Licencias a la importación: El futuro de las barreras no arancelarias en la Argentina
Néstor Aleksink
Especialista en comercio exterior y relaciones internacionales. Director Ejecutivo del Programa Argentina Exporta.
Los cambios producidos en el gabinete económico, generaron
una expectativa en relación a que también se generarían cambios en el rumbo de
la política económica; sin embargo, al momento de escribirse este informe, más
allá de rumores, cambios de importancia todavía no se produjeron.
No obstante, el gobierno entiende que hay muchos temas en la
agenda y que las modificaciones deben llevarse a cabo más tarde o más temprano,
ya que los logros que se pretendían a través de las políticas desarrolladas,
claramente no obtuvieron los resultados deseados, y los asuntos a corregir
comprenden un amplio abanico, pero muchos de ellos están asociados al comercio
internacional.
Tomemos, como ejemplo, una de las banderas políticas del
actual gobierno: mantener el superávit comercial externo como dé a lugar, y
para conseguir esto, como siempre lo dijimos, desde la simpleza del
razonamiento básico hay dos caminos: uno, incrementar las exportaciones, el
otro, bajar las importaciones. Obviamente, existen otras alternativas que
requieren de un mayor discernimiento y pueden explicarse en un documento que
sirva más allá de una apretada síntesis.
Desde hace décadas que nuestro país no tiene una política
para el fomento de las exportaciones, y en realidad las de otrora, algunas
pocas que se asemejaron a estrategias de inserción, estaban ligadas más a
manejos espurios de determinados sectores de nuestra economía primaria que de
conformar una política comercial.
En relación a las importaciones, bien es sabido que en el
último lustro se fue incrementando una tendencia de acrecentar los niveles de
proteccionismo a través de la implementación de las DJAI, (Declaración Jurada
Anticipada de Importación) que supuestamente estaba enfocada en dos pilares: un
proceso de sustitución de importaciones y la defensa de la industria nacional.
El resultado final fue negativo, porque como se insistió
desde un inicio, ningún habitante de nuestro país puede estar, en su sano
juicio, en contra de estos supuestos, más el contenido del plan tuvo falacias y
vacío de contenido real desde el principio al fin: una incapacidad evidente en
la toma de decisiones efectuada por funcionarios que no están capacitados para
hacerlas, como así también lo falaz de los preceptos enunciados, porque lo que
se estaba buscando en realidad era solamente parar la sangría de divisas
producto del incremento de las importaciones y no procurar un bienestar o
mejoramiento real del sector productivo nacional, éste sigue siendo un gran
tema pendiente.
Porque el régimen aún vigente de las DJAI está ahora yerto,
pero comprometido en su accionar desde sus concepciones iniciales, rayanas con
lo kafkiano, por las siguientes causas:
- Si se buscaba defender los intereses de la industria
nacional, no se entiende porque se traban importaciones de insumos básicos para
la fabricación de productos terminados, (incluso, muchos de ellos orientados a
la exportación) insumos que en nuestro país NUNCA se van a producir por ciento
de razones.
- Si se buscaba implementar un proceso de sustitución de
importaciones, nunca se efectuó un análisis de los sectores industriales que
podrían incrementar sus niveles de producción para para no depender de la
compra de productos foráneos.
- Si se buscaban incrementar los niveles de exportaciones
“obligando” a los importadores a generar ventas externas hasta compensar el
saldo importador de su empresa, esta política fracasó porque demostró la
ignorancia supina del tema “comercio internacional” de quién la llevó a cabo,
con una concepción hermenéutica que procuraba sortilegios que nunca llegaron, y
lo único que realmente generó fue la ganancia de un sector exportador que
transfirió internamente la nominatividad de las exportaciones, pero nunca de
este modo, generar una nueva exportación genuina.
- Incluso, muchas empresas que exportan e importan en forma
simultánea y que venden mucho más de lo que compran, tampoco tenían la
posibilidad de obtener sus licencias de importación en tiempo y forma.
