Manual del chanta argentino (y chiste de gallegos)
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Chiste de gallegos: Manolito sugiere “oie Pepe, pa controlar la inflazión pongámos prezios máximos, empezando por el dólar”. Y Pepe, sorprendido, responde: “Pero que inteligente eres Manolito, pos claro, si pones un máximo el prezio no sube más, que máximo quiere dezir que nadie lo supera. Hala, le digamos al BCRA”.
La moneda no es “extra cósmica”, como los políticos -y burócratas como los del FMI- quieren que creamos para esconder que a la inflación la provocan ellos. La moneda, por tanto, cumple la primera regla del mercado: oferta y demanda. Así, al emitirse más de lo demandado -o la inversa, si se absorbe demanda- en tiempo real el valor del peso cae. Leyó bien: el valor del peso cae, el dólar no se mueve (la Fed ni se entera).
Si hay passthrough, es solo eso, passthrough -traducido: pasar a través- es decir, dada la inflación, los precios suben, el del dólar también y correlativamente van subiendo todos. Pero como los límites máximos -léase ZNI-, los precios máximos, nunca funcionan, el chanta argentino atribuye el fallo a la “falta de credibilidad” porque no puede justificarlo, esconde la basura bajo la alfombra.
Si la credibilidad -o las expectativas, otro cliché del chanta nacional-, fuera importante en macroeconomía, Argentina hoy debería estar boyante. Recuerdo la “lluvia de inversiones” que prometió Macri confiando en su buen nombre: todo el empresariado, políticos y burócratas occidentales le creyeron. Pero los capitales, el mercado, hicieron números fríos y, vista la enorme tajada del Estado, no vinieron.
Por caso, como recordaron desde Zorraquín y Meneses, el Estado es, a través de las retenciones -sin sembrar una hectárea- el primer productor del país. Con una producción estimada de soja de 56 M Tn, “produce” unas 16 M por retenciones. Por cierto, desde la implantación del incremento de las retenciones en septiembre 2018, el precio de la soja cayó más de 30 u$s/tn, generando un déficit de recaudación de unos u$s 480 M.
En contra de la explicación de que las expectativas y la credibilidad no inciden en la macro, se argumenta que los operadores “especulan” al iniciar negocios o inversiones. En primer lugar, la enorme mayoría de las inversiones se realizan sobre negocios testeados. Por caso, una fábrica que tiene buenas ganancias, y demanda creciente, invierte para atender esa demanda.
Y en cuanto a los especuladores, que los hay, el Nobel Frederick Hayek escribió que: “Un problema central de la economía … es cómo la interacción espontánea de un número de personas, cada una poseyendo solamente partes de conocimiento dan como resultado una situación … que podría ser obtenida por acción deliberada solamente por alguien que poseyera el conocimiento combinado de todos estos individuos”.
Es decir, el mercado es la sumatoria de las acciones de millones de personas, y esa sumatoria -más allá de las expectativas o especulaciones de cada individuo- será fría y objetiva. Por ejemplo, si algunos especulan con que el dólar subirá lo comprarán, pero a la vez la expectativa de otros será que baje y venderán, y habrá quienes crean que el gobierno conseguirá la estabilidad. De esta sumatoria saldrá, finalmente, un dato objetivo: el precio del dólar, que registrará la devaluación del peso, la inflación.
Ahora, qué pasa si el BCRA ofrece dólares con la intención de contrarrestar la devaluación del peso, debida a la inflación. Simple, una bola de nieve: al vender dólares baratos provoca una exagerada compra que supone una baja en la demanda de pesos, es decir, inflación. Y el precio del dólar no será real sino artificial, con severas consecuencias como destruir a los exportadores.
Hoy la inflación se explica, más que por la sobre emisión, por la caída en la demanda como consecuencia del derrumbe del consumo, la venta de dólares baratos y las tasas exageradas. Si a esto le sumamos los descomunales impuestos que también suben, el PBI no dejará de caer, ya que es inversamente proporcional.
Según el Indec, la actividad económica -el EMAE- cayó en febrero 4,8% i.a. Y aunque subió 0,2% respecto de enero -gracias al agro que creció 5,9% i.a.- la curva cae ya que, contra el mes anterior, en enero había subido 0,6% y en diciembre 1%. Y las proyecciones privadas estiman que en marzo hubo un nuevo desplome de un 1% respecto del mes anterior. En cuanto a la inflación, algunas consultoras esperan una suba en abril, por caso, IPC Online estima 3,71% en Bahía Blanca, contra 3,21% de marzo.
Por su parte, el índice de salarios creció 2,7% contra una inflación del 3,8%, en febrero. Y aumentó 34,6% i.a. contra una inflación del 51,3%: diferencia de 16,7 puntos que supone una pérdida del 11%. Además, según Vistage, el 55% de las firmas prevé que disminuirá su nómina. O sea, caída del consumo asegurada.
Así las cosas, como anticipamos, las consultoras siguen corrigiendo sus pronósticos hacia la baja. Por casos, LCG ahora dice que la economía caerá 1,7% en 2019, y ACM proyecta una caída de 2% para el PBI. Hoy, solo 24,4% de las pyme cree que la recuperación comenzará este año, según CAME.
Publicado en Ámbito Financiero.
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