El gran engaño del ¨ajuste doloroso¨
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.




Días atrás, el FMI dijo que se requerirá “una mayor restricción del gasto”, para luego aclarar que no es novedad, sino que son los objetivos anunciados previamente. Y los conservadores aplauden todo recorte del gasto estatal, que sería un “doloroso mal necesario”. ¿Es coherente esto de que, para andar bien, hay que pasar por el mal? Según la lógica -que, por cierto, es una ciencia- para ir bien hay que empezar y seguir bien. Y es así.
Aunque el Estado es ineficiente incluso gastando -al no tener competencia que lo exija, desde que es monopólico en su territorio- un país puede crecer independientemente del gasto, que no importa en sí mismo sino cómo se financia. Pero el FMI insiste en bajarlo porque las cuentas están rojas y la solución de fondo es contraria al (multi) estatal -y por tanto, estatizante- FMI: achicar al Estado.
La baja del PBI en 2018 del 2,5% se debió a una caída de 2,4% en el consumo privado y, sobre todo, del 3,3% en el consumo público y del 5,8% en el nivel de inversión. Entonces, en lugar de machacar sobre la baja del gasto, deberían enfocarse en el crecimiento del PBI -lo que licuaría el gasto relativo- partiendo de que es el sector privado el productivo y eficiente y el que, incluso, financia al Estado. Así, hay que desregular para que actividades hoy prohibidas o encarecidas por una maraña regulatoria puedan desarrollarse. Además, debe disminuirse la extracción coactiva de recursos del mercado, y cubrir su déficit vendiendo las incalculables propiedades que el Estado posee, que son muchas más que las empresas -YPF, Aerolíneas, etc.- en las que suele pensarse. Pero el Gobierno va al revés: ajusta por el lado del gasto -sin achicar al Estado- y subiendo impuestos. Así, insiste en que las retenciones “en 2020 se eliminan” dada “una economía en crecimiento”. Pero la economía no va a crecer, al contrario, caerá sencillamente porque aumenta la exacción estatal al mercado.
Según el Gobierno, en 2018 la presión tributaria nacional fue del 24,1% del PBI, dos puntos menos que en 2015. Y el gasto público nacional entre 2015 y lo proyectado para 2019 bajará del 22% al 18% del PBI. Aunque esto fuera cierto, faltan sumar los intereses de la deuda que crecen y se dispararán, respecto del PBI, cuando ocurra una inevitable devaluación, producto de la inflación y no al revés. Aunque reconoce que “en 2019 la presión tributaria aumentará por las retenciones” y el Iaraf la estima en 26,2% del PBI.
Pero, aun suponiendo, además -y ya es demasiado suponer- que es cierto que los impuestos bajarán, deben sumarse la inflación y las tasas altas -otros métodos con los que el Estado absorbe recursos del mercado- y esto viene aumentando con lo cual es irracional creer que el sector privado no caerá. Con las tasas por las nubes, según Elypsis, la inflación de las últimas cuatro semanas fue del 4,5% y Ecolatina estima 3,8% para marzo. Suma y sigue.
Así, el PBI cayó 6,2% interanual en el último trimestre de 2018 y va para peor. Según el IPI-OJF, la producción industrial bajó 9,2% ia en febrero y la medición desestacionalizada registró una merma de 0,3% mensual, en enero había sido positiva (0,25%).
El índice de confianza del consumidor de la Universidad Di Tella cayó 3,5% en marzo, respecto de febrero, y 20,6% ia. La caída del consumo masivo en febrero promedió 5,7%, según Scentia. Por cierto, no extraña que el delito aumente en el conurbano bonaerense ya que allí se da el desempleo más alto, y subiendo: 11,4%, 37% del total nacional.
Para el presidente del Colegio de Corredores Inmobiliarios, hoy es imposible que las familias califiquen para el UVA. Así, en diciembre de 2018, en la CABA las escrituras cayeron 80% ia, y en particular las hipotecadas bajaron el 97%.
Según Macroview, entre otros, el BCRA no tiene reservas para evitar una corrida. Las netas suman u$s17.000 M, y no los u$s68.000 M informados oficialmente que incluyen el swap con China y los desembolsos del FMI. Así, entre los emergentes, los credit default swaps (CDS) -similares al riesgo-país- a 5 años de Argentina cotizaban el viernes a 776 puntos, el doble que el segundo en la lista, Turquía, con 397 puntos. Y el mundo no está como para derramar sobre la Argentina. En el primer trimestre EE.UU. crecería entre 1,1% y 1,3% tras hacerlo al 2,6% en el cuarto de 2018. Europa se ralentiza y China tendría su menor expansión en 30 años. Así, los principales bancos centrales retrasan el fin de sus estímulos. La Fed aclaró no subiría las tasas en 2019 y quizás una sola vez en 2020, mientras que el balance disminuirá el ritmo de reducción de liquidez, estancándose a partir de septiembre en unos u$s3.500 M.
Para algunos, el S&P500 hasta fines de año caerá 40% desde sus máximos. El viernes, la rentabilidad del bono a diez años del Tesoro cerró en 2,439%, quedando debajo del de tres meses, en 2,462%. Unos creen que esta inversión de la curva de rendimientos anticipa recesión, aunque para otros debe compararse con el de dos años que cerró a 2,32%.

Publicado en Ámbito Financiero.


 

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