades del grupo, cuáles las reglas y cuáles los fines. Nunca algo que es
menos importante y está subordinado a otra cosa de mayor importancia puede
decidir nada, sólo debe aceptar y someterse. Si el “yo” es menos importante que
el “nosotros”, “yo” debo doblegarme y resignarme a lo que se me imponga.
Cuando el “nosotros” es lo principal,
cada uno de nosotros nos transformamos en cosas inmolables; pero no
sacrificables por nuestra voluntad, sino por ser insignificantes ante el grupo.
Siguiendo este razonamiento, también
debemos trabajar y volcar el fruto de nuestro trabajo para el “bien común”;
pero, de nuevo, no es por nuestra inquietud filantrópica, sino porque es
nuestra obligación.
La pregunta es ¿quién decide cual es el
bien común?, ¿quién dispone qué se hace con el producto del trabajo de todos?
Pues se arrogan este privilegio un grupo de gurúes, un puñado de iluminados son
quienes determinan qué es lo que le conviene a cada uno; saben mejor que nadie,
incluso que uno mismo, qué nos resultará beneficioso y satisfará nuestras
aspiraciones.
El “nosotros” como una entidad autónoma
y separada de sus integrantes es una mentira; y la búsqueda del bien común,
como si eso fuese un bien superior, independiente y hasta opuesto al del
individuo; no sólo es falsa sino también peligrosa.
Invocando ese bien superior, a lo largo
de la historia de la humanidad, se cometieron grandes atrocidades; los
cristianos quemaron herejes en las hogueras, los nazis mataron judíos, los
comunistas liquidaron disidentes, y así podríamos seguir enumerando otros
tantos ejemplos.
Las decisiones de las mayorías siempre
deben respetar el derecho de las minorías, por lo tanto el derecho de uno sólo,
limita las resoluciones de todos. Estas decisiones pueden ser distintas a los
intereses del individuo, pero definitivamente no pueden avanzar sobre sus
derechos. La libertad es el bien supremo que tiene el individuo, incluso,
quizás, por sobre la vida misma.
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