México: Comerciando con China
Ricardo Valenzuela



En los años 80, ingenieros estadounidenses formaron la compañía Magnequench, (MGNCH) y en sus investigaciones se toparon de frente con un evento que haría historia. Descubrieron un elemento que requería un raro, escaso, invaluable mineral llamado Neodymiun (NEDY). Este mineral se configura como una roca metálica negra que se encuentra en las profundidades de la tierra. Los ingenieros la procesaron junto con otros minerales para obtener una substancia granulada y después un polvo metálico. Luego, a través de un genial proceso de ingeniería, crearon avanzados magnetos para la ignición de los misiles guiados de precisión. Pasaron luego a probar con gran éxito la aplicación de su descubrimiento en todas las armas inteligentes de las fuerzas armadas de EU. Los magnetos de NEDY fueron una gran revolución en la tecnología militar. Un gran tesoro militar “hecho en EU por ingenieros americanos”.
 
General Motors de inmediato mostró interés en el proyecto puesto que el invento también había encontrado un voraz mercado en computadoras, discos duros, micrófonos de alta calidad, bocinas y, más importante, en el encendido de los motores de automóviles y, por supuesto, en el sistema de guía para bombas inteligentes, esas bombas de gran precisión que causan gran daño en el blanco establecido, sin hacerlo en la población civil. Todo esto establecía a las fuerzas militares potencialmente como el gran comprador de este producto. General Motors compró entonces una participación en MGNCH e inició el uso de los magnetos en sus autos y camiones recortando su peso a la mitad. Luego pasaba a utilizarlos en motores impulsados por energía solar, con lo que se hizo acreedor a premios de gran prestigio. Con la participación de GM el cielo era el límite
 
En ese momento los inventores se convirtieron en proveedores del 85% de magnetos militares que requería el Pentágono. Pero no solo el aspecto militar estaba en juego. El Departamento de Energía había invertido muchos millones de dólares y mantenían a sus ingenieros trabajando en equipo con los ingenieros de MGNCH, en donde se incluían científicos federales del Idaho National Engineering, y de los Laboratorios Sandia de Nuevo Mexico. Pero todos sus descubrimientos y sus patentes eran entregados en propiedad a MGNCH. Se suponía que toda esa tecnología creada principalmente para el uso del Pentágono, estaría protegida como se hace con Fort Knox en donde permaneces todas las reservas de oro de EU y otros países. Entonces ¿Qué fue lo que sucedió?
 
Todo se inició cuando el líder chino de los años 70, Deng Xiaoping, se enteró que China tenía cantidades masivas de minerales como NEDY, el ejemplo clásico de “minerales raros de la tierra”, y estos minerales eran la corriente sanguínea de la moderna tecnología militar como la de EU. En pocas palabras. Quien controlara esos “minerales raros de la tierra”, controlará el mundo y, en estos momentos, China controla el 90% de esos elementos a nivel mundial. También controlan la mitad de las reservas mundiales. Sin embargo, China no tenía la tecnología para refinar esos elementos y fabricar magnetos de alta tecnología como lo había haciendo los ingenieros estadounidenses. Fue cuando China afinaba su puntería y, apuntando hacia EU, en su mira aparecía MGNCH, la compañía que abastecía a las fuerzas armadas de los EU con casi el 100% de sus magnetos en una sociedad de belleza inigualable.
 
Fue cuando sucedió algo que vino a cambiar totalmente el escenario mundial. Un grupo financiero mercenario llamado, Sextan Group, liderado por Archibal Cox Jr, hijo del infame abogado en jefe en Watergate y luego despedido por Nixon, tomó control de la compañía MGNCH. A este grupo se debe ahora la inseguridad de las familias en EU y el deterioro total de su Seguridad Nacional. En un segundo paso, MGNCH y toda su invaluable tecnología terminaron en manos de dos compañías chinas, San Huan New Materials y China National Non-Ferrous Metals. De pura casualidad los presidentes de ambas compañías eran los yernos del líder chino Deng Xiaoping. Una de las hijas del líder chino, Deng Nan, casada con el presidente de San Huan New Materials, era viceministra de la Comisión de Ciencia y Tecnología china, cuya única responsabilidad era adquirir sensitiva tecnología militar “por los medios que fueran necesarios”. Haría buena mancuerna con su marido para llevar a cabo sus robos a EU.
 
En medio de esas negociaciones GM, impresionados por crecimiento del mercado de autos y camiones demandado por los negocios y la nueva burguesía china, iniciaba trámites con el propósito de conseguir la autorización del gobierno chino para penetrar ese atractivo mercado. Se supo después que Pekín condicionó ese permiso a la aceptación de GM de presionar a sus socios y vender la empresa de magnetos al grupo Sextan. Rápidamente GM estaba participando en el mercado automovilístico chino, y la empresa MGNCH pasaba a formar parte del portafolio chino de tecnologías militares a través de la venta a las dos empresas chinas cuyos presidentes eran los yernos del líder chino.
 
Hubo muchas quejas antes de la venta dado el problema de seguridad que representaban esos magnetos. Sin embargo, Bill Clinton, quien era presidente y gran impulsador de la globalización promovida por el Council on Foreign Relations, directamente la autorizó con una sola “recomendación”; que la producción de la fábrica permaneciera en EU. Pero los chinos de inmediato iniciaron adquisiciones de infinidad de otras fábricas de magnetos y, al sentir ya tenían el monopolio después de comprar una de las más importantes, GA Pawders de Idaho, mudaron la producción, planos, maquinaria, y patentes a su país. Ambas empresas en años anteriores habían sido multadas con $1.5 millones de dólares por la Comisión Internacional de Comercio, por graves infracciones de patentes y espionaje en EU. Es decir, estaban en la lista de empresas dedicadas robar propiedad intelectual por todo el mundo.
 
Ahora los EU ahora tienen que importar de China casi 13,000 toneladas de esos elementos raros de la tierra cada mes. Es más, ahora tienen que importar esos magnetos tan necesarios para la operación de todos sus sistemas militares, fabricados por la misma empresa que antes los manufacturaba en EU. Por si fuera poco, China, encabezando un grupo de inversionistas, pasaba a comprar la mina Mountain Pass en el desierto de California. Esa mina había cerrado por quiebra en el 2015 y era el último recurso de metales raros en los EU. El Pentágono tenía la intención de reabrirla, pero repentinamente fue adquirida por el grupo ligado a China pagando $20.5 millones de dólares. Los chinos misteriosamente habían superado las ofertas de inversionistas americanos, incluyendo al famoso emprendedor, Tom Clarke, de ERP Strategic.
 
La verdadera gravedad de este evento se conoció cuando, en el 2007, China derribó uno de sus satélites utilizando esta tecnología. En una guerra contra EU, la tecnología China—robada a EU— puede derribar todos los satélites americanos para dejar al país ciego al no poder disponer de sus ojos en el espacio. Este libre comercio no resultó tan libre ni tan benéfico para ambas partes.
 

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