Peso real en Mercosur: ¿Un euro latino?
Martín Simonetta
Es Director Ejecutivo de Fundación Atlas para una Sociedad
Libre. Profesor titular de Economía Política I en UCES) y de Economía en Cámara Argentina de Comercio. Autor
de diversas obras. Fue elegido "Joven Sobresaliente de la Argentina
2004" (The Outstanding Young Person of Argentina-TOYP) por Junior Chamber
International y la Cámara Argentina de Comercio (CAC), habiendo obtenido la
mención "Animarse a Más" por parte de PepsiCo. Recibió diversos
reconocimientos tales como la beca British Chevening Scholarship para
desarrollar investigaciones en Gran Bretaña (British Council, la Embajada
Británica y la Fundación Antorchas,1999). Miembro del Instituto de Política Económica de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Académicamente es Licenciado en Relaciones Internacionales (Universidad del
Salvador, Buenos Aires), Magister en Política Económica Internacional
(Universidad de Belgrano), MBA (U. Isabel I, España), habiendo realizado un Posgrado en Psicología
Positiva (Fundación Foro para la Salud Mental). Ha desarrollado el programa
"Think Tank MBA" en el marco de Atlas Economic Research Foundation
(Fairfax, Virginia, y New York, NY, 2013).
Contacto: mcjsimonetta@gmail.com / Twitter: @martinsimonetta
Al asumir Bolsonaro, a inicios del presente año,
veíamos un presidente Macri que no quería acercarse tanto a la figura del
polémico y novedoso presidente de Brasil. Asimismo, desde los equipos del
brasileño le sugerían al nuevo mandatario iniciar una revisión de un
cuestionado Mercosur, vigente desde 1991. Transcurrieron los meses y la fuerza
de la política fue cambiando las cosas. A un punto tal que la tras la reciente
visita del presidente de Brasil a la Argentina hoy los medios hablan del “peso
real” como un “euro latino”.
¿Dónde estamos? Es cierto que el Mercosur, luego del
auge que tuvo tras su nacimiento en los 90 entró en una “zona confort” o
estancamiento, y el proceso de integración se detuvo, motivado por diferentes
factores. Uno de ellos, la imposibilidad de que los países firmen acuerdos
comerciales con otros países de forma individual y deban hacerlo en bloque.
Otro, más cercano en el tiempo, la abismal diferencia entre los niveles
inflacionarios entre Brasil, Paraguay y Uruguay, con una inflación
razonablemente más baja que la Argentina (que como sabemos hoy supera el 50%
anual).
Asimismo, en los últimos años el comercio
Argentina-Brasil dejó de ser tan relevante como lo era para ambos países, no
por una caída en los niveles de comercio intra-zona sino porque el comercio con
el resto del mundo creció a un ritmo mayor. De todos modos, hoy Brasil continúa
siendo el principal destino de las exportaciones argentina y principal país de
origen de nuestras importaciones, aunque en una proporción menor de lo que era
en el auge del Mercosur. Algo similar ha sucedido desde la perspectiva brasileña.
Esto es una buena noticia pues nos indica que –a pesar de un “Mercosur cerrado
al mundo”- el comercio de ambos países ha crecido más hacia el resto del
planeta y no sólo hacia el interior del bloque.
A pesar de todo, y aunque hoy tomamos muchos beneficios
por dados, debemos reconocer que el anquilosado Mercosur jugó un importante rol
décadas atrás. En los 80, en la pre historia del acuerdo, el vínculo comercial
Brasil-Argentina tuvo un significado más político que económico, alejando los
fantasmas de un eventual conflicto armado en la era pre-democrática. En los 90,
en el contexto de la caída del Muro de Berlín, significó derribar las barreras
comerciales internas, aunque generando barreras comerciales con el resto del
mundo. Hoy, en el mundo del Brexit y la “trumpización” del ex NAFTA (Acuerdo de
Libre Comercio de los Estados Unidos, Canadá y México), la exigencia a los
tratados comerciales parece ser otra.
El anunció del “peso
real” por ahora abre más preguntas que respuestas. Parece que estamos lejos de
una moneda común, cuando –como decíamos al inicio- la distancia entre los
niveles de inflación de Argentina y Brasil es abismal. Asimismo, debemos
preguntarnos si una moneda común -o un sistema de tipo cambio bilateral- es lo
más adecuado para este momento cuando ambos países enfrentan grandes desafíos
de más urgente necesidad de solución.
Sin dudas, el anuncio
muestra buenas intenciones de dos presidentes –como Bolsonaro y Macri- que
intentan representar a una América Latina no populista actuando conjuntamente.
Seguramente, los
próximos años nos dirán si la implementación de cualquier forma de “peso real”,
o “euro latino” (euro cuestionado por muchos en Europa) podrá avanzar o el
camino de los países del Mercosur tenderá más hacia el mantenimiento de los
avances en materia de liberación del comercio intrazona, la posibilidad de que
cada país firme acuerdos comerciales con otros países del mundo y pueda fijar
su arancel extra zona de forma independiente.
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