¡Hipócritas!
Malú Kikuchi
Periodista. Conductora de "Cuento Chino" y "La Dama y el Bárbaro", radio El Mundo. Premio a la Libertad 2013, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Los argentinos
somos “hipócritas”, por lo menos en el tema educación. La palabra viene del
griego, donde quería decir "actor", sin ninguna connotación negativa. Ahora la
tiene, hipócrita es definido como una persona que finge una cualidad,
sentimiento, virtud u opinión, que no tiene. Nosotros somos hipócritas con
respecto a la educación, ocupa el 7º lugar en las demandas sociales.
Repetimos que
la educación nos importa, no es cierto. En *“La tragedia educativa” de Jaim
Etcheverry, cuenta que todos decimos que la educación en nuestro país es un
desastre, salvo en el colegio de nuestros hijos. Esa es la primera forma de
hipocresía, todos son malos, menos los míos y hasta los buenos colegios son
malos. No podemos competir con el 1º mundo, nuestros chicos pierden por
goleada.
Estamos
festejando un pequeño adelanto con las pruebas Aprender. Hay más chicos ¡que
entienden lo que leen! Chicos del 6º grado de primaria y del secundario. ¡Qué
logro! ¡Leen y lo entienden! En matemáticas el mismo desastre de siempre.
El 70% , en cualquiera de los 12 años de colegio, es malo en matemáticas. Si ni
los chicos ni los profesores son tontos, el que es pésimo es el sistema.
Pero a nadie
se le ha ocurrido cambiar el sistema, o siquiera revisarlo para ver dónde está
la falla. Mientras, de cada 10 chicos con cerebros normales y capacidad de
aprendizaje, 7 son malos en matemáticas. ¿Nosotros estamos haciendo algo al
respecto? Nada. No me refiero a la enseñanza particular, que es la opción de
padres que quieren una educación religiosa o un determinado idioma.
La que importa
es la educación pública. Es el único rasero social y económico que existe. Un
chico de cualquier villa, bien educado, puede que encuentre la cura del cáncer
o como colonizar un planeta el día de mañana. Pero hay que educarlo…bien.
Seguimos enseñando como a principios del siglo XX, cuando éramos una potencia
educativa. Hoy damos lástima. A la educación hay que cambiarla, el mundo en el
que vivimos no necesita lo que enseñamos.
Pocas
materias, muchas ciencias duras, idiomas, cibernética, chicos obligados a hacer
intercambios todos los años, cuestión de vivir otras culturas y, leer un libro
por semana. Lo que está en Google no se enseña, es cuestión de preguntar. Hay
que enseñarles a pensar, si piensan sabrán preguntar y si preguntan encontrarán
las respuestas. No más chicos loros aprendiendo fechas. Rescatar los valores
básicos del respeto por el otro, las libertades individuales, la tolerancia, la
armonía en la convivencia. Pero de eso, nada.
Soñamos
con 180 días de clase que no se cumplen. Los países del 1º mundo tienen 210
días de clase y los chinos, 230. Doble escolaridad. ¿Cómo van a hacer nuestros
argentinitos para competir cuando sean grandes? Los estamos condenando a ser
mano de obra sin ningún valor agregado y esto es imperdonable. No digan que no
podemos como sociedad hacer nada. No es cierto, la presión social es poderosa.
Hemos salido a
la calle para reclamar justicia, dinero que nos estafaban, defender al campo
(teniendo tierra en macetas), criticar o apoyar a un determinado gobierno,
nunca salimos por la educación. Nunca salimos para que las clases empezaran en
tiempo y forma, nunca salimos para que los que se llaman gremios de la
educación, no nos extorsionen robándonos el mañana.
Venimos de un
fin de semana furiosos con la liberación de Cristóbal López, en twitter se
convirtieron en hashtag, al punto tal que obligó al Presidente a mostrar su
indignación por el fallo y a la Corte a pedir explicaciones sobre la
conformación del tribunal. Eso lo conseguimos como sociedad enojada por una
injusticia puntual. ¿Qué no podríamos conseguir si pusiéramos ese mismo empeño
en tratar de mejorar, cambiar, “aggiornar” nuestro vetusto sistema educativo?
No más
hipocresía, no digamos que nos importa la educación, hagamos que nos importe.
Es vital para el país, más que cualquier obra pública; nuestra riqueza no está
en Vaca muerta, o en el turismo, o en la soja, está en nuestros chicos educados
para el futuro. Decía *Martínez Estrada, “Si el caballo piensa, se acabó la
equitación”. No permitamos que el destino de nuestros chicos sea el de ser los
caballos de un mundo globalizado que educa a sus niños de una forma distinta.
Una forma adecuada a los tiempos que ya están llegando.
*“La tragedia
educativa” 2006, Guillermo Jaim Etcheverry.
* “Las 40
y” 1957, Ezequiel Martínez Estrada.
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