Thusydides versus Alberdi
Armando Ribas
Abogado, profesor de Filosofía Política, periodista,
escritor e investigador. Nació en Cuba en 1932, y se graduó en Derecho en la
Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. En 1960 obtuvo un
master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas,
Texas. Llegó a la Argentina en 1960. Se entusiasmó al encontrar un país de
habla hispana que, gracias a la Constitución de 1853, en medio siglo se había
convertido en el octavo país del mundo.
No tengo la menor duda de que el mundo en que vivimos habría sido
incomprensible por siglos en la historia. En Atenas entre 430 y 400 años antes
de Cristo, Thucydides estableció una regla general respecto a las guerras. Con
ella pretendía explicar las guerras del Peloponeso entre Esparta y Atenas. Al
respecto me voy a atrever a decir que esos principios a los cuales me voy a referir
habrían sido válidos hasta el siglo XX.
Tal como lo describe Graham Allione en un reciente artículo de Foreign
Affairs: “Los poderes crecientes comprensiblemente sienten un creciente sentido
de derechos y demandan mayor influencia y respeto. Los poderes establecidos,
enfrentando desafiantes tienden a convertirse en temerosos, inseguros, y
defensivos”. En ese sentido se percibe el pensamiento de Thusidides que
pretende explicar la razón de ser de la Guerra del Peloponeso.
Ahora voy a dar un salto cósmico en la historia y en pleno siglo XIX
Alberdi escribió ‘El Crimen de la Guerra’ donde adelantándose al futuro dijo:
“Indudablemente las guerras serán más raras a medida que la responsabilidad de
sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las suscitan.
Mientras haya unos que las hacen y otros que las hacen hacer, no se ve porque
motivo pueden llegar a ser menos frecuentes las guerras”.
Puedo decir que Thusydides describió un mundo que llegó hasta el siglo
XX con las dos Guerras Mundiales. Alberdi predijo el mundo que surgiría en
siglo XX por la creación de las armas nucleares. Por siglos las guerras eran la
razón de ser de los países en la historia. Al respecto Hegel dijo que la guerra
era el momento ético de la sociedad. Y ya Kant había escrito: “El hombre quiere
la concordia, pero la naturaleza que sabe qué es mejor para la humanidad quiere
la discordia”. Es decir la guerra, que Marx la transformó en la guerra de
clases.
Volviendo a Alberdi, indudablemente que predijo la razón de ser de que
la guerra fría haya quedado fría y hoy llegamos a la impensable discusión de
que Trump negoció con Rusia en contra de Hillary Clinton. Batalla que sigue en
ciernes. Y por supuesto igualmente previó el terrorismo como la guerra del
siglo XXI, que está pendiente.
En virtud de esa realidad mi criterio es que Thusydides no aporta ninguna
idea al respecto de las relaciones de China con Estados Unidos en la
actualidad. La comparación entre ambos países a mi juicio entraña una paradoja,
que según el Diccionario de la Lengua Española significa: “Especie extraña u
opuesta a la común opinión”. La China es un país que ha existido por miles de
años, que contiene una raza única y tiene la mayor población en el mundo. Al respecto
reconozco que se adelantó al Occidente europeo hasta el siglo XV.
Estados Unidos por el contrario constituyó la creación de un mundo
nuevo. No existía; se creó, y en 1787 cuando logró la aprobación de la
Constitución la población alcanzaba a solo 240.000 habitantes. Y dicho sea de
paso es un país de inmigrantes donde hoy la raza no tiene lugar, de conformidad
con los principios liberales. Y la inmigración persiste en busca de la libertad
que garantizan los principios de la Constitución y que no debemos confundir con
la democracia mayoritaria. Como bien escribió Richard A. Epstein: “Los
principios incluidos en la clásica Constitución liberal, no son aquellos que
operan solamente en esta o aquella era. Son principios para las eras”.
Como ya he repetido, tal como lo describe William Bernstein en su The
Birth of Plenty, el mundo hasta hace doscientos años vivía como vivía
Jesucristo. Por tanto es indudable que la evolución del mundo comenzó en
Inglaterra con la Glorious Revolution que fue llevada a sus últimas
consecuencias en Estados Unidos a partir de la Constitución de 1787 a la cual me he
referido. Así comenzó la libertad basada en el reconocimiento de la naturaleza
humana y el respeto por los derechos individuales a la vida, la propiedad y a
la búsqueda de la felicidad. Y en esos principios se basó la concepción de la
mano invisible tal como la describiera Adam Smith.
La China durante el gobierno de Mao Tse Tung era unos de los países más
pobres del mundo y hoy continúa creciendo al 6,5% anual. Ese cambio se produjo
con el advenimiento de Deng Xiaoping, pero no creo que en la China bajo el gobierno
del partido comunista reine el Rule of Law. Pero es indudable que desde el
poder absoluto reina hoy la mano invisible y por ello el 40% de la inversión
extranjera va a la China.
El gobierno chino no tiene ningún interés en una guerra con Estados
Unidos, y Marx habría desaparecido bajo la égida de Confucio: “Tratar a los
demás como queremos ser tratados”. No es el Caso de Europa que está bajo Marx, Bernstein
mediante, que predijo que al socialismo se puede llegar democráticamente, y por
ello hace diez años que no crece. Diría que Xi Jimping ha aceptado a Hume
internamente: “La estabilidad de la sociedad depende de la seguridad en la
propiedad, la transferencia por consenso y el cumplimiento de las promesas”. Y en
el orden externo: “La riqueza de tus vecinos no te perjudica sino que te
beneficia”.
Estos principios indudablemente aceptados por los Founding Fathers en
Estados Unidos aparecieron repentinamente desafiados por Trump cuando propuso
impedirle a las empresas americanas invertir en otros países que constituye una
violación del derecho de propiedad. Y seguidamente propuso cerrar el comercio
internacional. Indudablemente que en su viaje por Asia estos presupuestos
parecen desparecidos de su mente. En su entrevista con Xi Jimping quedó claro
el acuerdo con la China, que a su vez satisface la situación del superávit de
la China en el comercio con Estados Unidos.
Podemos concluir que no nos encontramos
ante un enfrentamiento de civilizaciones, como describió Samuel Huntington.
Como dijo François Ravel: “Culturas hay muchas, civilización una sola. Cuando
se respetan los derechos”. No obstante, las diferencias, si en China no se
respetasen los derechos de propiedad no estaría creciendo a los niveles actuales.
Y es en Occidente donde no se están respetando mediante el incremento inusitado
del gasto público, que entraña en si la violación de los derechos de propiedad.
Y Alberdi está presente también al respecto: “Hasta aquí el peor enemigo de la
riqueza del pais, es la riqueza del fisco. Y finalmente Trump destacó la
cooperación con China, en su encuentro con Xi Jemping.
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