Un liberalismo abierto al peronismo
Diana Ferraro
Escritora
Al peronismo actual, en
casi todas sus variantes, le hace falta un urgente regreso a su propio pasado
de los 90, recuperando los éxitos y revisando los más notables fracasos. Entre
estos, la carencia de una reforma fiscal federal que hubiese permitido a las
provincias la chance de una economía genuina y sana, (evitando a la vez la
quiebra de la Nación creada en 2001 por administraciones ineficientes, p, ej.
en la Provincia de Buenos Aires) y la igualmente grave carencia de un soporte
eficaz para la reconversión de empresas y trabajadores afectados por la
apertura del mercado. En cambio, al liberalismo le hace falta un esfuerzo
psicológico que nunca hizo del todo. De cara a las elecciones de 2019, sería
conveniente que intentara reconocer y aceptar como aliado formal a ese peronismo liberal que le es profundamente
afín.
Si el peronismo de los
años 90, supo abrir los brazos al liberalismo, el mismo liberalismo de aquellos
años que aceptó el abrazo, se niega hoy a reproducir el gesto y, superando los
viejos odios, resentimientos e incluso las justas motivaciones de rechazo a un
primer peronismo inevitablemente totalitario y anti-británico, permitirse abrazar a ese peronismo evolucionado que es,
en muchísimos aspectos, su semejante.
Esto no es una materia
política menor. Las próximas elecciones CASI seguramente podrán ser ganadas por
Mauricio Macri para un segundo mandato, pero ese CASI va a costar un nuevo año
de postergación en las decisiones relevantes de inversión y una nueva demora en
el desarrollo general del país. Es CASI seguro que Macri y la actual línea que
tímidamente apunta a un mayor liberalismo ganen, pero no es TOTALMENTE seguro.
Más aún, analistas
locales y extranjeros perciben y señalan siempre el desencanto y sufrimiento
colectivos de todos aquellos que supieron apoyar a este gobierno en las dos
últimas elecciones, pero no tienen hoy ni el enamoramiento por ni la convicción
en los planes futuros del gobierno. Es decir, en el mejor de los casos, se va a
votar a lo menos malo por oposición al enemigo señalado por el gobierno como
alternativa: la ex presidente Kirchner.
Ahora bien, esa misma
ex presidente que a veces posa de peronista y otras de izquierdista con su
Unión Ciudadana, tiene también una importante oposición peronista que a veces
posa de pragmática aceptando una eventual alianza con la incompatible ex
presidente y otras, se exhibe como un peronismo social demócrata u ortodoxo tan
diferente de Macri como de la ex presidente. Por otra parte, una oposición
peronista menor, identificada con el peronismo liberal de los años 90, busca
una alianza con Macri o. por descarte, con el peronismo social demócrata toda
vez que los consejeros habituales de Macri recomiendan a éste rechazar una
alianza con cualquier tipo de peronismo. Este peronismo dividido en tres
opciones tiene bastante más tela para cortar que la que habitualmente se
observa, y no remite necesariamente por su fragmentación a asegurar una
automática victoria de Cambiemos.
No se trata sólo de que
importantes dirigentes de Cambiemos como Rogelio Frigerio y Emilio Monzó
perciban la importancia de sumar al peronismo afín a Cambiemos. Existe más bien
una situación de fondo que nadie aclara y que explica la increíble demora del
Presidente Macri en hacer las reformas esenciales: el peronismo no es sólo el
duhaldismo o el kirchnerismo de las últimas dos décadas, el peronismo es
también aquel que en los 90 hizo lo que hoy quiere hacer Macri, y de un modo
mucho más expeditivo y exitoso. La razón de sumar explícitamente al peronismo
liberal a Cambiemos es la necesidad de asegurar el rumbo argentino desde ahora con
una representatividad ampliada. Si hay un peronismo fuertemente instalado como
tal dentro de Cambiemos y recuperando su pasado afín, muy posiblemente
arrastrase consigo dentro de Cambiemos al buena parte del peronismo
socialdemócrata no dispuesto a avalar a la ex presidenta.
Es cierto que
Cambiemos, tal como está constituido hoy, puede aparentemente ser una minoría
mayor a la del kichnerismo o a la del peronismo socialdemócrata si van
separados y casi seguramente competir airosamente en un ballotage con
cualquiera de los dos. Menos probable es que Cambiemos predomine si el
kirchnerismo y el peronismo socialdemócrata van juntos, ya que los peronismos
sumados podrían transformarse tal vez una opción mayoritaria, aunque parte del
peronismo no kirchnerista y no socialdemócrata, es decir, el peronismo liberal
sin representación propia, votase quizá una vez más a Cambiemos.
Más dudoso aún sería un
triunfo de Cambiemos en el caso de que este peronismo liberal convenciera de
esta estrategia a sus pares socialdemócratas, reforzando el historial liberal
común de los años 90, y compitiera con Cambiemos con un discurso semejante.
