Presunto culpable
Malú Kikuchi
Periodista. Conductora de "Cuento Chino" y "La Dama y el Bárbaro", radio El Mundo. Premio a la Libertad 2013, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
La ONG internacional
Human Right Watch (HRW), a través de su director para las Américas, José
Vivanco, denunció al príncipe Mohamed Bin Salman (MBS) de 33 años, heredero del
trono de Arabia Saudita y hombre fuerte de su país, por delitos contra los DDHH
en Yemen, por la muerte de Jamal Khashoggi y le pidió a la justicia argentina
que se hiciera cargo.
¿Qué tiene que ver
Argentina con la guerra del Yemen o con el asesinato del periodista del
Washington Post, ocurrida en el consulado de Estambul (2/10/2018)? Nada. HRW,
apela al artículo 118 de la Constitución nunca usado, el 118 que dice:”…(el
delito) pero cuando este se cometiera fuera de los límites de la Nación en
contra del derecho de gentes, el congreso definirá por una ley especial el
lugar en que haya que seguirse el juicio”.
Muy rebuscado. El vice
canciller Daniel Raimondi dice que el príncipe MBS está amparado por el acuerdo
de Inmunidad especial de 1969, que suscribió Argentina, ya que MBS está acá en
representación de su país. Macri sostuvo lo mismo. El fiscal Ramiro Gonzáles
elevó la denuncia al juez federal Ariel Lijo y éste la pasó a cancillería para
que esta averiguara.
Por ahora no se sabe si
hay denuncias ante la Corte de La Haya. Pero si las hubiera, con pruebas,
Interpol habría impuesto alertas rojas, y no las hay. Por lo menos que se sepa.
Mientras, se supone que cancillería argentina debería mandar a Yemen un pedido
de informes sobres las denuncias, de las supuestas violaciones a los DDHH
durante la guerra.
Yemen tiene una extensa
frontera con Arabia Saudita. Su capital es Saná. Hasta finales de 2014, su
presidente era Abdrabbo Manzur Hadi, cuando los Huthi tomaron el poder. El rey
de Arabia Saudita, Salman, acudió en apoyo de su amigo yemení. Se formó una
coalición con los Emiratos Árabes Unidos y casi todo el mundo árabe para
recuperar Yemen. MBS era y es, el ministro de defensa de su país.
Recién ahora, los Huthi
declaran que dejarán de enviar misiles sobre Arabia Saudita; la coalición está
dispuesta a negociar y la ONU será la veedora de este posible acuerdo que daría
fin a una guerra cruenta, como todas las guerras y que dura desde el 2015.
¿Quién es Mohamed Bin
Salman? Designado heredero por su padre, dicen que trabaja 16 horas diarias.
Acumuló poder y lo hizo sentir. En un país detenido en el tiempo, fue “un
reformador revolucionario” que deslumbró a occidente el año pasado cuando creó
una comisión anticorrupción, que presidió. Y en pocos días destituyó la cúpula
militar.
Apresó a los 11
príncipes más poderosos del país y les expropió parte de sus empresas.
Encarceló decenas de religiosos, prometiendo “un Islam abierto y tolerante”.
Intentó diversificar la economía para que no dependiera sólo del petróleo. Está
construyendo una enorme planta de energía solar. Hasta se metió con la
constructora de los Bin Laden.
Permitió que las
mujeres pudieran conducir autos y que festejaran junto a hombres en un estadio,
algo insólito en Arabia Saudita. El año que viene abrirán sus puertas las salas
de cine, prohibidas por el Islam *wahabita. En un país con 31 millones de
habitantes, la mitad es menor de 25 años, algo muy a favor de MBS. Pero ¿cuántos
heridos ha dejado atrás?
Todos los apresados,
los que se quedaron sin poder, los dejados de lado, ¿no querrán vengarse?
Todavía tienen mucho dinero y amigos en todas partes. Más los “intereses
creados” de los que hablaba *Benavente. ¿Por qué no pensar que entre todos
ellos pudieran haber urdido una feroz venganza que les sacara del camino a este
“loco reformista”?
El asesinato de Jamal
Khashoggi en el consulado saudí en Estambul, es obra de un alienado. Si MBS lo
quería muerto, ¿no era más simple contratar a través de terceros un sicario en
EEUU y matarlo de un tiro en un callejón? ¿Par qué el morbo de descuartizarlo?
De la guerra en Yemen todos son culpables. La guerra en sí es un ataque a los
DDHH.
Por ahora, sin pruebas,
está condenado por los medios políticamente correctos que quieren mantener el
status quo del atraso en el reino saudí. Mohamed Bin Salman, heredero del trono
de Arabia Saudita es sólo un presunto culpable. ¿O es en verdad culpable? La
duda está permitida.
*Jacinto Benavente (1866/1954)
dramaturgo y guionista español, premio Nobel de
Literatura, 1922.
*Muhammad Ibn Al Wahhab
(1703/1792), clérigo, quería volver al “Islam puro” del “salef”, los
predecesores al tiempo de Mahoma (571/632).
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