Gobernabilidad y proceso político
Gabriel Boragina

Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas. Egresado de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas). Autor de numerosos libros, entre ellos: La credulidad, La democracia, Socialismo y Capitalismo, La teoría del mito social, Apuntes sobre filosofía política y económica, etc. como sus obras más vendidas.




"En esencia la gobernabilidad depende del resultado de dos procesos y de las externalidades de su interacción. El primero, el proceso económico que busca mejorar la eficiencia alocativa y el logro de los objetivos de equidad."[1]
 
En realidad, resulta bastante discutible que el proceso económico como tal busque "mejorar la eficiencia alocativa y el logro de los objetivos de equidad". En primer lugar, habría que definir qué se entiende por todas estas expresiones. Desde nuestro particular punto de vista, el proceso económico es uno de intercambios valorativos que buscan mejorar las posiciones relativas de las partes intervinientes en ellos en un momento ulterior al acto de intercambiar. Es posible que, entre algunos de los objetivos de esas personas una u otra busque mejorar la eficiencia locativa (la palabra alocativautilizada por el autor citado no se encuentra reconocida por la Real Academia Española, de allí que debamos entender que ha querido referirse a lo "locativo" en relación concreta a una ubicación física, aunque el citado no es claro en cuanto a quién o quiénes serían los que -en su pensar- buscarían esa "eficiencia locativa".
Idéntica acotación habría de hacerse en cuanto al supuesto "logro de los objetivos de equidad". Todos estos términos y conceptos son hartamente opinables. Esencialmente, porque conforman en sí mismos valoraciones enteramente subjetivas, que incluyen, por supuesto, los juicios subjetivos de valor que introduce el propio autor en comentario.
Por último, aunque no menos importante, también habría que definir el alcance del concepto del vocablogobernabilidad, sobre el cual nosotros ya hemos emitido opinión[2]. Lamentablemente, el autor que ahora estamos analizando no se expide con claridad en qué sentido está usando esta palabra. Pero del contexto de su exposición parece creer que existe una suerte de gobernabilidad democrática en distinción de otra de signo autoritario o hegemónico (como expresa en una nota introducida en la página 299 de la obra que explicamos). Como ya expusimos, lo común es que por "gobernabilidad" se conciba aquella situación en la cual "A" ejerce el mando (control, dirección, etc.) sobre "B".
Si a lo que el autor que ahora examinamos quiere referir es a la gobernabilidad ejercida por el cuerpo político sobre el resto del pueblo, no podremos, en modo alguno, estar de acuerdo con el aquel.  Pero si, en cambio, quiere aludir a lo que nosotros llamamos democracia liberal y republicana conforme la hemos definido en el artículo citado[3] coincidiremos. En suma, y para concluir este punto, si la gobernabilidad de la que se habla, y si el proceso económico mencionado en la cita, es producto de un proceso político liberal republicano democrático, en este supuesto, si podremos llegar a un acuerdo con el autor. En caso contrario, no.
"El segundo, el proceso político que busca vincular a los ciudadanos con las decisiones públicas colectivas y dar a éstas legitimidad y capacidad de ser cumplidas. Estos dos procesos dependen el uno del otro".[4]
Aquí tenemos otro párrafo difícil que intentaremos de ir desentrañando en la medida que nos resulte posible.
Lo primero que se advierte en la redacción es el empleo (hasta un cierto punto abusivo) de un lenguaje hipostático. Así, se habla de un "proceso político" como si este fuera una entidad autónoma, con vida, voluntad y decisión propia. Nótese que se sugiere a aquel como que "busca vincular a los ciudadanos…", "dar a éstas legitimidad y…". Parece olvidarse -o directamente negarse- que cualquier proceso político involucra necesariamente a personas concretas humanas, cada una de ellas con proyectos y voliciones distintas que no pueden subsumirse (ni menos aun reducirse) a la de ningún ente autónomo que carezca de existencia real, visible y audible. A la inversa, el proceso político es el resultado de ciudadanos que, en forma individual, lo crean, adoptando esas personas concretas decisiones individuales que, sumadas, proporcionarán como resultado lo que el autor citado da en denominar "decisiones públicas colectivas" con todo lo recusable que implica esta última fórmula verbal.
También discrepamos en cuanto a la relación de dependencia que el ensayista otorga a ambos procesos.
Desde nuestra visión, el proceso político depende del económico, hallando que este último sirve de marco-base de aquel. Toda relación humana, en definitiva, está asentada operativamente en un conjunto de interacciones que son posibles en un previo contexto económico. Recordemos que, para tal decir, seguimos la definición de economía adoptada por la Escuela Austríaca de Economía, que sostiene por tal la acción de elegir, optar, preferir una cosa en lugar de otra. Y que no se reduce exclusivamente a los aspectos crematísticos con los cuales se identifican todas las demás definiciones de economía, que difieren de la concepción de esta original escuela del pensamiento económico.
En un sentido mucho más amplio, diremos que todos los procesos sociales están enmarcados en uno previo (y mucho más amplio) de índole económica que, a su turno, puede ser cataláctico o praxeológico.
"Es imposible mejorar significativamente la eficiencia económica si no hay un interés real de la comunidad local para obtener ese objetivo. Y no habrá desarrollo político significativo a nivel local si la comunidad no encuentra que es de su interés real el participar activamente en ese proceso. Mientras la comunidad no participe, simultáneamente, en el proceso económico y en el proceso político no habrá mayor gobernabilidad, definida ésta como la capacidad de la comunidad para resolver sus problemas, tomando decisiones públicas colectivas y supervisando la ejecución de esas decisiones"[5].
Nuevamente, topamos con otro giro hipostático. Como ya expresáramos tantas veces, la comunidad no tiene ni puede poseer intereses como tal, ni reales ni de ninguna otra clase, por las mismas razones dadas antes y siempre. La "comunidad", como cualquier otra palabra que designe a un ente colectivo, no es susceptible de ser titular ni portadora deintereses, o de cualquier otro proceso volitivo. Solamente a los individuos que la componen les es posible ello, ya que -por definición- una comunidad es tal en tanto y en cuanto esté constituida por individuos (de lo contrario no habría existiendo "comunidad" alguna).
Otra expresión enigmática consiste en la de "desarrollo político". Esto puede interpretarse de muchas maneras posibles. Pero, dada la orientación que el autor parece suministrar a su texto, aparentemente deberíamos derivar que quiere indicar un desarrollo de tipo democrático. Pero, si esto es así, echamos de ver que, si los ciudadanos que conforman esa comunidad no encuentran ellos de su interés participar en un "desarrollo" de tal naturaleza, es porque sus inclinaciones no van en esa dirección, sino en otra, que bien podría ser una contraria.
 


[1] Eduardo Wiesner. "La economía neoinstitucional, la descentralización y la gobernabilidad local". Capítulo VI, en Rolf Lüders-Luis Rubio-Editores. Estado y economía en América Latina. Por un gobierno efectivo en la época actual. CINDE CIDAC, pág. 325
[4] Eduardo Wiesner. "La economía neoinstitucional, la descentralización y la gobernabilidad local". Capítulo VI, en Ludes-Rubio, ...Ob. Cit. Pág. 325
[5] Eduardo Wiesner. "La economía neoinstitucional, la descentralización y la gobernabilidad local". Capítulo VI, en Ludes-Rubio, ...Ob. Cit. Pág. 325.
 

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