Un país con temor al pasado
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
Ya
estamos encaminados hacia las elecciones de octubre. Se van cerrando las
listas, y se empieza a saber quién va con quién y quienes competirán por los
puestos clave de la política.
Para
los desmemoriados, es bueno recordar que durante el Gobierno de la hoy
candidata a vicepresidente por el Frente
de Todos, marchábamos, francamente, hacia controles totalitarios en la
economía, con escasez de productos, mercados negros, descenso del nivel de vida
y corrupción institucionalizada. La política kirchnerista alentó la emigración
de capitales, impidió la reconstitución de las reservas monetarias y dilapidó
el esfuerzo hecho durante la presidencia del Dr Menem con estatizaciones que
regresaron la abultada burocracia estatal y el intervencionismo dirigista en el
mercado interno, entre otros males.
Ahora
enfrentamos otro problema, de orden político, si el sistema kirchnerista vuelve
o no al poder.
Los
argentinos votarán por la restauración de un sistema con vocación autoritaria o,
por un gobierno que no los ha dejado satisfechos en materia económica pero, sí,
en cuanto a la defensa del sistema republicano y democrático.
Para ser justos la economía no ha mejorado con
el actual Gobierno. En vez de hacer las reformas estructurales buscando consenso
en otros sectores, se manejó casi siempre solo, manteniendo un Estado demasiado
presente en lo económico. La producción y la demanda se hallan aún paralizadas
en muchos sectores porque cuesta atraer inversiones al país, por lo tanto, se
crean pocas fuentes de trabajo.
El
problema del actual gobierno, la falta de credibilidad de sectores que lo
apoyaron en la elección anterior, se debe a que no se tuvo el coraje de explicar la
catastrófica situación en que nos dejó Cristina Kirchner y tampoco para hacer
un real cambio de sistema, como lo intentó el ex presidente Menem. No se tuvo
éxito en lo económico por continuar con un intervencionismo híbrido que ha
perdurado hasta la actualidad con deplorables resultados.
El
presidente Macri creo que ha visto su error. Se ha abierto a sectores
democráticos para aumentar su base electoral aceptando en la vicepresidencia a
un peronista, el Dr. Miguel Ángel Pichetto, quien no desea la vuelta de la ex
presidente y que, como lo ha demostrado en anteriores gobiernos, es fiel y
trabaja, concienzudamente, para quien le ofrece participación en el poder. Puede
así, que aumente el caudal electoral y el apoyo en el Congreso si es reelecto.
Quienes
sufren la aspiración totalitaria del kirchnerismo y temen a las reiteradas
expresiones antirrepublicanas de la ex presidente y de algunos de sus cercanos
apóstoles, desean que, ante una polarización como la que se anuncia, llegue a
la presidencia el partido más democrático pero, sin que aspire a un cheque en blanco.
Es por
eso que desearían que antes de las elecciones el presidente Macri dijera cuál será su plan de gobierno, o mejor aún, su orientación económica. No aceptarán
demagogia y electoralismo porque saben, por experiencia, que los males que sufrimos
no se resolverán por estar todos juntos, y confiar en una persona, sino que
para salir del callejón se necesita terminar con los errores que persisten
todavía y que no se eliminan solo con correcciones al modelo sino con cambio de
sistema, dejando de lado políticas caducas con las que coinciden aún, sectores
radicales, peronistas, macristas y socialistas.
Rechazan
que se vuelva a reactivar la economía con emisión de moneda y política monetaria
electoralista, también políticas de desarrollo desde el Estado. Ya pocos dudan, luego de tanto fracaso, que una
sociedad libre, democrática y republicana. como la que desea el actual
presidente, debe ir acompañada de una economía capitalista.
Creen que no es el Gobierno el que debe
confiar a expertos la economía sino que debe orientarla para que sean las
personas las que la mejoren. Quieren una política que estabilice la moneda y
los precios, que eleve las reservas monetarias, disminuya el déficit del
presupuesto y devuelva a la empresa privada su responsabilidad y libertad de
acción, que puedan reequiparse y que se reduzcan las huelgas y piquetes por
aumento considerable de la ocupación y combate a la inflación. Aspiran a que
disminuya el tamaño del Estado y su intervención en la economía, baje el gasto
público drásticamente y los impuestos distorsivos, como prioridades del próximo gobierno.
