¿Por qué no baja la inflación?

José Luis Espert
Economista. Titular de Espert & Asoc. Premio a la Libertad 2009, otorgado por la Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
La inflación de 2017
terminó en 25%, cifra similar a la que Argentina viene teniendo desde hace 11
años, salvo 2009 por lo baja y 2014 y 2016 por lo altas debido a las
devaluaciones de principios de esos años (es poco serio comparar la inflación
de 2017 contra la de 2016 para forzar la afirmación de que "ha bajado
fuerte"; 2016 fue el año de la normalización en modo shock del desastre
monetario-cambiario de Cristina Kirchner y el comienzo del ajuste tarifario).
Durante la etapa
cristinista la inflación fue en promedio de 25% anual a pesar del atraso
tarifario y cambiario y los controles de precios porque la cantidad de
dinero crecía mucho, en magnitud similar al presente (30% anual) debido
al déficit fiscal y no encontraba demanda como consecuencia del desastre
de política económica (default, hacer "pata ancha" con el default,
controles de precios, aprietes de precios, Gendarmería en la city, etc.), que
hacía que la economía creciera poco (fueron cuatro años de estanflación,
desde 2012 a 2015), ergo la demanda real de dinero también (o a la inversa,
para no discutir aquí causalidades). El
crecimiento de la cantidad de dinero por encima de la demanda real de dinero no
podría traer otra cosa que inflación.
Hoy seguimos con una
inflación kirchnerista del 25% anual a pesar de que, a diferencia del
kirchnerismo, la economía y la demanda real de dinero crecen. ¿Qué pasa
entonces? Por un lado, la cantidad de dinero crece más (mirar los pasivos
monetarios amplios del BCRA con Lebacs y el crédito al sector privado
expandiéndose entre 35 y 45% anual) que la demanda debido al financiamiento
monetario del déficit fiscal y por otro, hay
una validación monetaria de los ajustes de tarifas, de tipo de cambio y de
salarios. O sea, hoy, además de la habitual causalidad dinero-precios por el
financiamiento monetario del déficit fiscal (y el fuerte crecimiento del
crédito bancario), se emite como "consecuencia" de la suba de precios.
Claro. Puesto en
forma extrema (como mínimo omitiendo toda dinámica), los ajustes de tarifas,
dólar y salarios causan subas en el nivel general de precios. Esta provoca un
aumento en la demanda nominal de dinero que a su vez causaría una caída en el
nivel de actividad (hay distintas teorías de ese mecanismo de trasmisión que no
discutiré acá) salvo que la mayor demanda de dinero sea satisfecha por mayor
oferta (de dinero). Esta mayor oferta de dinero que valida la suba de precios,
aparece por el financiamiento monetario de los déficits fiscales que hace el
BCRA (poco importa si el BCRA emite pesos contra Adelantos Transitorios como en
épocas kirchneristas o contra dólares de la deuda externa que el gobierno le
entrega a cambio de pesos como ahora; se emiten pesos sin una necesaria
contrapartida de demanda).
Pero esto es solo una
cuestión de corto plazo. A la larga, para que haya inflación tiene que
haber emisión y esta en esencia está causada por el financiamiento monetario de
los déficits fiscales. O sea, la inflación en Argentina tiene un origen
fiscal. Más que una relación dinero-precios se podría hablar de una relación
déficit-precios.
Tal como lo ha
mostrado recientemente el economista Ramiro Castiñeira, desde 1944 hemos tenido
inflación de dos dígitos (como la que hemos vuelto a tener desde 2005)
durante 44 años, de tres dígitos durante 15 años y de un solo dígito
solo 13 años (con la híper tuvimos dos años -1989 y 1990- de cuatro
dígitos). O sea, el 80% del tiempo de los últimos 74 años hemos tenido una
inflación entre 6 y 10 veces la internacional y no es para nada casual sino
causal que, en el mismo período, más del 90% del tiempo el Estado haya tenido
déficit fiscal gastando más de lo que recauda. La inflación en Argentina es un
fenómeno fiscal.
Sin embargo, la sociedad argentina ama el Estado Presente y
deficitario al punto de negarse a hacerle ajustes a la baja hasta que las
crisis que causa, hacen el trabajo sucio de bajarlo y ajustarlo algo… para
volver a empezar a hacer lo mismo. De locos.
Otra cuestión es si
tenía sentido que el gobierno de Mauricio Macri, con el atraso tarifario y
cambiario que tenía que afrontar del kirchnerismo, se pusiera como meta bajar
tan rápido la inflación, al punto que el Presidente haya llegado a
decir la tontería que "la inflación es lo más fácil de bajar" y
encima usar una metodología estrambótica, para el caso argentino, como
la de las "metas de inflación" (bajar la inflación afectando
las expectativas de inflación). Pero estas dos cosas son harina de otro costal.
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