Cómo sacarle una moneda (de un centavo) a Macri
Federico Fernández
Senior Fellow del Austrian Economics Center (Viena, Austria). Presidente de la Fundación Internacional Bases (Rosario, Argentina). Premio
a la Libertad 2005, otorgado por la Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Todos sabemos que el estado gasta mal, muy mal.
También sabemos que la filosofía del gobierno es el gradualismo.
Entonces, ¿qué puede hacer el gobierno para bajar el
gasto en forma gradualista? Acá va una propuesta imposible de resistir.
De cada peso que el gobierno nacional tiene
presupuestado gastar en 2018 que se ahorre un centavo. Es decir, que cada
programa, plan, ministerio, proyecto, obra, etc. presupuestados para el año
próximo sufra una “poda” de un centavito por cada mango que tienen para gastar.
De esta manera, tan sencilla y gradual, bajamos el
gasto público nacional proyectado para 2018 en un 1%.
Pero… ¿se puede hacer esto? No le estaríamos sacando
fondos imprescindibles a ciertas áreas “clave” tales como los “planes
sociales”, Asignación Universal por Hijo (AUH) y demás partidas
asistencialistas.
Para contestar sobre la factibilidad de esta
propuesta, tenemos que pensar un poco en cómo gasta el Estado.
En
Canadá también pasa
En el Distrito de Etobicoke (Ontario - Canadá) vive un
señor de 72 años llamado Adi Astl.
Astl tenía un problema. Para acceder a un jardín del
Tom Riley Park sus vecinos debían hacerlo a través de una pendiente bastante
inclinada e incómoda. Tanto el Sr. Astl como su esposa vieron a varios de sus
conocidos rodar barranca abajo debido a lo malo del acceso.
Por tanto, Astl decidió tomar cartas en el asunto. Con
algunos vecinos que aportaron los fondos necesarios para comprar la madera para
ocho escalones y un pasamanos. Contrató a un homeless y con su ayuda construyó una bonita escalera para acceder
al parque de una manera más segura y civilizada.
El costo total de la obra: 550 dólares.
Viene al caso recordar que, según Transparency International,
Canadá es el 9no país con menor percepción de corrupción del mundo. ¿Por qué?
Porque las autoridades municipales habían calculado la obra entre unos 65 mil y
150 mil dólares.
Nótense dos cosas. La primera: el presupuesto
municipal, por llamarlo de alguna manera, es disparatado. Nadie en su sano
juicio contrataría a alguien para hacer una reforma en su casa que le pase un
presupuesto con una posible variación de 130%. La segunda: el Sr. Astl gastó
entre 118 y 272 veces menos de lo que planeaba hacer la municipalidad con “la
plata de todos”.
Y esto no termina aquí. En una muestra de fervor
burocrático delirante, las autoridades demolieron la escalerita del Sr. Astl.
El intendente admitió que el presupuesto de entre 65 y
150 mil dólares era muy exagerado pero explicó que “todo el mundo entiendo que
no vamos a poder construir la escalera por 550 dólares”. La municipalidad
estima hacerlo por unos 10 mil dólares. Tan
sólo 18 veces más caro que lo del Sr. Astl.
Brasil,
la la la la
Puede que las mentes escépticas estén pensando que un
caso como el de Astl es posible en países como Canadá, con una sociedad civil
más fuerte que las nuestras. Los latinoamericanos no estamos para esas cosas…
Si pensás así, estás completamente equivocado.
Barra Mansa es un municipio a 130 km de la ciudad de
Río de Janeiro. En dicho ciudad hay dos barrios muy pobres llamados Nova
Esperança y São Luiz. Entre ellos se interpone un riachuelo. Para que sus
habitantes crucen al otro barrio, debían caminar más de dos km. Hartos de esta
situación, peticionaron al gobierno municipal la construcción de un puente. La
respuesta municipal fue que no había dinero, dada la crisis financiera.
Los vecinos no se quedaron de brazos
cruzados. Para ellos era fundamental disponer de un puente ya
que, mientras uno de los barrios tenía un centro de salud, el otro poseía la
parada del colectivo que iba al centro. Ambos eran motivos importantes para
moverse de un barrio al otro casi constantemente. Decidieron entonces hacer
ellos mismos el puente.
Y tal como en Canadá, las diferencias entre lo
efectivamente gastado por los vecinos y lo presupuestado por la municipalidad
es escandalosa.
El costo del puente fue de 5 mil reales. Mientras que
el gobierno tenía pensado gastar 270 mil reales. En dólares del momento en que
terminó la obra (mediados de 2016) fueron 1500 contra 81 mil.
Los vecinos lo hicieron 54 veces más barato de lo que
lo hubiera hecho el municipio.
Mal/Gasto
En 2004 el gasto público argentino total era de
alrededor de 25% del PBI. Hoy es de 45%. Muchos consideran que el Estado debe
brindar seguridad, justicia, salud y educación. ¿Alguien cree que dichos
servicios estatales son casi el doble de mejores que en 2004? Por supuesto que
nadie piensa eso. El estado por definición malgasta nuestro dinero. Por eso, a
la explosión de gasto público no la siguió una mejora substancial los servicios
que el estado dice brindarnos sino la multiplicación de “cargos”, burocracia,
corrupción, empleados públicos y programas delirantes como el “Fútbol para
todos”.
Tal como explicó el Premio Nobel Milton Friedman, no
hay peor manera de gastar que cuando uno gasta plata de otros en otros. Eso es
lo que hace el estado. Les saca plata a los contribuyentes para subsidiar a otras
personas. Es la manera más irracional de gastar. Por eso, ya sea en Canadá o en
Brasil, los presupuestos estatales no tienen nada que ver con la realidad. Por
ello, las diferencias entre lo que efectivamente gastan los vecinos y lo que
gastaría la subsecretaría X son tan abismales.
Y esto va más allá de un tema de simple corrupción.
Los incentivos estatales para el gasto son todos perversos. En el paraíso de la
transparencia de Canadá, lo que a un ciudadano de a pie le salió 550 dólares,
al estado le iba a salir entre 65 mil y 150 mil.
Ninguna persona de bien puede rasgarse las vestiduras
porque le pidamos al estado argentino que nos devuelva un centavo por casa peso
que tiene pensado gastar en 2018. De hecho, podrían hacer un esfuerzo mucho
mayor racionalizando la administración. Pero hoy estamos en el gradualismo. Muy
bien, seamos gradualistas.
En septiembre
el Ministro Nicolás Dujovne presentó el presupuesto. De dicha propuesta, que
tengan la decencia de quitar solamente un centavo por cada pesito que piensan
gastar. Sería sin dudas una muy buena señal de que la política también está
dispuesta a hacer un esfuerzo por ajustarse y ayudar a las cuentas públicas. Y
con este mero gesto, bajaríamos el gasto público del estado nacional en un 1%
con tan sólo un centavo. Sí, se puede.
* Federico N.
Fernández es Presidente de la Fundación Internacional Bases (Rosario, Argentina)
y Senior Fellow del Austrian Economics Center (Viena, Austria).
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