La economía milagrosa de Israel
Ricardo Valenzuela



Hasta hace unos años, aplicando terminología felina, si los emergentes países asiáticos eran “tigres”, Israel era un gatito enfermo y económicamente no se ubicaba en la liga de los grandes felinos. Israel surgía en el mapa al mismo tiempo que los tigres, pero con mucho mas a su favor. Con el devoto espíritu de los judíos en todo el mundo, con grandes sumas de soporte financiero, incluida ayuda de EU, el estado de Israel debería haber sido uno de los países más prósperos del mundo. Ninguna nación en su nacimiento había contado con ese soporte internacional, pero lo arropaban con socialismo.
 
Además, era invadido por un valioso capital humano—gente dispuesta a tomar cualquier carga que estableciera el estado y hacer los sacrificios necesarios, para lograr que la leche y la miel fluyera de las entrañas de su tierra. Durante algún tiempo Israel prosperaba y su socialismo parecía estar funcionando. Pero su destino apuntaba hacia la suerte de los judíos de la Unión Soviética, y sus gentes ya no emigraban a la tierra prometida. El gran atractivo de su ancestral tierra había sido destruido por la draga económica de políticas socialistas establecidas por todos los partidos políticos.
 
Constantemente amenazado, sin recursos naturales y su socialismo. Sus empresas propiedad del estado y su kibbutzim formaban la columna vertebral de su economía agraria e industrial, pero eran ineficientes y una pesada ancla que inmovilizaba toda su economía. Israel estaba en peligro de muerte. Fue cuando en la escena política aparecía Benjamin Netanyahu, un hombre con uno de los coeficientes de inteligencia más altos del mundo, ex miembro de las temidas fuerzas especiales israelíes, educado en EU en donde también había trabajado en una prestigiada empresa consultora, admirador de Reagan, pero odiado por Obama que financiaba una campaña para impedir que se reeligiera.
 
Pero Netanyahu ganaba la partida para archivar el socialismo y abrazar los mercados libres. Como Ministro de Finanzas y luego como Primer Ministro, implementó un plan para rescatar la moribunda economía del punto más crítico en su historia. Un inflado sector público y sus regulaciones congelaban el crecimiento. Iniciaba la liberalización de los mercados y un programa para terminar con el Estado de bienestar, requiriendo que la gente aplicara por trabajo o entrenamiento. Pasó luego a congelar el gasto del gobierno por tres años. Estableció un límite al déficit del presupuesto de 1% y, a partir de 2003, se alcanzó un superávit que se mantiene en tasas del 4% del PIB. El Sistema impositivo fue adelgazado reduciendo impuestos sobre ingresos y corporativos.
 
Continuaba con la privatización de activos del Estado incluyendo bancos, refinarías de petróleo, la compañía aérea nacional El Al, y Zim Integrated Shipping Services. Las edades de retiro fueron ampliadas y las leyes de intercambio de monedas fueron liberalizadas. Presionó a los bancos comerciales para democratizar el crédito. Desactivó los monopolios y carteles para ponerlos a competir produciendo más calidad y mejores precios. A medida que la economía arreciaba su increíble boom, el desempleo desaparecía extendiendo la prosperidad y Netanyahu emergía como el constructor de un milagro económico.
      
Bienvenidos a ‘Silicon Wadi’
 
Hace años Silicon Valley, en los alrededores de San Francisco, inició un desarrollo espectacular que lo ha convertido en la Meca emprendedora por excelencia, y capullo de inventos tecnológicos que están cambiando al mundo. Sin embargo, durante los últimos 20 años, Israel ha surgido como su competencia y una gran alternativa al otro lado del planeta, especialmente para enfrentar el monopolio de Google, Facebook, Twitter en su ataque para silenciar opiniones de conservadores e influenciar elecciones.
 