Para lograr apoyo de la gente es tarea
ineludible combatir la inflación, ese injusto impuesto al asalariado y a los sectores
más pobres con rentas fijas, quienes ven que los bienes cuestan más sin que sus
salarios se modifiquen en el mismo sentido. Aunque perjudica a todos, no es lo
mismo sacarle a quien no llega a fin de mes, que a quien le sobran los
ingresos.
No cierran los ojos a lo que el actual
gobierno heredó, una inflación en marcha y un presupuesto desequilibrado, pero
tampoco a que asumieron sin haberse preparado, que no le dieron de entrada
importancia al déficit y a la inflación, manteniendo a la gente adormecida
frente a la crisis que se avecinaba. Puede aducirse que no se podía actuar
drásticamente con el presupuesto que tenían, pero es indudable que no se actuó
con responsabilidad pensando en lo que podía venir.
No
dejan de reconocer, sin embargo, lo que se
adelantó en estos cuatro años: apertura y buenas relaciones con el mundo
desarrollado, mejora de la Justicia, política de infraestructura y energética,
además de la defensa de las libertades individuales.
Esperan
el regreso de capitales nacionales y
extranjeros, éstos vienen si hay confianza en la estabilidad política y en la
disciplina monetaria, económica, y financiera, que el país se imponga. El
gobierno debiera crear las condiciones para que se hagan presentes y ayuden a mejorarla actividad privada, la producción agropecuaria, las industrias de
exportación que compitan con precios internacionales, así se emplearía materia
prima y un alto porcentaje de mano de obra nacional y los préstamos de
organismos internacionales o de bancos extranjeros, servir para ayudar a
realizar las reformas estructurales, sobretodo la impositiva y laboral, que se reclaman con urgencia, en vez
de utilizarse para subsidios y dádivas.
En cuanto
a la normatividad, las normas establecen
la dinámica del orden social, por lo cual, cómo sea el marco normativo será ese
orden; quienes voten por la continuidad del Gobierno, en su mayor número, lo
harán porque se respete la Constitución y se deroguen las normas que no
concuerden con sus principios.
En la sociedad de alta complejidad en que
vivimos, hay más tensiones psicológicas,
las personas son más libres, más responsables, la calidad de nuestro amor es
mejor, elegimos, hay más individualismo, más yo, más persona. Ello que
caracteriza a las sociedades abiertas es estupendo pero se paga con excesos: las
drogas traen secuelas, se alteran los genes, son como otras, experiencias de la
especie humana. En el campo de la política, todos, aun los más democráticos desean perpetuarse en el poder, por diferentes
motivos. Al exceso de poder lo combate lo que se juega en estas elecciones, la
institucionalidad, mejor justicia, mejor prensa, políticas que no lo permitan
como el pluralismo, privatizar (menos poder al Estado), sindicatos con menos fuerza que los partidos,
para que no le roben sus funciones, y más control de los que gobiernan.
Por último, buena parte de los argentinos, anhelan
una sociedad que abandone, de una vez por todas, la división arbitraria entre
kirchneristas y anti-kirchneristas, creada por el gobierno anterior, y la idea
de revancha y venganza, sustituyéndola por la unión de los ciudadanos de bien,
con valores republicanos, en un esfuerzo común, indispensable, para que el país
progrese.
Si en
éstas elecciones muchos votarán pensando en república o autoritarismo, esperan,
en un futuro no lejano, aventado ese fantasma, poder elegir entre opciones
electorales, con planes de gobierno alternativos, que dejen atrás la vieja
política de delincuentes y aprovechados, unidos por encontrados intereses e
ideales, reunidos solo por circunstancias de excepción.
En las
elecciones, según sea el resultado, veremos qué piensa, siente y quiere la
gente. Está, en la aventura de vivir, que las personas, los grupos y las
sociedades sobrevivan, mejoren, entren en estancamiento y crisis, o
desaparezcan, debido a su capacidad para practicar constante selección de
valores. Esperemos que los argentinos no se equivoquen y podamos ir hacia un
futuro mejor.
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