China avanza en Latinoamérica, con la ayuda de Trump
Andrés Oppenheimer
Columnista del Miami Herald/el Nuevo Herald. Fue miembro del equipo ganador del Premio Pulitzer, y ha recibido el Premio Ortega y Gasset, Premio Rey de España y el Emmy.
Una
de las grandes noticias del 2017 que recibieron relativamente poca atención fue
el continuo avance económico y político de China en América Latina a expensas
de Estados Unidos, con ayuda de la poca atención –si no desdén– del presidente
Trump hacia la región.
Las diatribas de
Trump contra México, sus ataques contra los indocumentados, sus posturas
anti-libre comercio y su decisión de retirarse del Acuerdo Climático de París
de 195 países para combatir el calentamiento global le están dando a China una
oportunidad de oro para expandir su influencia en América Latina.
Igualmente, el
retiro de Trump de la Asociación Transpacífica (TPP), un acuerdo comercial
entre los Estados Unidos y 11 países asiaticos y latinoamericanos que estaba
destinado en parte a frenar la creciente influencia de China en el mundo, le
abrió aún más espacios a China.
Por cierto, la
creciente presencia de China en América Latina empezó mucho antes de Trump.
El
porcentaje de las importaciones latinoamericanas de Estados Unidos cayó del 50
por ciento de las importaciones totales de la región en 2000 al 33 por ciento
en 2016, según el Banco Interamericano de Desarrollo. En ese mismo período, las
importaciones latinoamericanas de China crecieron del 3 al 18 por ciento.
Los
latinoamericanos compran cada vez más computadoras y automóviles fabricados en
China que solían importar de los Estados Unidos.
Si Estados Unidos
recuperara la cuota de mercado que tenía en el año 2000 en la región, podría
crear alrededor de un millón de empleos adicionales en Estados Unidos, según el
BID.
Pero mientras el
presidente chino, Xi JinPing, visitó América Latina este año en lo que fue su
tercer viaje a la región en tres años, Trump todavía no ha viajado a
Latinoamérica. Lo que es aún peor, Trump ha prometido construir un muro en la
frontera sur de Estados Unidos, y amenaza con retirarse del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte con Canadá y México.
Ademas, casi un
año después de su toma de posesión, Trump todavía no ha nombrado un jefe del
Departamento de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, y ha propuesto
grandes recortes en la ayuda externa.
Hasta ahora,
Trump solo ha tenido una "agenda negativa" hacia la región, con
posturas anti-comercio, anti-inmigración, anti-ambientales y anti-cooperación
externa, sin ofrecer ningún plan constructivo para mejorar los lazos
hemisféricos.
Y los frecuentes
insultos de Trump contra los latinoamericanos –como cuando describió a la
mayoría de los indocumentados como "criminales",
"violadores" o "bad hombres"– lo han convertido en el
presidente estadounidense más impopular en la región en muchos años.
Una reciente
encuesta regional de Latinobarómetro mostró que, en una escala de 0 a 10, los
latinoamericanos le dieron a Trump una calificación de 2.7, la más baja desde
que la encuesta comenzó a hacer esa pregunta en 2005.
China, mientras
tanto, está aprovechando al máximo el aislacionismo de Trump. El presidente del
BID, Luis Alberto Moreno, me dijo que le impresionó ver a 750 empresarios
chinos que habían viajado durante 28 horas desde China a Punta del Este,
Uruguay, para una reunión de negocios entre China y América Latina que organizó
a principios de este mes.
"Uno siente
un enorme interés tanto de empresarios chinos como de latinoamericanos de
profundizar mucho más la relación comercial", me dijo Moreno. Estados
Unidos debería seguir una estrategia proactiva con América Latina para
recuperar su participación en el mercado en la región, agregó.
Estoy de acuerdo.
Trump podría comenzar asistiendo a la Cumbre de las Américas de 34 países
programada para abril de 2018 en Lima, Perú, y proponer una agenda positiva
para la región, con nuevas propuestas comerciales, diplomáticas y culturales
para mejorar las relaciones hemisféricas.
Preguntado al
respecto, un alto funcionario de la Casa Blanca me dijo que Trump quiere
mejorar los lazos con América Latina, "pero todavía no se ha anunciado su
agenda de viajes para 2018".
Otras fuentes
cercanas al gobierno de Trump me dicen que el presidente no asistiría a esa
reunión de jefes de estado de la región, lo que lo convertiría en el primer
presidente de Estados Unidos en no asistir a esta cumbre en casi 25 años. Los
chinos no podrían estar más felices.
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