Ofrecerían en ese caso a los votantes, una nueva oportunidad de cambiar y
refrescar el aire político con la certeza de continuar en el mejor rumbo de
Cambiemos y mejorar lo actuado, con el imbatible background de lo mismo, mejor
hecho, de los 90.
La única elección a
prueba de fracaso sería aquella que enlazara a Cambiemos con ese peronismo
afín, no kirchnerista y no socialdemócrata, sino liberal. A este peronismo hoy
minoritario podría también convenirle la alianza, y entre ambos plantear un
modelo de economía liberal con sindicatos igualmente liberalizados que puedan
ampliar su acción social, y con una
reforma federal fiscal consensuada con las provincias de los candidatos
peronistas que adhirieran.
El peronismo liberal
que Cambiemos desdeña tiene una doble chance: aliarse con Cambiemos o intentar
predominar con su razón histórica dentro de la gran masa de dirigentes
peronistas socialdemócratas u ortodoxos sin nada nuevo para ofrecer. Hasta
ahora, la alianza con Cambiemos parecería ser la potencialmente más eficaz para
asegurar el rumbo ya elegido en las dos últimas elecciones, ampliarlo,
revitalizarlo y afirmarlo.
Esta nueva coalición
tendría la ventaja de presentar a la comunidad un modelo de país ya unificado
en sus grandes bases y futuras políticas de gobierno y que se opondría a los
modelos estatistas. ya del kirchnerismo, ya del antiguo peronismo.
Sin embargo, los
prejuicios en contra del peronismo, no sólo de algunos de los dirigentes de
Cambiemos sino de parte de la ciudadanía. Por una dificultad en comprender los
hechos en su secuencia y tal como fueron, se adjudica un fracaso a la política
económica liberal, sepultando los logros de los años 90. Pocos se han animado a
ver y asumir la historia completa. Esta carencia de liderazgo puede hoy aún más
que la necesidad de una certeza para 2019. Tampoco el periodismo le pone el
cascabel al gato, cómodo en general con todo lo que sea criticar a cualquier
liberalismo, ya sea macrista o peronista.
En una coalición que se
llama Cambiemos, hay más resistencia al cambio que en el propio peronismo: el
peronismo ya cambió en los años 90, aunque muchos peronistas no se hayan
acostumbrado aún a utilizar aquellos logros en su propio beneficio. El
peronismo hizo el cambio a una velocidad infinitamente superior a la del actual
gobierno (recordar la velocidad en las privatizaciones y en la apertura de la
economía al mundo, el casi inmediato ingreso al G20, el ser aliados extra-OTAN,
etc.) y con una infinita mayor eficacia.
Consiguió una Inflación cero durante diez años(arruinada al final por la
falta de un federalismo fiscal) y ganó un merecido respeto por la economía e
inserción argentinas en el mundo( respeto transformado en horror después de la
pesificación y ruptura de los contratos privados, llevada a cabo por el
socialdemócrata y estatista Duhalde).
El liberalismo
argentino actual debería recuperar la historia común en forma certera y dar un
abrazo a aquel peronismo que supo evolucionar, resistir y ayudar. Peronistas
fueron y son, no sólo aquellos que adhirieron al PRO en su momento por falta de
una inserción propia sino aquellos que estaban fuera, como el peronismo
cordobés que apuntaló a Macri en su elección como presidente. Juntos, pudieron
cambiar la historia y expulsar del poder al kirchnerismo y sus malas políticas.
La Argentina puede llegar a las elecciones de
2019 en la confusión histórica o en la común certeza de su destino, encarnado
en una coalición que una a todos los semejantes en contra de aquellos que sólo
supieron arrodillar el país y embarcarlo en un proyecto sin destino.
A muchos en Cambiemos
les gusta confundir en el kirchnerismo a todos los peronismos, soñando con una
victoria que eliminase a todos. Sin embargo, la realidad, esa única verdad,
podría llegar a ser muy diferente y representar un nuevo atraso y fracaso, en
el caso de que ni el peronismo liberal pudiese predominar en un peronismo
todavía muy estatista y socialdemócrata, o en el caso de que éste último se
aliara al kirchnerismo y juntos se llevasen al fin la victoria.
Así, a los que en
Cambiemos creen que una alianza con cualquier peronismo sería suicida les
respondemos: no se puede medir la aceptación de los votantes de una propuesta
que aún no se ha hecho. Tampoco se puede medir la capacidad de los propios
votantes antiperonistas de superar los prejuicios en beneficio del propio
interés.
Como siempre, la
diferencia la hará un liderazgo claro y eficaz que explique cuál es el proyecto
político que, para bien de la Argentina y los argentinos, debe predominar y
convoque a todos aquellos capaces de comprenderlo, acompañarlo y, a la hora de
las dudas, apuntalarlo.
Últimos 5 Artículos del Autor
20/09 |
Cato Institute: ¨Blind Spots: When Medicine Gets It Wrong, and What It Means for Our Health¨
20/09 |
ONG Bitcoin: Descentralizar
20/09 |
Homenaje a Armando Ribas
.: AtlasTV
.: Suscribite!
Dejanos tu email y recibí novedades y todo lo que te podemos ofrecer!