Tel Aviv se ha ganado el apodo de ‘Silicon Wadi’ o ‘EL Silicon Valley de Silicon Valley’, en referencia al grado de experimentación e innovación tecnológica con la que Israel supera con creces al Silicon Valley. Empresas como Face Book han contribuido de forma importante al desarrollo no solo de sus startups, sino también al impulso de centros de tecnología que nada envidian a Silicon Valley.
 
El país se ha convertido en la segunda potencia tecnológica mundial compitiendo con Estados Unidos, y exportador de muchas de las mejores startups tecnológicas del planeta, entre las que se encuentran ejemplos como Waze (vendida a Google por 1.000 millones de dólares), Trusteer (a IBM por otros 1.000 millones), Onavo (a Facebook por 120 millones) o Primesense (a Apple por 345 millones), entre muchas otras.
 
Le han construido una estructura económica, social y política que supera a los tigres asiáticos en muchos aspectos.
 
1.   Israel es ya uno de los pocos países y casos raros en la OCDE, que mantiene un superávit comercial mientras crece agresivamente, registrando cifras de entre 2 y 4% del PIB desde hace más de 15 años.
2.   El PIB se ha expandido a un ritmo anual de casi 5% entre 1990 y 2018, lo que se ha traducido en un ingreso per cápita real que se aproxima a los $50 mil dólares anuales.
3.   Se estableció un plan mixto de inversión y control de inflación ubicada en 400% en los años 80, para, en los últimos 17 años, alcanzar una tasa del 1 a 2%. La inversión se ha comportado con igual atractivo viajando del 25% del PIB% hasta una tasa superior al 30%.
4.   En materia impositiva, las contribuciones tributarias han bajado del 44.4% al 35.3% entre el 2000 y el 2015. El gasto público se ha reducido del 48% al 41% durante el mismo periodo.
5.   También la deuda se ha reducido en los últimos quince años, pasando de niveles cercanos al 90% del PIB en los 90’s, a un rango de 70% y en 2015 llegó a coquetear con un 65%.
6.   Israel ha logrado que el desierto haga milagros. Siendo un territorio en el que, hace 50 años su agricultura no produjera siquiera para el autoconsumo, hoy exporta más del 50% de lo que produce el sector agropecuario.
7.   Israel genera más compañías startups que Japón, Corea, India, Canadá e Inglaterra, y cada año lleva al Nasdaq más bursatilizaciones que Corea, Japón, Singapur, China, India y toda Europa juntos.
8.   Israel tiene un impresionante récord mundial de patentes registradas. En un periodo de 20 años, en Israel se constituyeron cerca de 18,000 empresas de alta tecnología que han aportado e invertido más de $30 mil millones de dólares de capital.
9.   Israel tiene el récord de ONG’ s liberales per cápita más grande del mundo, y un índice de premios Nobel per cápita superior a la media de la OCDE y muy cercano al de EU. ¿Por qué? La buena educación que produce ingenieros, científicos, emprendedores que, combinada con su instrucción militar, produce guerreros de los mercados en lugar de resentidos y acomplejados. 
 
El empleo ha crecido a la par acomodando a una población creciente. Los fundamentos macroeconómicos respaldan la solidez del "modelo israelí”, reportando una tasa de inversión estable del 30% del PIB y un nivel total de ahorro que, si en 1980 era del 15% del PIB, en 2010 ya llegaba al 22% y en 2018 había alcanzado casi el 30%.
 
Bajo la batuta de Netanyahu se ha invertido en innovación, se han liberado los mercados, se ha adelgazado al gobierno, se ha controlado el gasto público y el endeudamiento, se ha estabilizado la macroeconomía logrando ubicarse entre los primeros 20 países en el Índice de Libertad Económica Mundial. En 1960 el ingreso per cápita de Israel y México eran similares. Hoy día, el de Israel es cuatro veces superior al mexicano y mientras Israel cabalga hacia el futuro sobre la libertad, México abraza el socialismo que Israel eliminó para lograr su milagro.
 

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