- Los sinsentidos no acaban aquí: listas de precios,
promesas de compensaciones, aprietes de operadores sin identificación, malos
tratos y una negativa en la respuesta sin claridad de conceptos, conforman un
raro mejunje que dio como resultado empresarios zaheridos, indignación, temor,
carencia de planificación y hasta medidas retro aleatorias en el mercado
internacional y denuncias de incumplimiento en OMC.
Esta quimera debe dar lugar a una planificación seria, pero
no precisamos de un meigo para salir de este atolladero, sólo sentido común. En
un breviario, podemos decir que es indispensable ordenar estas medidas
proteccionistas, y apuntar hacia un plan de mediano/largo plazo para generar
más y mejores exportaciones.
El futuro inmediato, en cuanto a la aplicación de medidas
restrictivas, entiendo nos deparará un escenario de aplicación mixta, donde se
apliquen las siguientes pautas:
- Se liberará en forma paulatina, sin restricciones, el
ingreso de bienes considerados esenciales.
- Se mantendrá el régimen actual de DJAI para los productos
considerados como de “necesidad media”
- Se aplicará un régimen de Licencias No Automáticas para el resto de los bienes.
Lo que se está analizando en el equipo económico en estos
momentos cuales son los productos que entrarán en cada grupo, pero a modo de
ejemplo algunos productos suntuarios, además de ya tener una consideración
impositiva especial, conformarán parte casi con seguridad del grupo LNA.
Las LNA fue un régimen que prácticamente fue derogado a principios
del presente año, pero que volverá a tener plena vigencia para algunos
artículos. Preste mucha atención a los regímenes operativos establecidos por el
SISCO, las comunicaciones vía SICNEA y los cambios a introducir con la
implementación del Sistema Informático Malvina, ya que por estos conductos
estarán muchas de las respuestas a la continuidad operativa de las empresas que
trabajan con el comercio internacional.
Por ende, convivirán tres modos diferentes de poder
canalizar las operaciones de importación, y dependerá en cierto modo de la
capacidad analítica de los actuales funcionarios cuál será el criterio de
apertura o proteccionismo para colocar productos en cada grupo, y que no se
convierta en bulerías como en el caso del funcionario saliente.
Indudablemente, éste último aspecto está relacionado con la
balanza cambiaria, el estado mira con preocupación la caída de reservas, y el
escenario prevé solamente un mantenimiento de las exportaciones para el 2014,
un incremento en el nivel de importaciones de combustibles en u$s 4.000
millones para el próximo año y todavía una fuerte demanda en el sector
servicios, por lo cual mantener o incrementar el nivel de reservas deberá
buscar indefectiblemente otro camino.
La semana pasada se escuchó en corrillos que el estado
estaba negociando con el sector agroexportador un ingreso adicional de u$s
2.000 millones, pero desde ése sector el “dólar semilla” (dólar oficial menos
retenciones) no convence a una liquidación masiva, por lo que se espera un
correctivo por allí; por otro lado, el acuerdo con Repsol empujaría el acceso a
líneas de créditos externas que permitirían el acceso a fondos frescos que
irían a engrosar directamente los macilentos números de las reservas.
Los plazos e instrumentos de pago, serán también
herramientas consideradas por intermedio de los sectores financieros para
postergar la importación de determinados productos, “exigiendo” que se obtenga
plazos de pago más lejanos desde el efectivo embarque de la mercadería y evitar
pagos anticipados.
Por último, por suerte queda claro algo que vengo declamando
hace muchísimo tiempo, exportar es mucho más que dar un par de alaridos o
golpes en los escritorios, imponer planes u obligar a hacerlo, normalmente
responde a estímulos serios, planificación real y objetivos prefijados, todo
esto en un plazo de mediana o larga longitud, nunca en lo inmediato.
La identificación de mercados potenciales, incrementar las
exportaciones de productos con mayor valor agregado, capacitar al empresario
(primordialmente del sector Pyme) y analizar la eliminación de los principales
obstáculos locales que impiden ese crecimiento, deberían ser las discusiones
primigenias para sentar las bases de un crecimiento exportador para la próxima
década, en un escenario feraz para que ello sea posible y dejar de lado la
catatonía actual.
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