Aquel 10 de diciembre

Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
Agonizaba el año 1983 y con él la última dictadura militar
de nuestro país. En el ciclo
interminable de la vida, de las cenizas de dicho ocaso, renacía una nueva
esperanza, la democracia.
En aquel tiempo, democracia era una palabra dulce a los
oídos, una palabra que se saboreaba y nos llenaba el alma; una sola palabra que
prometía la solución a todos nuestros problemas, una palabra que resplandecía
con los destellos del oro, pero que terminó siendo sólo pirita (oro de los
tontos).
Porque la democracia sola, es una idea hueca, un envase
vacío, una guitarra sin melodía, un poema sin destino.
“CON la democracia se come, se cura y se educa” recitaba hace 34
años Alfonsín; han pasado más de 3 décadas y aún hay muchos que no se dan
cuenta que eso, fue sólo un canto de sirenas.
“EN democracia se come, se cura y se educa”. EN
democracia y CON estudio, esfuerzo y trabajo se come, se cura y se educa. Y estas tres cosas (estudio, esfuerzo y
trabajo) se pueden sintetizar en una sola palabra: inversión.
Inversión de energía, de voluntad, de dedicación, de
capital, de privaciones y de honestidad.
La pregunta es ¿qué hicimos con estos 34 años de democracia?,
o aún mejor ¿qué pasó con la educación,
salud, riqueza, justicia, seguridad, infraestructura, crecimiento y todas esas
maravillosas palabras, que llenan las bocas de los políticos y vacían mediante
impuestos los bolsillos de los que producen?
Ya hace 34 años que recuperamos la democracia, pero nunca
recuperamos la república. Los “ciudadanos de a pie” le hemos dejado el
manejo de “la cosa pública” a los “políticos profesionales” y ellos han
demostrado ser “corruptos y/o ineptos
profesionales”. Decía Sarmiento: “Cuando los hombres honrados se van a su
casa, los pillos entran en la de gobierno”, ¡cuánta razón tenía el
sanjuanino!
El mismo cuyano nos advertía sobre los demagogos “Es la práctica de todos los tiranos
apoyarse en un sentimiento natural, pero irreflexivo, de los pueblos, para
dominarlos”. Desde aquel 1983 nos
hablan de solidaridad, de justicia social y de la lucha por los más necesitados,
mientras nos someten y esclavizan con impuestos y más impuestos.
Es tiempo de despertar, de ser protagonistas de nuestra
historia, es tiempo de ser ejemplo para nuestros hijos, de honrar la memoria de
nuestros mayores, de hacer grande a nuestra Argentina.
Es tiempo de abandonar nuestra zona de confort, de dejar de
esperar que otro resuelva los problemas del país; es tiempo de dejar de “zafar” y de ponerse los pantalones
largos y terminar de una vez con “El
Imperio de la Decadencia Argentina”.
Es nuestro tiempo, es el tiempo de los ciudadanos honrados,
de los que producimos. Por eso te
pregunto… si no sos vos ¿Quién?, si no
es ahora ¿Cuándo?
Es tiempo de sumarse a “La Rebelión de los Mansos”.
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