El Capitalismo es la opción correcta
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.


El presidente Macri deberá decidirse por seguir un rumbo netamente capitalista o seguir por el de un socialismo trasnochado que  le ha demostrado que no sirve, ya que en materia económica ha fracasado y,  por ello,  el nivel de confianza en su gestión, es cada vez más reducido.
 
La seducción por la utopía socialista que nos llevó a temer a bastarnos a nosotros mismos y a creer  en la planificación de la economía desde el Estado, ha traído infortunadas consecuencias,  como el aumento de la inflación, la desocupación y la pobreza.
 
Fue necesario, una vez más, ver los resultados, que siempre ofrece un Estado sobredimensionado, devorador del esfuerzo privado y debilitador de la sociedad civil, al asumir funciones que a ella le corresponden.
 
Como todos sabemos, donde hay intercambios, de cualquier clase que sea, hay mercado y de esto se trata, si es que se pretende mejorar en serio. Esencialmente,  su función es brindar información acerca de lo que necesita y quiere la gente. Por ello, crear y expandir mercados es la solución para morigerar la pobreza. Para ello hay que ampliar la acción electiva, luchando contra las corporaciones, eliminando las regulaciones que traban la economía, a fin de aumentar los grados de libertad económica. El gobierno actual como el anterior, le teme a la libertad que reclama la acción electiva, sin considerar los bienes que atrae su aplicación.
 
A pesar de la frustración que le ha seguido a tantas equivocaciones, nos queda la esperanza de un cambio fundamental que posibilite seguir el camino chileno o el que pareciera va a seguir Brasil o,  por lo menos, en lo fundamental  pretende. Y no es otro, que permitir el desarrollo capitalista. Preservar los avances de la sociedad de alta complejidad y mejorarla, desarrollando la dinámica del capitalismo, es el camino que debiera, sin dilaciones, encarar el actual Gobierno o el que surja luego de las elecciones.
 
Los políticos de raigambre socialista han cerrado los ojos al inmenso progreso que el sistema capitalista llevó luego de la Segunda Guerra a los países que lo adoptaron: no solo levantaron países destrozados por la guerra sino que mejoró la institucionalidad democrática, se enriqueció la cultura moderna y creció la autonomía personal y el aumento cualitativo y cuantitativo de los intercambios a nivel mundial.
 
Basta pensar, por el contrario, las consecuencias atroces que llevó el socialismo a países como la URSS y sus satélites, Cuba entre ellos, para desestimar cualquier propuesta que hiera o trate de menoscabar la propiedad privada y la economía de mercado. Y no solo ellos, también el gobierno laborista, en Inglaterra, y el peronismo en Argentina, entre otros, sin llegar al extremo soviético o cubano, en 1946, impusieron nacionalizaciones y limitaciones graves al capitalismo, con consecuencias, que en nuestro país, aún no hemos podido superar.
 
Es cierto, por otra parte que con el Gobierno del presidente Macri,  se ha mejorado, notablemente,  en el plano de las relaciones exteriores y en el contenido ético de las propuestas políticas, no obstante su evidente precariedad . Debiera, sin embargo, aumentar la seguridad jurídica, imprescindible para que gravite la credibilidad, la confianza, y la fe en el cumplimiento de los contratos, que no sean modificadas las normas abruptamente para modificar el significado de los acuerdos previos.
Le falta, al Presidente, convicción para  actuar en función de las expectativas de los mercados, mejorando la información y fortificando la institucionalidad que los apoya,  aunque sea difícil y requiera comprometidas decisiones políticas. Para ello lo votamos, esperando el cambio.
 
 Macri no es Perón, ni Néstor o Cristina Kirchner, está lejos de ser un presidente autoritario, pero si no corrige el rumbo y los errores, persistiendo en la ingenuidad socialistoide, puede perderse y perdernos en los encantos de la utopía.
 

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