50 años de la muerte del Che: sus defensores ya no son revolucionarios, sino sustento del statu quo
Marcelo Duclos
Es Periodista (TEA) y Master en Ciencias Políticas y Economía (Eseade). Conductor de Los Violinistas del Titanic en Radio Palermo.


A medio siglo de la muerte de Ernesto Che Guevara, en Bolivia la influencia de la figura del guerrillero comunista está lejos de desaparecer. Pero cabe destacar que esa influencia de la figura es tan vigente como distante del personaje real que vivió entre 1928 y 1967.
 
Con relación al pasado histórico hay que destacar, que si bien puede ser esquivo para una gran cantidad de jóvenes más interesados en una remera o un póster que en libro, no todos los defensores de Guevara son ignorantes ante los horrores del personaje en cuestión.
 
Seguramente no son los que exhiben el rostro inmortalizado por Alberto Korda en sus prendas los que son conscientes de los fusilamientos, la persecución y los campos de trabajo forzado para homosexuales. Estos personajes cuentan con lenguaje más florido, prendas más elegantes y trabajos más rentables en universidades, cargos públicos y redacciones de diarios de izquierda. Sin embargo, tienen una relación directa con ese número de “guevaristas” más amplio que mantiene en el llano la defensa de Guevara.
 
De la misma manera que Guevara se creía un iluminado, muy superior a la mayoría de los personajes con los que lidiaba y utilizaba (según las mismas manifestaciones documentadas del guerrillero), esta élite de intelectuales de izquierda también hace uso de una juventud ignorante que enarbola las banderas, no del Che, pero sí de su cara.
 
Los mismos que saben las atrocidades cometidas por la guerrilla en los años setenta y que miran para otro lado ante las barbaridades ocurridas en cada experimento del socialismo real, guardan silencio ante la contradicción cuando cientos de jóvenes van con Guevara como estandarte a una marcha por los derechos homosexuales, la liberalización de la marihuana o más recientemente en los justos reclamos por la aparición con vida de Santiago Maldonado.
 
Los valores que estos muchachos dicen reivindicar son absolutamente opuestos al pensamiento nefasto que tuvo el personaje histórico, del cual se cumple medio siglo de su muerte.
 
Pero ambos grupos, el intelectual manipulador y el militante poco formado, lejos de representar una propuesta revolucionaria en la América Latina de hoy, tristemente se han convertido en el sustento del status quo actual: un estatismo exacerbado de políticos privilegiados con complicidad de una cúpula sindical millonaria y empresarios prebendarios.
 
En la actualidad, con la lucha de clases sin propiedad privada bajo la dictadura del proletariado fuera de agenda, los voceros de Guevara forman parte de un unificado espacio de opinión que funciona como tapón para la verdadera revolución tecnológica y productiva que necesita la región. La cara del Che Guevara es el denominador común del grupo que, aunque ya no pide socialismo real, busca limitar la competencia, la iniciativa privada y, por lo tanto, el progreso. Lo único que piden es más Estado beneficiando a un grupo parasitario de burócratas asociado a los sindicalistas millonarios y empresarios cómodos sin necesidades de innovación y exentos de la molestia de tener que competir.
 
Es irónico, pero la cara de un supuesto revolucionario, hoy, a 50 años de su muerte, es la garantía de la subsistencia de un grupo de privilegiados explotadores que viven a costa de un pueblo que se ve en la obligación de mantenerlos, sean conscientes de ello o no.
 
¡Hasta la victoria siempre! (De ellos, claro).
 

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