Liberalismo y la cuarta revolución industrial
Eduardo Riveros
Periodista y analista programador, ha publicado sus columnas y entrevistas en Venezuela Analítica, El Universal, Diario Región,Petroleumworld.com y El Nacional de Venezuela y en The Huffington Post de Nueva York. Actualmente es colabora en Planeta Chatbot de Madrid y emprende en el ámbito de la informática e inteligencia artificial.
Junto con el desarrollo
científico y material, la primera revolución industrial marcó el impulso del
socialismo científico que respondía vehementemente contra el desarrollo material
producto de las nuevas tecnologías amparadas por la incipiente
industrialización, con el tren a vapor como protagonista.
Marx lo analizó con su
paradigma de que el capitalismo tenía dentro de sí el germen de su propia
destrucción, mientras que la libre iniciativa y la libertad encumbraban a los
países anglosajones en las altas esferas del crecimiento económico, apalancando
un gran desarrollo científico y elevando exponencialmente la calidad de vida
entre los nuevos habitantes de Estados Unidos, quienes en el nuevo mundo se
desarrollaron fundando en pocas generaciones una gran nación donde comerciaban,
trabajaban y creaban riqueza.
Líderes carismáticos y hombre nuevo
Mientras el desarrollo
económico apalancaba el científico, surgían en Europa descontentos con el nuevo
modelo de sociedad y producción que se asomaba, y muchos veían en este
direccionamiento una amenaza en la que la técnica y las máquinas hacían que sus
tradicionales trabajos desaparecieran y descontentos se embarcaban en proyectos
revolucionarios donde encabezados por líderes carismáticos siempre tuvieron el
mismo final hasta hoy: enriquecimiento de una élite que se perpetúa de las
“ganancias” del Estado y una mayoría seguidora que se empobrece, pero que no
importando la desilusión aún cree en el sistema en el que el “hombre nuevo” no
aparece, lamentos que son atenuados con un “es que no se aplicó el verdadero
socialismo”.
Riquezas del mundo tecnológico
Lo cierto es que
estamos enfrentados a un nuevo mundo, diferente a la primera revolución del
vapor y la segunda revolución industrial apalancada por el petróleo, donde la
sociedad global es una realidad, y donde el conocimiento e información son la
madre de las riquezas, y para quienes no crean, de las cinco empresas con mayor
capitalización bursátil, casi todas son del ámbito tecnológico: Apple, Google,
Microsoft y Amazon comparten podio junto a la tradicional Exxon Mobil,
destronando a históricas empresas del retail, banca y energía que dominaban la
economía mundial.
Unidos por una gran red neuronal
Estamos en la cuarta
revolución industrial, en la que los vapores, fábricas y riquezas ligadas a la
construcción de caminos y grandes obras de infraestructura son reemplazadas por
la computación, inteligencia artificial, big data, automatización, robótica,
biotecnologías, nanotecnologías, criptomonedas, células madres y energías
alternativas, en un contexto en el que los seres humanos se entremezclan en una
gran red neuronal facilitada por el poder de Internet, configurando un nuevo
espacio de estadio de desarrollo, donde el posthumano, mezcla de humano y
máquina junto a la automatización “amenaza” con iniciar una escalada de
productividad, con generación de nuevos empleos nunca antes vistos he
imaginado, pero que ya hacen reflotar los mismos temores de los socialistas
científicos que es la rivalidad contra el desarrollo y del desarrollo
capitalista.
Proteccionismo del siglo XXI
Marx diría que los
robots tienen en sí el germen de la autodestrucción, y sus seguidores
repetirían que la automatización engendra cesantía y pobreza, situación que
nuevamente reflotará la lucha entre proyectos colectivistas y los
antiestatales, los primeros, luchando contra la productividad de las máquinas,
estableciendo y sugiriendo impuestos y otras medidas proteccionistas y
expropiatorias contra la tecnología, en contraposición al paradigma individual,
que fomentará la creatividad y libre iniciativa, impulsados por la
productividad que permiten las nuevas tecnologías y el gran mercado que estas
impulsarán, mercados aún más próximos que los de siglos pasados, fortalecidos
por el comercio electrónico y cada vez mejores y más seguros medios de pago, y
mercados donde la mayor oferta, como los emblemáticos casos de Uber y Airnb,
están multiplicando las opciones para los consumidores, creando riquezas donde
no había y consumiendo productos y servicios más baratos y de mejor calidad.
Inteligencia artificial en el aparato estatal
La nueva disputa está
asomando, será la clásica, solo cambiarán los medios, donde los avances de la
secuenciación del ADN, el desciframiento y edición del genoma humano,
reeditarán la misma lucha de cuando surgieron las primeras vacunas, también se
apreciaran nuevas batallas respecto al control del Estado, ya que la misma
tecnología y la capacidad de personalización, procesamiento de datos e
inteligencia artificial harán que la estructura estatal sea cada vez más
pequeña, aligerando su peso y burocracia…¿Estarán tranquilos los adoradores del
Estado al ver como el gobierno electrónico y digital les hacen perder poder de
esas superestructuras que los han enriquecido?… ¿Estarán tranquilos los
adoradores del poder estatal cuando las redes sociales sean aún más poderosas y
el machine learning personalice aún más las informaciones dejando de lado sus
tradicionales capacidades de encantamiento y hechizo semántico gracias a sus
ventajas a nivel discursivo?.
Lo cierto es que la ola
transformadora aniquilará muchas industrias y nacerán otras producto de la
innovación y creatividad, y lo más probable es que religiones y movimientos de
índole espiritual, filosóficos y del establishment moral, también entrarán en
esta “gran batalla”, configurando pugnas que generarán corrientes que llevarán
la pugna entre lo público y privado a otros niveles, repitiendo una vez más la
cíclica disputa entre libertad y prosperidad y estancamiento y atraso.
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