Empleo y educación: dos claves contra la desigualdad
Juan Ramón Rallo
Director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. 


La desigualdad de ingresos ha aumentado en España durante la crisis: el índice Gini de los hogares ha pasado de 0,37 en 2008 a 0,38 en 2016. A su vez, la desigualdad de riqueza también se ha acrecentado, desde 0,6 a 0,68, si bien continúa ubicándose entre las más reducidas del mundo. Esta es, al menos, la radiografía que se desprende del último informe del Banco de España, 'La desigualdad de la renta, el consumo y la riqueza en España'.
Por un lado, ¿por qué ha aumentado la desigualdad de rentas? Una de las respuestas más extendidas es que los salarios altos son cada vez más altos mientras que, en cambio, los sueldos bajos son cada vez más bajos. Sin embargo, semejante explicación resulta engañosa por incompleta: el principal problema al que se ha enfrentado la economía española no ha sido el de una fuerte polarización salarial sino el de un notable incremento del desempleo y del subempleo entre aquellos trabajadores con unas remuneraciones más bajas. En particular, la desigualdad en el salario por hora se ha reducido durante la crisis (el índice Gini del salario por hora ha caído desde 0,3 en 2008 a 0,28 en 2014), pero ha sido el aumento del paro y la caída de las horas trabajadas entre los estratos más humildes de la población lo que ha llevado a que la desigualdad en el salario mensual haya aumentado durante los últimos años (de 0,32 a 0,35).
Ahora bien, que aumente la desigualdad salarial como consecuencia del incremento del paro no tendría por qué implicar una mayor desigualdad de ingresos entre el conjunto de los hogares: si el paro y la reducción de horas trabajadas se distribuyeran aleatoriamente entre las familias españolas, entonces su influencia sobre la desigualdad entre hogares tendería a ser nula. Sin embargo, esto no es así: una de las principales revelaciones del informe del Banco de España es que existe una elevada correlación entre las características socioeconómicas de los miembros que conforman un hogar; por ejemplo, la correlación entre el nivel educativo del cabeza de familia y su pareja es cercana al 70% (es decir, los universitarios tienden a casarse con otros universitarios). De ahí que la distribución del desempleo y del subempleo no resulta aleatoria entre las familias: se concentra en aquellas con menor formación y, por esa vía, es por donde aumenta la desigualdad en la parte baja de la distribución de la renta.
Por otro lado, ¿por qué ha aumentado la desigualdad de riqueza? Una de las explicaciones más extendidas es que las rentas altas poseen una mayor capacidad de ahorro que las rentas bajas y que, como consecuencia, las diferencias patrimoniales van necesariamente ensanchándose conforme pasa el tiempo. Pero, nuevamente, se trata de una hipótesis engañosa por incompleta: es verdad que las rentas altas poseen mayor capacidad de ahorro, pero la razón fundamental que explica el agrandamiento de la desigualdad patrimonial durante la crisis no está en las divergencias en la cantidad de ahorro, sino en las divergencias en la calidad de sus inversiones.
Más en concreto: la práctica totalidad de las familias españolas sí ahorran y sí invierten, pero lo hacen solo en ladrillo; por el contrario, las familias que se ubican en la parte alta de la distribución de la riqueza, poseen carteras mucho más diversificadas hacia los activos financieros. Pues bien, dado que la última crisis se ha materializado sobremanera en una deflación de los activos inmobiliarios que, en cambio, apenas ha perjudicado a los activos financieros (al revés, muchos de ellos incluso se han revalorizado), la desigualdad de la riqueza ha crecido como resultado de este dispar comportamiento del precio de los activos.
Así las cosas, ¿qué dos conclusiones podemos extraer de este aumento de la desigualdad de riqueza y de renta? Primero, para combatir la desigualdad en España, es fundamental reformar el mercado laboral y así acabar con el paro y la precariedad, esto es, necesitamos un mercado laboral mucho más libre. Segundo, para combatir la desigualdad en nuestro país, también necesitamos extender la cantidad y la calidad de la educación de los ciudadanos, muy especialmente en materia financiera (de modo que se posibilite la diversificación inversora de los ciudadanos): ¿cómo conseguir una mayor y mejor educación? Para los partidarios del dirigismo estatal, la respuesta pasará por la educación pública: por incrementar el gasto, la cobertura y la calidad de sus programas. Para los partidarios de la libertad educativa, en cambio, pasará por flexibilizar la oferta y diversidad de centros de enseñanza.
En todo caso, las dos grandes causas del incremento de la desigualdad en España son el mercado laboral y el sistema educativo: poco empleo, mucho de él precario, e insuficiente difusión de formación adaptada a las necesidades de una economía globalizada. Esos deberían ser los dos grandes frentes a reformar por parte de quienes aspiren a minorar el grado de desigualdad en nuestro país.



Este artículo fue publicado originalmente en el blog Laissez Faire de El Economista (España) el 1 de junio de 2018 y en Cato Institute.
 

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