Falencias del poder en la política y el fútbol
Antonio Margariti
Asesor Económico de la Bolsa de Comercio de Rosario y autor
del libro “Impuestos y pobreza. Un cambio copernicano en el sistema impositivo
para que todos podamos vivir dignamente”, editado por la Fundación Libertad de
Rosario.
La extraña semejanza entre la desafortunada política
económica gubernamental y la
errática gestión de la selección de
futbol en el mundial de Rusia, nos impone analizar porque hay tanta y tamaña falencia en la política y el fútbol.
Para hacerlo no hay mejor camino que utilizar el método
comparativo, consistente en contrastar nuestra triste realidad con un modelo
que efectivamente se haya desplegado en otro tiempo o lugar para establecer
similitudes y diferencias, sacando conclusiones para mejorarnos.
Roma fue la más grandiosa experiencia política de
la humanidad. Duró 1.229 años y tuvo
tres etapas. Comenzó como el Reino Romano etrusco con Rómulo y Remo en el año
753 a.C. Luego, en el 509 a.C. se
convirtió en la República del Lazio con Lucio Junio Bruto. Finalmente y a partir del emperador César Augusto funcionó como
Imperio desde el 27 a.C. hasta el último
césar Rómulo Augústulo en el 476 d.C. ¡Un milagro histórico, único e irrepetible
por siempre!
Los romanos tuvieron
ideas sabias y claras. Adoptaron los mismos valores éticos que admitimos
hoy en día. Pero exigían que sus hombres
públicos los encarnaran como virtudes habituales. Esas virtudes dieron a Roma la enorme fuerza
moral para conquistar y civilizar el mundo. De allí surgió la palabra civilización que deriva
de “civis” que significa “civil” o “ciudadano”
y representa la acción y el efecto de
civilizar o sea mejorar la educación y el comportamiento habitual de las
personas comunes elevando el nivel cultural de la sociedad.
Los romanos rechazaban la bastarda idea de
que el poder político significara tener impunidad, como se pensaba en la década de Carlos Menem. Del mismo modo, repudiaban la
creencia de que el poder político consistía
en la sordidez de apropiarse del dinero público para comprar
complicidades, como se practicó en la década de Néstor y Cristina Kirchner. Mucho
menos aún, concebían el poder político como un acto de mera frivolidad, intentando gerenciar un cambio de buenos modales, sembrando energías positivas y buenas ondas
mediante anuncios superficiales.
En sus extensos períodos, la Roma
clásica tuvo ideas muy claras acerca de que el
poder político se basaba en tres columnas, que debían
sostener toda la arquitectura de las Instituciones. El equilibrio del Estado Romano descansó
en la distinción de estos tres conceptos claves: la Potestas, el Imperium y la Auctoritas,
que les permitieron subsistir trece
siglos.
La POTESTAS
surge de tener un cargo público en el
gobierno. Es un poder político que no se cuestiona: se tiene y se ejerce, porque ha sido
establecido por Ley y reconocido por las
Instituciones. La potestas es la capacidad de imponer decisiones mediante la coacción
legal y la fuerza de las sanciones. Correspondía a los magistrados y pretores, pero también a los padres de familia mediante la Patria Potestas.
Hoy representaría ser proclamado Presidente de la Nación o
ministro del Poder Ejecutivo, asumiendo el cargo con un juramento prestado delante del anterior
mandatario. Sobre el sabotaje a la Postestas, todos fuimos asombrados testigos cuando
la anterior presidente se negó a transferir el cargo, rehuyó la entrega
del bastón de mando y evitó asistir a la ceremonia del juramento. Una
vergonzosa muestra de barbarie, según
criterios romanos.
El IMPERIUM
es el mando efectivo de quien tiene la Potestas, es decir el cargo. En Roma el imperium se tenía contando con el poder militar y la efectiva capacidad
policial para prevenir y reprimir los delitos contra la población civil. El Imperium
se aplicaba a las legiones romanas en su
dominio sobre las poblaciones de los territorios
conquistados. Como evidencia de ese dominio recaudaban tributos para el César, exigiendo
sumisión económica y política. Hoy, el imperium se manifiestaría organizando las fuerzas armadas y disponiendo de un eficiente sistema policial que garantice a
los ciudadanos la seguridad interna en
sus vidas y patrimonios. Pero lamentablemente el imperium ha quedado circunscripto sólo a un implacable sistema
recaudador de tributos (tributum
imperium) que esquilma al sector privado con 96 impuestos y una exacción fiscal del 74 % de la renta bruta creada por las personas físicas.
La AUCTORITAS
fue la columna de hierro de Roma. Consistía en un poder que la Ley no concedía sino que se ganaba cuando el
magistrado demostraba a los demás, que era
digno de respeto y admiración. La Auctoritas
es la aptitud moral ganada con el
ejemplo de la conducta personal y su ejercicio habitual en forma prudente, justa
y eficiente. Gracias a esta cualidad del
gobernante, la sociedad acata sus
decisiones sin desobedecerlas ni cuestionarlas
porque son sabias y justas. La Auctoritas
se aplicaba al liderazgo supremo de los senadores y emperadores.
Hoy la auctoritas podría aparecer si los ciudadanos perciben la moralidad de los actos del gobierno y puedan escuchar, del propio gobernante, claras explicaciones
racionales, simples y convincentes sobre las razones o motivos de las medidas
de austeridad y la importancia de las decisiones que
adopta.
Tanto nuestros políticos como las autoridades
de la Asociación del Futbol, tienen Potestas,
es decir que ocupan un cargo legitimado. Pero por impericia o falta de carácter
carecen de Imperium, es decir mando
efectivo para mantener el orden social e
institucional. Y sobre todo no poseen Auctoritas
por ausencia de ejemplos y pobre trayectoria
de vidas virtuosas. Esa falta de Autoridad
moral les incapacita para pensar con sabiduría, escuchar con humildad y
obrar con prudencia haciéndose obedecer por los ciudadanos.
Invitamos a cada uno de lectores, hacer el esfuerzo intelectual de
aplicar estos tres conceptos que hicieron grande a Roma, a la gestión cotidiana
de nuestros gobernantes en la esfera
nacional, provincial y municipal. Luego, que comparen esas virtudes con la decepcionante gestión política del Estado en los últimos 20 años y el vergonzoso manejo deportivo del futbol profesional argentino. Comprenderemos
lo que nos pasa, mucho mejor que examinando miles de datos, cuadros, gráficos o
power-point en Internet o en pantallas luminosas de muchas pulgadas.
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