Pareciera que finalmente empezó el estallido
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
El mejor dato que puede mostrar el
gobierno es el supuesto crecimiento del 2,9% en 2017, sin embargo, lo cierto es
que no hubo tal crecimiento debido a que aumentó el peso del Estado sobre el
sector productivo, el privado. Lo que ocurrió es que inflaron la economía con
créditos récord. Solamente el Tesoro se endeudó externamente ese año por
US$26.000 M, es decir, entró dinero por más de un 5% del PIB, pero el país solo
“creció” casi la mitad.
Y desde entonces continuaron
endeudándose. Es decir, que el Estado coactivamente introdujo dinero en
Argentina inflando una burbuja antinatural y eso, necesariamente, como todo lo artificial,
en algún momento y de algún modo, tiene que caer.
Entre otros índices, con esta entrada
artificial de dinero, la Bolsa porteña “creció” exageradamente, sin que la
economía real del país lo justificara. El Merval desde junio 2013 y hasta la reciente
“crisis cambiaria” aumentó más del 150% en dólares mientras que el S&P tuvo
un retorno de alrededor del 70% que ya es bastante.
Desde la “crisis cambiaria” -que no fue
tal sino un punto de inflexión que en algún momento tenía que darse- empezó a
quedar claro que la economía decae. El humor cambió a pesar del “salvataje”
récord del FMI. El día después del ascenso a “emergente”, el Merval subió un 6%
pero demasiado poco duró la euforia y en los cuatro días subsiguientes cayó más
de 15%, y 16% en dólares. Entretanto, la mayoría de las acciones que cotizan en
Wall Street llegaron a nuevos mínimos y perdieron hasta un 65% en lo que va de 2018.
Además, aumentó más de 5% la tasa de riesgo país hasta rondar los 600 puntos,
el máximo desde octubre de 2015 antes de que ganará Macri las elecciones.
Sin dudas los emergentes pierden debido a la suba de tasas de la Fed, la
guerra comercial, volatilidad del petróleo, etc, y se debilitan las bolsas del
mundo. Así, los inversores buscan refugio en los Bonos del Tesoro estadounidense
cuyo rendimiento cayó a mínimos en las últimas cuatro semanas. Otro reciente
dato global negativo es que el PIB de EE.UU. creció 2% en el primer trimestre
de 2018, dos décimas por debajo del consenso de los analistas y lejos de la
promesa de Trump de llevar el crecimiento económico a una tasa anual del 3%. Y
empeoró también el desempleo.
Pero esto son solo excusas, el fondo
del problema es el aumento de la presión total del Estado argentino que quita
recursos al mercado por vía impositiva, inflacionaria -exagerada emisión
monetaria- y endeudamiento/altas tasas en un entorno de altísima regulación
estatal que mantiene al mercado encorsetado.
Hoy viernes el Indec dará a conocer el
índice de actividad industrial de mayo, pero estimaciones privadas ya anticipan
una contracción. Según Orlando Ferreres & Asociados, se produjo la contracción
fue de 3,3% interanual en mayo y con una merma mensual desestacionalizada de
0,8%, y estiman que la industria podría finalizar el año en positivo porque los
primeros meses fueron buenos. Demasiado optimistas con poco fundamento en mi
opinión.
Así las cosas, hay analistas que opinan
que, así como se está pinchando la burbuja de la bolsa, la próxima en estallar
es la de la construcción al punto que algunos aseguran que “los que compraron
inmuebles con crédito UVA, no son propietarios, ni inquilinos, son deudores en
riesgo de default”.
El año pasado, según el Indec, la
construcción venía creciendo a un ritmo que supera el 10% interanual,
básicamente debido a créditos artificialmente apalancados desde el Estado. Así,
el gobierno forzó la demanda de construcción por encima de lo que sucedería
naturalmente. En 2004, con US$ 1000 se compraban 0,85 m2, y antes de la reciente
“crisis cambiaria” sólo 0,3m2 cuando la rentabilidad neta de un alquiler rondaba
el 4%, la mitad de lo que se obtenía hace de 10 años. La baja rentabilidad, en
definitiva, se explica porque los precios de las propiedades -el capital
invertido- están exagerados.
Y, todavía, en lo que va del 2018
la rentabilidad en dólares de los alquileres en CABA cayó 10%, según la
consultora Oikos. En mayo, el Índice de rentabilidad del IPA (rentabilidad
anual en dólares) cayó 4,4%. Hoy cualquier inversión conservadora rinde
notoriamente más. Obviamente esto no puede sostenerse y, como difícilmente aumenten
los alquileres dado que el retraso de los sueldos no lo permite, es esperable
que caiga fuertemente el precio de las propiedades medidos en dólares. Y así,
con muchas otras actividades. De modo que más que recesión, quizás veamos una
importante y sostenida caída de la economía en general.
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