Bailar sobre el flan elegido
Enrique G. Avogadro
Abogado.
"Si quieres ser recordado como un buen monarca,
sólo tienes dos posibilidades:
reinar en época de paz y tener la suerte de
estar en el trono en años de
bonanza, o ser el rey que guía a la patria
hasta librarla del infortunio".
Jo Nesbø
¡Qué semana vivimos, y cuántas
parecidas tendremos que vivir por lo menos hasta agosto, cuando votaremos en
las PASO! Los mercados, sin piedad e impulsados por algunas encuestas más que
dudosas (aparece un enorme porcentaje de indecisos), castigaron al Gobierno por
haber escogido a Cristina Elisabet Fernández como sparring en
las próximas elecciones; haberlo hecho cuando las aguas estaban casi calmas no
lo excusa del mortal pecado de haber puesto, nuevamente, a la Argentina al
borde del abismo.
Para contribuir a la tormenta
perfecta -inflación, recesión y cotización del dólar- aparecieron cisnes negros
internacionales de la mano de la suba en el precio del petróleo, el
fortalecimiento de la economía norteamericana, la crisis turca, etc.. Hasta es
probable que hayan contribuido a generarla algunos delincuentes locales
interesados en una futura impunidad tribunalicia, ya que disponen de sobrados
medios financieros para hacerlo: con la libertad y la fortuna propias no se
juega.
Fue sintomático que, al día siguiente
de los coincidentes titulares de La Nación y de Clarín que reflejaban
claramente el miedo de los jueces federales a sentar en el banquillo a Cristina
y sus testaferros, la Cámara de Casación pusiera un límite a la pusilanimidad
expuesta y confirmara que el 21 de mayo comenzará el primer juicio oral y
público a la banda de delincuentes que saqueó el país durante la prolongada
década kirchnerista. Por supuesto, sigue llamando la atención la notoria
inacción judicial frente a los Eskenazi y Jorge Horacio Brito, máximos
cómplices de ese desmadre, culpable de todos nuestros males actuales.
Pero por una vez, "Sinceramente
.", el Gobierno tuvo suerte cuando su contendiente publicó su
libro. El texto no deja duda alguna acerca de la falsedad del disfraz de "yegua
herbívora" (sic) que ha adoptado para tranquilizar a los
votantes; las confesiones escritas confirman que, de volver al poder, creará el
"Ministerio de la Venganza" y con él arrasará la pequeña porción de
institucionalidad que hemos recuperado. Por si fuera poco, Guillermo Moreno se
ocupó de explicar cuáles serán las características morales que imperarán aquí si
volviera a la Casa Rosada.
A mi modo de ver, y lo puedo decir
porque lo hago desde 2015, el error más grave cometido por Mauricio Macri fue
no detallar profundamente, al asumir, la magnitud del desastre que heredaba,
puesto que hacerlo le hubiera permitido apelar a la Historia y convocar a la
ciudadanía a pagar con "sangre, sudor y lágrimas" el
precio de la reconstrucción nacional.
Veníamos de un desastre
macroeconómico, pero no todos lo sabían y creían que los regalos en materia de
energía y transporte, entre otros, podían continuar hasta la eternidad; nadie
les dijo que era imposible salir del pantano de décadas de populismo
irresponsable y ladrón en sólo cuatro años. Pero, cuando ya ha transcurrido
casi todo el mandato, no vale llorar sobre la leche derramada.
Porque el otro déficit del Gobierno
atañe a su comunicación, que debiera centrarse en la inmensa cantidad de obras
públicas terminadas o en marcha, que en general resulta desconocida para los
habitantes de las ciudades, pero que beneficia -cloacas, pavimentos y cloacas-
a los más pobres, amén de reducir el costo -rutas, autopistas, puentes,
ferrocarriles y puertos- de la logística nacional.
Ya no creo en un triunfo de Macri en
octubre, porque hay muchos dispuestos a ejercer en su contra el voto-castigo,
sea por los serios problemas que afectan nuestros bolsillos, sea por la falta
de cumplimiento de sus promesas respecto a "terminar con elcurro
de los derechos humanos" (sic), habilitar la discusión sobre el
aborto libre e impulsar la difusión de la retorcida educación sexual. Habrá
candidatos que, levantando esas banderas, morderán con fuerza la base electoral
de Cambiemos.
Pero sigo pensando que lo logrará en
noviembre, ya que muchos volveremos a optar por el mal menor. Me parece,
entonces, que debiera explicarnos qué hará, en los primeros cien días de ese
segundo mandato, con la política y con la economía; necesitamos imperiosamente
de un plan concreto, que nos presente una meta temporal para salir de nuestras
eternas dificultades. En esa breve luna de miel, que toda sociedad mantiene con
el ganador de una elección, es cuando deberá adoptar las medidas más necesarias
aunque sean impopulares, porque la composición del H° Aguantadero no cambiará
demasiado (para diputados y senadores no hay ballotage) y en él subsistirán
kirchneristas irredentos, más que dispuestos a trabar en todo lo posible al
Ejecutivo.
Las estadísticas del riesgo-país, tan
meneado el jueves cuando superó por un rato los 1000 puntos, nos recuerdan
algunos valores que alcanzó en períodos recientes: 4753 con De la Rúa, 7720 con
Duhalde, 6769 con Kirchner y 1965 con Cristina. O sea, no nos asustemos más de
lo debido, ni permitamos que tantos economistas, encuestadores y periodistas
agoreros nos induzcan a creer que estamos aún peor de lo mal que sí estamos.
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