River – Boca: Civilización o barbarie
Rogelio López Guillemain

Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes, Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes (reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra historia" por radio sucesos, Córdoba.



 
 “La anarquía está en todas partes cuando  la responsabilidad no está en ninguna”
Gustave Le Bon
 
Los políticos, periodistas, dirigentes y opinólogos berretas, se llenan la boca hablando de los derechos humanos, de la igualdad de oportunidades, de la tolerancia y de la libertad; y con sus declaraciones, actos y decisiones hacen y promueven exactamente lo contrario.  Los hombres de bien perdimos nuestros derechos humanos, la igualdad de oportunidades y la libertad en manos de los malhechores, precisamente amparados por los promotores, efectores y defensores “del sistema”.

Ya no me sorprende qué, como dijo D'Onofrio, sea triste que: "por 15 inadaptados, tengamos que vivir todo esto" (el desquicio por un partido de futbol).

No me sorprende que una energúmena troglodita, llene el cuerpo de su hijo con bengalas, como si fuese un hombre bomba del ISIS.

Lo que tampoco me sorprende, aunque si tengo la esperanza de que algún día cambie de la mano de quienes queremos un país en serio; es la impresentable respuesta a estas barrabasadas, por parte de TODOS los responsables en TODOS los niveles de la vida pública.  Principalmente por parte de aquellos que deben procurar una convivencia en paz entre todos los argentinos.

La falta de coraje (queda mal decir huevos) de unos y el idiotismo ideológico de otros, nos están precipitando al abismo de la barbarie.  Como decía Bertrand Russell: “el anarquismo en la política va de la mano con el subjetivismo en la filosofía”.

Que unos delincuentes arrojen piedras contra un colectivo, o que corten una calle, o que se apoderen de nuestra propiedad o de nuestra vida; se ha convertido en algo usual y cotidiano.  De tal suerte que pareciera, que los que vamos derecho por la vida, tuviésemos que pedir perdón por ir a jugar un partido de futbol, por intentar no llegar tarde al trabajo o por tener un celular y pretender conservarlo. 

Nos han adoctrinado en la idea de que somos culpables y responsables de las desdichas de los vándalos (segregados y discriminados) y por ello, estos tienen derecho a pisotearnos, vejarnos y robarnos; …¡incluso debemos dar las gracias si tras todo eso nos perdonan la vida!

Tirapiedras, piqueteros, ladrones y homicidas son tratados como víctimas y caminan impunes, dueños de las calles y de nuestro destino.

Una enferma mental, como la que pegó las bengalas en el cuerpo de su hijo, increíblemente no está presa.  En un juicio abreviado se la sentenció a 2 años y 8 meses de prisión EN SUSPENSO.

Más allá de lo llamativo que resulta la celeridad del juicio (ojalá fuese igual de veloz con los políticos y empresaurios), lo que causa ESPANTO es que esta desquiciada ¡mantiene la custodia de sus hijos!  Los actos de esta ¿madre? son iguales o peores que lo que podría realizar un padre abusador; no quiero pensar que esta condena indulgente se deba a su condición de mujer. 

Eso sí, la ¿Justicia? fue durísima en el resto de su sentencia… la madre no podrá concurrir con su hijo al estadio de fútbol, deberá realizar un tratamiento psicológico y ¡48 horas de tareas comunitarias!

Por supuesto que los cavernícolas (con perdón de nuestros antepasados), aquellos que atacaron el colectivo a pedradas están libres y vaya a saber cuándo serán condenados a cumplir una pena ejemplar, como por ejemplo, escribir 100 veces en el pizarrón “no debo tirar piedras”.

También resulta llamativo como los medios socialdemócratas y políticamente correctos, los mismos que defienden el igualitarismo y el derecho de los delincuentes por sobre el de las víctimas, insinúan (como siempre no se juegan), que los cantos y las señas de los jugadores de Boca en el ómnibus, serían los “detonantes” del ataque.  Increíble ¿no?, para estos perioditruchos andar con piedras en los bolsillos es re-normal; mientras que una chanza (a lo mejor desubicada), merece la pena capital.

No me sorprende la dirigencia empresarial, institucional, sindical y política de cuarta que tenemos; tampoco me sorprende que los argentinos pequen, unos por cómplices, otros por ventajeros, aquellos por parásitos y el resto por cobardes e indolentes.

Lo que si me sorprende, es que no se levanten de su tumba los Belgrano, los Sarmiento, los Alberdi, los Güemes o los San Martín y  nos caguen bien a patadas en donde lo merecemos.

Nos hemos transformado en un país de cuarta, ¿tanto sorprende que no se invierta un peso en la Argentina?, ¿enserio creemos que alguien va a poner algo de capital en un lugar con -10 en seguridad jurídica?, ¿en un lugar en donde “el que no llora no mama y el que no afana es un gil”?  Eso sí, el que trabaja paga impuestos como esclavo; el que circula por la calle en paz, es arriado como ganado para que no moleste a los dueños de la calle (los piqueteros) y el hombre de bien es presa de los delincuentes, como si fuese un pichón en un coto de caza.

Sólo La Rebelión de los Mansos terminará con El Imperio de la Decadencia Argentina; pero para que ello  suceda, debemos ser conscientes de dos verdades que nos advierte Dante Alighieri: que “el secreto para que las cosas sean hechas está en hacerla” y que “el más oscuro rincón del infierno está reservado para aquellos que conservan su neutralidad en tiempos de crisis moral”.


 

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