¡Hasta las p... de la corrección política!
Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
“Creo que la
corrección política puede ser una forma de fascismo lingüístico”
P. D. James
Wikipedia
describe a la corrección política como “un
término utilizado en sentido irónico para describir lenguaje, ideas, políticas,
actitudes o comportamientos que, por medio de eufemismos y disfemismos principalmente, buscan disfrazar, enmascarar, maquillar o negar la realidad por
considerarla "incómoda", "cruel", "inhumana" o
hasta "ofensiva", y que incluso construye narrativas y teorías falsas
que encajen bien con una propia y distorsionada
visión del mundo”.
Esta
nueva forma de hablar, tiene una franca
relación con el posmodernismo y con la posverdad. Como explica al respecto el director de la
RAE, Darío Villanueva, esta ideología procura “regir nuestras conductas exclusivamente por los sentimientos, los
prejuicios o las pasiones, no por la racionalidad, atributo privativo de
nuestra especie”, esta posición, “dinamita
el ideal filosófico que la enseñanza universitaria debería alentar”.
Al
abandonar a la razón lógica, como el único modo de acercarnos la realidad
objetiva y formular una verdad provisoria al estilo poppereano (la verdad es la
correlación entre una afirmación y la realidad); el posmodernismo toma como
fuente del saber al subjetivismo y al misticismo.
“Cada quien tiene su verdad” es una sentencia que niega el
valor de la lógica y da por válida toda aseveración “emotiva” o “caprichosa”,
incluso las que son opuestas (lo cual es un contrasentido). Es tan absurdo pensar que todos tienen su
verdad, que esta idea hace que dejen de tener sentido palabras como “mentira” o “error”.
Incluso
la inexistencia de una verdad y una realidad, transformaría en incoherente el
estudio de las ciencias, ya que no habría nada que descubrir.
Volviendo a la corrección política, esta es
una ideología sutil pero profundamente totalitaria, una ideología que busca
imponer, no sólo un lenguaje, sino una condena social y hasta legal para con el
que no la adscribe.
Por
ejemplo, si alguien dice que un hombre transexual es un hombre, no sólo será
acusado de homófono (y no se cuantas cosas más), sino que incluso la justicia le
va a exigir que se retracte. Siendo que con
esta afirmación, esa persona no emite un juicio moral, ético, religioso,
cultural o de gustos; sino que emite un juicio biológico innegable, la
corrección política es un déspota que impone una fantasía.
Es
intolerante, pues censura expresiones pretendidamente molestas si se dirigen a
ciertos colectivos, acusando, encerrando en catervas y descalificando a quienes
las formulan de falta de tolerancia. Otro contrasentido.
Es
hipócrita, porque predica un catecismo que no cumple, prohibiendo las
promotoras en las carreras de autos pero aplaudiendo las marchas en las que las
mujeres salen con las mamas al aire. Castigando
a Cacho Castaña al interpretar con un sentido retorcido, un antiguo dicho que
pronunció (ante la violación inminente relájate y goza; frase que está
alejadísima de una apología del delito, la misma alude a que ante un mal
inevitable hay que resignarse); este dicho popular, que podrá considerarse de
mal gusto o inapropiado, está lejos de merecer la crucifixión. Paralelamente, nada decían de un programa
televisivo de altísimo rating, en donde se recortaban las polleras de las bailarinas
en cámara, en una franca alusión sexual o de las canciones de reguetón que son
burdas apologías al ultraje, como aquella que dice “quiere que lo entre por donde le sale ca**”.
Esta
ideología hace un culto del eufemismo, llamando no vidente al ciego, persona
con movilidad reducida al paralítico o pueblo originario al aborigen; como si
esas palabras fuesen un insulto, cuando lo importante es el sentido con el que
se utilizan. Puedo ser más denigrante
llamando no oyente en lugar de sordo a quien padece este problema.
Incluso
deforman la realidad. Al discapacitado
lo llaman persona con capacidades diferentes.
¡Todos tenemos capacidades diferentes!, reconocer que un individuo tiene
una incapacidad no es discriminatorio, es un hecho objetivo. Luego de esa valoración podré tomar la
actitud que se adapta mejor a sus necesidades.
Es
una ideología basada en la más pura discriminación por colectivos. Si una persona no se siente cómodo con un
homosexual es homófobo, si pretende vivir de acuerdo a ciertos valores es
retrógrado, si cree en el mérito es elitista, si apuesta al individuo es un
egoísta (en realidad debería decir avaro); así, de este modo, la responsabilidad
individual se va diluyendo en la sociedad.
La
corrección política posee un carácter moralista místico, imponiendo las reglas
del deber ser, según las caprichosas deformaciones del lenguaje, al que lo
adapta a las concepciones sentimentales, las sentencias ilógicas y
principalmente a dogmas cuasireligiosos incuestionables (¿será por eso que son
enemigos de las religiones y sus dogmas?).
Para su aplicación, establece un activo sistema de censura (sea a través
de sentimientos de culpa o de vergüenza), generando una restricción progresiva
de la libertad de expresión.
La
misma corrección política es la que desvirtúa la estética, llamando a un
paquete con excremento arte (no es chiste, sucedió) o la exposición de un
mingitorio en un museo como algo sublime.
Se
confunde lo políticamente correcto con la corrección social y la cortesía. Las reglas de urbanidad no implican la
aceptación de todo argumento o hecho por miedo a incomodar al otro; estas
normas promueven el lenguaje apropiado y la buena educación.
Si
digo que un acto es aberrante o una propuesta es absurda, no es una falta de
respeto. La falta de respeto es aceptar
en contra de mi parecer cosas o ideas reñidas con la realidad y que afecten mi
integridad.
Quienes
somos políticamente incorrectos, somos para el posmodernismo, lo que eran los
herejes para la iglesia; los inquisidores son los medios de comunicación, los
políticos y los pensadores de la pos verdad, y nuestros pecados son: el pensar,
el usar la razón y la lógica, y el tener juicio crítico.
Defendamos
la libertad de expresión del ataque que sufre a manos de la opresiva corrección
política, no sé si es una tarea posible, pero sin dudas es imprescindible.
Últimos 5 Artículos del Autor
.: AtlasTV
.: Suscribite!
Dejanos tu email y recibí novedades y todo lo que te podemos ofrecer!