La epidemia de la soledad
Andrés Oppenheimer
Columnista del Miami Herald/el Nuevo Herald. Fue miembro del equipo ganador del Premio Pulitzer, y ha recibido el Premio Ortega y Gasset, Premio Rey de España y el Emmy.
Cuando leí recientemente que la primera
ministra británica Theresa May ha nombrado una Ministra de la Soledad, mi
primera reacción fue reírme. Me pregunté para mis adentros si la nueva ministra
se va a dedicar a organizar festivales callejeros, o si va a crear un sitio de
internet gubernamental de citas para gente sola.
Pero después de entrevistar a funcionarios británicos
y varios especialistas, ya no me río más. Es una buena idea que otros países
deberían empezar a estudiar seriamente, y tal vez copiar.
Hay una epidemia de soledad en el mundo. Y el problema
empeorará a medida que la expectativa de vida crece, hay cada vez más adultos
mayores solos, y los jóvenes son cada vez más adictos a Facebook y otras redes
sociales donde muchos tienen miles de amigos virtuales, pero ni un solo amigo
real.
La soledad produce depresión y otras enfermedades que
les cuestan a los países un dineral en gastos de salud pública. El nombramiento
de Tracey Crouch como Ministra de la Soledad del Reino Unido el mes pasado
tiene como objetivo combatir la soledad y ayudar al gobierno a ahorrar en
gastos de salud.
“La soledad destruye vidas, y le cuesta al
erario público una gran cantidad de dinero”, me dijo en una entrevista Sir
Simon McDonald, jefe del Servicio Diplomático del Reino Unido. “Así que esta
nueva ministra estará coordinando la política de vivienda, la política social,
la política de salud, la política educativa, para apoyar los programas que
ayuden a quienes están solos”.
Hay 9 millones de personas que sufren de soledad en el
Reino Unido, o el 14 por ciento de la población, según la comisión
parlamentaria que recomendó la creación de la nueva oficina. En ciertos
segmentos de la población, como los adultos mayores, el porcentaje de personas
solitarias es de más del 33 por ciento, señaló.
Según McDonald, hay muchas cosas simples que puede
hacer el gobierno para combatir la soledad, como hacer un uso más efectivo de
los lugares públicos ya existentes para los ancianos y los centros juveniles.
Algunos estudios han demostrado que la soledad produce
estrés y que puede ser tan perjudicial para la salud como fumar, o beber en
exceso. Somos animales sociales, y no comunicarnos con nuestros pares tiene
efectos peligrosos en nuestra salud.
Entre los jóvenes, la adicción a la tecnología está
causando no solo aislamiento social sino también trastornos de atención,
depresión, ansiedad e ideas suicidas, según una nueva campaña privada
estadounidense contra la adicción tecnológica llamada “La verdad sobre la
tecnología”. La mitad de los adolescentes se consideran adictos a sus
dispositivos móviles, y el 60 por ciento de los padres sienten que sus hijos
son adictos a las redes sociales, según un informe de la organización Common
Sense.
¿Qué pueden hacer los países para combatir la soledad
de la gente, además de resucitar centros comunitarios subutilizados?, pregunté
a varios expertos.
Facundo Manes, un conocido neurólogo, neurocientífico
y escritor argentino, propone una idea interesante: hacer que la gente
solitaria haga trabajo voluntario. En otras palabras, ayudémoslos a que puedan
trabajar juntos por buenas causas, y al mismo tiempo se sientan menos solos.
“El trabajo voluntario es muy importante, porque todos
necesitamos un propósito en la vida”, me dijo Manes. “Ser altruista activa
ciertas partes del cerebro que producen placer, en forma parecida a cuando la
gente consume cocaína, o come una hamburguesa con queso, o gana dinero”.
Manes agregó que a menos que eduquemos a la gente para
que permanezca activa y tenga un propósito en la vida, “los gobiernos tendrán
que pagar todas las complicaciones de salud que surgen cuando las personas
llevan vidas pasivas”.
Hay muchos ejemplos de comportamientos altruistas
entre animales como hormigas, abejas e incluso gorilas, lo que ha llevado a
algunos científicos a concluir que puede que los humanos seamos biológicamente
altruistas. Entonces, ¿por qué no aprovechar eso y convertir el altruismo en
una herramienta para ayudar a combatir la soledad?
Hace más de medio siglo, en 1966, la letra de una
canción inmortal de Los Beatles preguntaba: “Todas las personas solitarias, ¿a
dónde pertenecen?”. Desde entonces, el problema de la soledad ha aumentado
dramáticamente. Es hora de experimentar con nuevas ideas, por más locas que
parezcan, para combatirlo.
Publicado en Nuevo Herald.
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