Democracia, liberalismo y confusión
Armando Ribas
Abogado, profesor de Filosofía Política, periodista,
escritor e investigador. Nació en Cuba en 1932, y se graduó en Derecho en la
Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. En 1960 obtuvo un
master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas,
Texas. Llegó a la Argentina en 1960. Se entusiasmó al encontrar un país de
habla hispana que, gracias a la Constitución de 1853, en medio siglo se había
convertido en el octavo país del mundo.
No puede menos que preocuparme la confusión que aparentemente reina en
el mundo sobre el concepto de democracia y relativamente respecto al
liberalismo. En un reciente artículo de Foreign Affairs referido a la evolución
de la democracia en el mundo percibo una vez más la confusión del régimen
político americano con la democracia. Ello implica a mi juicio ignorar los
principios expuestos por los Founding Fathers en The Federalist Papers (El
Federalista). Algo similar ocurre en otro artículo referido al liberalismo en
el mundo al que también me voy a referir.
Voy a comenzar entonces con una cita de Thomas Jefferson quien dijo: “Un
despotismo electivo no es el gobierno por el que luchamos”. Y voy a insistir en
un tema que considero fundamental para entender el mundo en que vivimos y cuáles
fueron sus determinantes. Y en ese sentido voy a repetir que no fue el supuesto
sistema democrático el que lo produjo. Ese mundo comenzó en Inglaterra con la
Glorious Revolution de 1688, bajo el gobierno de William of Orange, holandés
casado con la hija del derrocado rey James II.
Allí comenzó el proceso liberal que transformó al mundo a partir de las
ideas de John Locke al respecto de reconocer la naturaleza humana, limitar las
prerrogativas del rey, y el respeto por los derechos de propiedad y el derecho
a la búsqueda de la felicidad. Este último era considerado por Locke como el
principio fundamental de la libertad. Y al respecto Jean François Revel
escribió: “Las tierras producen menos en razón de su fertilidad que de la
libertad de sus habitantes”.
Esos principios fueron llevados a su última consecuencia en Estados
Unidos donde los Founding Fathers reconocieron el pensamiento descalificatorio
de Aristóteles de la democracia como la destrucción de la república. Así
comenzando con la Carta I de The Federalist Papers Alexander Hamilton comenzó
diciendo: “Una peligrosa ambición más a menudo yace detrás de la especiosa máscara
del celo por los derechos del pueblo”. Y al respecto James Madison en la Carta
10 siguiendo esa tendencia escribió: “Una pasión o interés común en casi todos
los casos es sentida por una mayoría del total; una comunicación y concierto
resulta de la forma misma del Gobierno;
y no hay nada para detener el incentivo para sacrificar al partido más débil o
a un individuo detestable”.
He hecho estas citas para mostrar que el sistema político americano que surgió
de la Constitución de 1787 es contrario a la idea pertinás hoy de reconocer la
democracia en el hecho de que el pueblo puede elegir al gobierno. Y otro
aspecto fundamental de ese sistema político fue señalado también por Madison en
la Carta 51, donde tomo conciencia del pensamiento de Hume al respecto de la
naturaleza humana y dijo: “Si los hombres fueran ángeles no sería necesario el
gobierno y si fueran a ser gobernados por ángeles o sería necesario ningún
control interno o externo al gobierno”. La idea subyacente en esa observación
fue la que determinó la forma de controlar al gobierno que fuera el judicial
review, resultante en primera instancia del pensamiento de Hamilton expuesto en la Carta 78 donde determino:
“Ninguna ley contraria a la Constitución puede ser válida”.
Esa disposición fue reconocida por el juez Marshall en el caso Marbury
vs Madison donde decidió: “Todos los que han enmarcado constituciones escritas
las contemplan como formando la ley fundamental y principal de la nación y
consecuentemente la teoría de todos esos gobiernos debe ser que toda ley de la
legislatura repugnante a la constitución es nula. Es enfáticamente el ámbito y
el deber del departamento de justicia decir que es la ley”.
Esos son los principios liberales en que se basó el sistema político de
Estados Unidos llamado The Rule of Law. Lamentablemente en Estados Unidos estos
principios se reconocen no como liberalismo sino conservadorismo, lo cual es
darle otra ventaja ética a la izquierda que por supuesto a los conservadores
los descalifican por estar a favor de los ricos. Demás está decir ese sistema
ha sido ignorado históricamente en la Europa continental y abandonado en
Inglaterra con el advenimiento de Athle después de la segunda guerra mundial.
No obstante esa realidad el artículo a que me refiero habla de un
concepto de liberalismo mundial dirigido por Estados Unidos, y que estaría
desapareciendo esa función con el advenimiento de Trump. Independientemente de
los conceptos respecto a la política confusa de Trump, es un hecho indubitable
que en la Unión Europea reina el socialismo, pues como escribiera Ayn Rand,
“las filosofías políticas angloamericana y la franco germánica son tan
diferentes como el día y la noche”. Por ello permítanme decir que en la Segunda
Gurra Mundial se produjo por primera vez en la historia que fue que a los
derrotados le fue mejor la derrota que haber ganado. Ganaron la libertad.
Hoy la tendencia socialistoide reina en el mundo occidental en la medida
que aumenta el nivel del gasto público. Por ello Europa no crece y lamentablemente
es un hecho notorio en la Argentina presente. Y permítanme recordar a un
argentino ausente pero presente que fue Juan Bautista Alberdi a quien se le debe que
la Argentina a principios del siglo XX tal como reconociera The Economist tenía
un ingreso per cápita mayor que el de Alemania, Italia y Francia y escribió:
“Hasta aquí el peor enemigo de la riqueza del país es la riqueza del fisco. El
ladrón privado es el más débil de los
enemigos que la propiedad reconozca. Ella puede ser atacada por el Estado en
nombre de la utilidad pública”. E insisto cuando el gasto púbico se acerca o
supera el 50% del PBI se está violando la propiedad privada.
Voy a insistir entonces que Marx está presente vía Eduard Bernstein quien en discusión con
Lenin en su Las Precondiciones del
Socialismo escribió: “Al socialismo se puede llegar sin revolución y
democráticamente”. Al mismo tiempo nos encontramos con la China que bajo la
denominación del comunismo parece haber abandonado a Marx y reencontrado a
Locke vía Las Analectas de Confucio. O sea ha aceptado el capitalismo desde el
poder absoluto y por ello crece a más del 6% por año y se ha convertido en la
segunda ecónoma mundial.
O sea que la confusión reina en Occidente bajo el realismo de la
demagogia que la describió Aristóteles hace 2500 años. Y para terminar voy a
citar a un cubano desconocido Félix Varela que dijo: “Jamás lo que es injusto
será justo porque muchos lo quieran”. Y perdón nuevamente por las citas pero
las ideas que cambiaron al mundo no cambian y son las que se ignoran y por ello
Richard Epstein escribió: “Los principios incluidos en la clásica constitución
liberal no son aquellos que operan solamente en esta o aquella era. Ellos son
los principios para toda las edades”.
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