El déficit motivacional de América Latina
Andrés Oppenheimer
Columnista del Miami Herald/el Nuevo Herald. Fue miembro del equipo ganador del Premio Pulitzer, y ha recibido el Premio Ortega y Gasset, Premio Rey de España y el Emmy.
Cuando los economistas
hablan sobre los mayores problemas de América Latina, por lo general se
concentran en la corrupción, la economía subterránea y la mala calidad
educativa. Pero es hora de que pongan más atención a un desafío adicional: el
déficit motivacional de la región.
Esa fue una de las
primeras cosas que pensé tras escuchar las noticias sobre Walter Carr, el joven
de 20 años de Alabama cuyo automóvil se descompuso la noche antes de comenzar
un nuevo trabajo con la compañía de mudanzas Bellhops la semana pasada, y
caminó toda la noche -casi 20 millas- para poder llegar a tiempo.
Tras intentar sin éxito
que alguien lo llevara, Carr caminó desde la noche del viernes hasta llegar a
la ciudad de Pelham, Alabama, el sábado a las 4 de la madrugada. El joven estaba
sentado en una acera, descansando de su viaje, cuando se le arrimó una patrulla
de policía.
Un oficial de policía
le preguntó qué estaba haciendo, y el oficial y sus dos compañeros policías se
quedaron tan impresionados por lo que oyeron de Carr que lo invitaron a
desayunar con ellos. Más tarde, la policía lo llevó a la casa de la mujer donde
Carr debía ayudar a hacer la mudanza, y le contaron a la dueña de casa lo que
había sucedido.
Jenny Lamey, la mujer
que se estaba mudando, luego escribió en su Facebook que había quedado
maravillada con el espíritu de trabajo y determinación del joven, y la historia
pasó a ser una noticia nacional. El CEO de Bellhops, Luke Marklin, quedó tan
conmovido con la historia que le regaló a Carr un automóvil, su propio Ford
Escape 2014.
Obviamente, la historia
de Carr atrajo tanta atención porque es la excepción a la regla. Los expertos
nos han dicho una y otra vez que los Millenials estadounidenses son
egocéntricos y están poco interesados en el trabajo.
Pero lo cierto es que
los estadounidenses, incluidos los Millenials, aún valoran más sus carreras que
la gente en muchos otros países.
Una encuesta de Gallup
de 2013 encontró que mientras el 30 por ciento de los estadounidenses se
sienten comprometidos con su trabajo, solo el 12 por ciento de la gente en
México, el 16 por ciento en Argentina y Perú, el 14 por ciento en Paraguay, el
9 por ciento en Arabia Saudí y el 6 por ciento en China valora su trabajo.
Marta Lagos, la
encuestadora de Latinobarómetro y la Encuesta Mundial de Valores, me dijo que
cuando esta última encuesta preguntó en 90 países cuáles son los principales
valores que la gente quiere traspasar a sus hijos, el 61 por ciento de los
estadounidenses citaron “trabajo duro”, en comparación con el 43.5 por ciento
de los europeos, el 43.1 por ciento de los asiáticos y el 36 por ciento de los
latinoamericanos.
“En América Latina, valores
como la obediencia y los buenos modales aparecieron mucho más arriba en la
lista”, agregó.
Las sociedades
jerárquicas, la corrupción y los altibajos económicos han creado escepticismo
sobre el trabajo en muchos países de América Latina. “Muchos latinoamericanos
sienten que no importa si trabajas mucho o poco, porque vas a seguir estancado
donde estás”, me dijo Lagos.
Aunque no se puede
sacar conclusiones definitivas de estas encuestas -otras dicen que en varios
países de América Latina se trabaja más horas que en otras partes del mundo-
son una buena fuente de reflexión.
Indudablemente es
difícil para muchos latinoamericanos venerar el trabajo cuando ven a muchos
políticos enriquecerse robando a cuatro manos. Y lo mismo vale para Estados
Unidos, a medida que la gente ve al Presidente Trump y sus hijos promocionando
desvergonzadamente sus campos de golf y hoteles, y haciendo negocios a la
sombra del poder.
Pero la motivación será
cada vez más una clave para el progreso. A medida que los robots y los algoritmos
eliminen cada vez más puestos de trabajo, habrá una mayor competencia para
conseguir empleos, y estos serán ocupados por quienes estén más motivados y
mejor educados.
La historia de la
caminata nocturna de Carr debería enseñarse en todas las escuelas. Y muchos
países latinoamericanos deberían iniciar campañas públicas para superar su
déficit motivacional.
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