La Argentina no es un país periférico
Javier Cubillas
Analista de Asuntos Públicos, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


Solemos encontrar en múltiples publicaciones e informes nacionales e internacionales, indicadores sobre el nivel de crecimiento, de pobreza, de lucha contra la corrupción, y de calidad institucional que nos ubican promediando los rankings, y cuando no, mirando a la mayoría de los países desde abajo, casi en los bordes y periferias de todos los procesos de mejoría en materia de desarrollo, modernización e innovación.

Eso es cierto, es un dato de la realidad, pero lo que no es menos cierto, y este es el dato esperanzador que debemos remarcar y comunicar a los jóvenes, todavía más en la proximidad de un acto eleccionario, es que la Argentina no fue ni es un país periférico en materia de ideas, o esto es lo mismo que decir, que la Argentina a pesar de los movimientos pendulares en materia de política económica y de estabilidad democrática ha tenido en muchos de sus individuos una fuente inagotable de recursos intelectuales que han dado soluciones a múltiples escenarios adversos, tanto locales como a nivel internacional.

En este sentido, la fortaleza individual y la intelectualidad de muchos de nuestros ciudadanos han conseguido proezas impensables cómo: obtener 5 premios Nobel, desarrollar la industria nuclear y aeroespacial aplicada con fines pacíficos, reflexiones y ensayos en materia de literatura que han colocado a sus obras en el nivel y catálogo del reconocimiento universal, doctrinas para el entendimiento recíproco en el concierto de naciones ante conflictos armados y hasta, incluso, inventos que nos han cambiado la vida cotidiana y no por esto son menos importante para la vida en comunidad.

Todo esto, y como acotada enumeración para el caso, sirve de sobra para mostrar a la juventud y a las futuras generaciones que emprenderán sus proyectos en los ámbitos públicos y privados, que es posible y fue posible, en la medida en que hubo un reconocimiento a la individualidad, el imaginar y concretar grandes avances políticos, científicos, técnicos y artísticos que nos dieron un lugar en el mundo y por lo tanto una identidad distintiva en él.

Históricamente entonces, la síntesis estuvo dada, entre la ingeniería del ideario del régimen constitucional, de prudente entramado liberal y repúblicano, y la pluralidad de personalidades las cuales según su medida y esfuerzo, ya sea en la competencia o en la cooperación, emprendieron impensados proyectos para estas geografías australes. Lo que resta decir ahora es que sí el régimen constitucional actual permite todo esto, por lo cual hay que conservarlo, los jóvenes deben llevar a la praxis cultural y democrática la reflexión de Immanuel Kant quien precisó de modo histórico para la modernidad: Hay que atreverse a pensar. Atreverse a pensar y a ejercer la crítica entonces, es lo que nunca los jóvenes deben dejar de hacer por sí mismos si quieren vivir en libertad conservando los derechos y garantías que les posibiliten seguir contribuyendo a que la Argentina, a pesar de los gobiernos paternalistas que atentan contra este ideario, pueda engrandecer su capital social y no se transforme, también, en un país rezagado y periférico en materia de ideas.
 

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