La desigualdad laboral de ¨género¨
Gabriel Boragina
Abogado. Master en
Economía y Administración de Empresas. Egresado de ESEADE (Escuela Superior de
Economía y Administración de Empresas). Autor de numerosos libros, entre ellos:
La credulidad, La democracia, Socialismo y Capitalismo, La teoría del mito
social, Apuntes sobre filosofía política y económica, etc. como sus obras más
vendidas.
Con motivo del
"día de la mujer" se han reflotado ciertos temas recurrentes, que
aluden al ya repetido de la desigualdad de "género", dejaremos de
lado la ya debatida cuestión de que lo gramaticalmente correcto es aludir a
los sexos y no a los "géneros", y nos centraremos en
lo que se refiere concretamente a la desigualdad. Un informe
económico emitido específicamente para ese día declama con cierto tinte de
indignación:
"La tasa de
participación laboral de hombres y mujeres aumenta 7 puntos con la llegada del
primer hijo …Cae 16 puntos con la llegada del primer hijo. Con la llegada de
los hijos, los hombres trabajan más, mientras que las mujeres trabajan menos.
34 horas semanales ocupan en sus trabajos las mujeres sin hijos, 40 horas
semanales ocupan en sus trabajos los hombres sin hijos; 30 horas semanales
ocupan en sus trabajos las mujeres con hijos, 44 horas semanales ocupan en sus
trabajos los hombres con hijos Para las que siguen trabajando, la maternidad
incide en la carga horaria laboral"[1]
Parece olvidarse o
desconocerse en este informe y en muchos de los debates que se ven, escuchan y
se leen por todas partes que, el trabajo no es un fin en sí
mismo, sino que es un medio para obtener un fin, que es un
ingreso, y que este ingreso tampoco es un fin en si mismo, sino que es -a su
vez- otro medio para lograr otro fin, que es el de la satisfacción de las
necesidades humanas. La eficiencia económica se produce no cuando se
trabaja más, sino cuando trabajando menos se
consiguen mas cosas. La igualdad que se persigue entre "las horas de
trabajo" masculinas y femeninas no tiene ningún sentido lógico, porque los
igualitaristas invierten los roles, y ubican las horas de trabajo como fin y
no como medio para llegar al verdadero fin. Lo
ideal es que trabajando menos ganemos más, y no que -simplemente- todos
(hombres y mujeres) trabajemos más. Mas absurdo todavía es procurar que las
mujeres trabajen mas que los hombres.
"La causa es la
desproporción en la asignación de las tareas domésticas. hombres: 3,4 horas,
mujeres: 6,4 horas diarias dedicadas al trabajo doméstico no remunerado (El
trabajo doméstico no remunerado implica las tareas relacionadas con los
quehaceres domésticos, el apoyo escolar y al cuidado de niños)"[2]
Aquí, el error de
fundamento es considerar que el trabajo doméstico no esta remunerado. Si se
parte de la base -como parece inferirse del informe en análisis- de que se esta
tomando el caso de una pareja conviviente, se prescinde del hecho de que lo que
las mujeres ganan menos esta compensado por los que sus esposos o parejas
masculinas ganan más, como el mismo informe reconoce al decir que los hombres
ganan más que las mujeres. Ergo, al estar compensado, no hay la
"desigualdad" que se pretende argüir. Y el informe desecha muchos
otros aspectos más, como que, gracias al avance tecnológico, los quehaceres
domésticos cada vez son menores, más simples y rápidos de hacer. Los hombres
que ganan más que sus mujeres pueden emplear personal doméstico para tales
tareas, incluidos apoyo escolar y cuidado de niños. Si sus esposas hacen este
trabajo, ello significa un ahorro importante al ingreso familiar, involucrando
una mejor calidad en la atención y cuidado de los niños. Y si bien puede
hablarse de "desigualdad", esta complementación la suple con creces.
"Como consecuencia,
las mujeres que trabajan ganan menos por mes que los hombres. Cada 100 pesos
que ganó un hombre sin hijos, las mujeres sin hijos ganaron 81$. Cada 100 pesos
que ganó un hombres con hijos, las mujeres con hijos ganaron 68$. Con la
maternidad, la mujer pierde 16% de su ingreso mensual"[3]
Toda retribución que
se paga en el mercado obedece a factores que varían conforme a si el mercado es
libre o intervenido y muchos otros. El informe analiza un mercado intervenido
como es el caso del mercado argentino. En un mercado libre, los salarios están
en función de las diferentes productividades marginales que ofrecen los
trabajadores. Estas productividades son, naturalmente, disimiles. Las
capacidades de todos, hombres entre sí, mujeres entre sí, y de hombres y
mujeres entre sí, tampoco escapan a esta regla natural que no impone ningún
empleador ni gobierno, sino que viene dada por la naturaleza misma.
"La desigualdad
se acentúa aún más para mujeres con bajo nivel educativo. Por cada $100 pesos
que ganó el hombre con hijos, la mujer ganó la mitad. Tasa de participación: 1
de cada 2 mujeres no participa en el mercado laboral luego de la llegada de los
hijos Ingreso mensual”[4]
No debemos perder de
vista que la desigualdad de rentas y de patrimonios es una consecuencia lógica
y natural de la desigualdad que impera por doquier en la naturaleza. Nunca ha
sido posible suprimir esta desigualdad, pese a que la historia del mundo podría
sintetizarse en una lucha por hacerla desaparecer. Los intentos por eliminar la
desigualdad en todos los tiempos han tenido siempre el mismo resultado: la han
acrecentado. Lo que el capitalismo consigue es aumentar los ingresos de todos
(hombres y mujeres) en función de sus respectivas capacidades y aptitudes
personales para las tareas en las que se pretendan emplear.
"Uno de los
factores que afecta la igualdad de género es resultado de decisiones privadas
ligadas a la llegada de los hijos y su crianza. La desproporción en la
asignación de tareas domésticas incide en las posibilidades de dedicarse al
trabajo remunerado. Es común que ante el desafío de la maternidad las mujeres
se retiren del mercado laboral, reflejado en la caída de la tasa de actividad,
o que trabajan elijan trabajos más flexibles y/ o que les impliquen menos
horas, que se traduce en menores ingresos."[5]
Debemos aquí recordar
nuevamente que todo trabajo es remunerado, incluido el doméstico. Y que la
igualdad no es posible. Ni la de "género" ni la de nada. Por lo
demás, quien resuelve en qué proporción se asignarán las tareas domésticas es
una decisión privativa, personal y excluyente de la pareja, y de nadie más.
¿Qué propone el informe analizado? ¿Qué sea el gobierno el que tome las
decisiones del caso? Eso estaría "apropiado" en un estado
marxi-comunista-leninista, pero no en una sociedad civilizada. El trabajo no es
un fin como sugiere el informe en estudio. Sino que es
un medio para llegar a un fin. Una remuneración en especie no
lo es menos que otra en moneda.
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