Para no volver a llorar
Agustín Guardis
Participante del Programa de Jóvenes Investigadores y Comunicadores Sociales 2019 de Fundación Atlas. 



El Concejo Deliberante de Concepción en Tucumán trataba un proyecto para eliminar el cobro de las tasas municipales en las boletas de la EDET, empresa de distribución eléctrica, cuando la audiencia pública se interrumpió por la protesta enfurecida y desesperada de un grupo de ciudadanos que, apurados por la recesión económica actual, pedían por la reducción de impuestos, básicamente que el estado los deje de asfixiar.
 
El proyecto que se discutía exhortaba a la eliminación del cobro, a través del recibo de EDET, de la tasa municipal por alumbrado, barrido y limpieza. En ese mismo sentido, propone que estos servicios vuelvan a ser acreditados en Rentas de la Municipalidad.
 
Esto fue rechazado en primera instancia por el intendente Roberto Sánchez. Una muestra más del poder arbitrario y sin ningún tipo de reparos de nuestros gobernantes, que no hacen más que llenarse los bolsillos a costa de los trabajadores.
 
Sin embargo esto es más de lo que detallan los medios de comunicación. Hay que hacer hincapié en algo más importante aun y reflexionar profundamente sobre ello, que es nuestro insensato sistema político que hace más de medio siglo solo nos dejo en esta decadencia.
 
Un niño oriundo de Tucumán que estaba presente allí en la audiencia pública, acompañado por sus padres, entiende a la perfección cómo funciona el país y mejor dicho el estado argentino. Algunos podrían decir que no hace falta ser muy inteligente para verlo, pero con su corta edad tuvo el valor de decírselo en la cara a quienes tienen su vida y la vida de su familia en sus manos, y que lo están matando. Matando de hambre dice él, repite certeramente, matan su presente y su futuro. Entiende a la perfección la inutilidad de los funcionarios públicos argentinos, sin distinción partidaria, lo corrupto y facineroso de cada uno de los que integran los tres poderes, las mentiras que se repiten, la holgazanería y la falta de respeto total sin ningún tipo escrúpulos. "Mientras nosotros nos morimos de hambre, ustedes se sientan y no hacen nada" exclama el chico, la historia argentina que se repite hace casi 80 años. El chico pide a gritos, al borde del llanto, que lo dejen en paz, pide libertad y compromiso por parte de sus gobernantes. Ese joven nos representa a todos, pero cuidado no caigamos en los halagos falsos y sin sentido, debemos sumarnos a su grito, basta de dejar que los demás opinen por uno, alcémonos contra un estado enorme que nos oprime, nos quita empleo y reproduce una clase política parásita, corrupta e inoperante. “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”. Decía Martin luther King.
 
Un sistema quebrado y sostenido por las falacias, ya no puede subsistir mas, debemos clamar por nuestra libertad, juntos. No dejemos nuestros destinos, nuestras vidas en manos de incompetentes o habilidosos con sueños totalitarios. Escojamos con franqueza y razón a nuestros gobernantes, termínenos con las mismas caras de siempre, solo nosotros podemos decirle adiós para siempre.
 
           No hay lugar para mucho análisis, de las lágrimas y palabras del chico se deduce todo el dolor que cualquiera de nosotros venimos padeciendo hace años.
 
           Tenemos una situación crítica que atender y es trabajo de todos hacer que este sistema funcione. No tengamos miedo a señalarlos con el dedo, digamos en voz alta sus yerros, marquémosle cual es el camino que queremos seguir como nación, no hagamos la vista hacia un lado por miedo o costumbre, comprometámonos como sociedad, no seamos cómplices de estos funcionarios que depredan nuestro esfuerzo.                         
"Los hermanos sean unidos porque ésa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera", reza en uno de sus pasajes la obra literaria argentina por excelencia, el Gaucho Martín Fierro, de José Hernández. Hagamos una profunda reflexión sobre qué proyecto de país queremos y digámoslo sin miedo en voz alta como lo hace este chico.
 
 

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