San Pablo víctima de la mafia sindical
Gabriel Boragina

Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas. Egresado de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas). Autor de numerosos libros, entre ellos: La credulidad, La democracia, Socialismo y Capitalismo, La teoría del mito social, Apuntes sobre filosofía política y económica, etc. como sus obras más vendidas.




No nos estamos refiriendo -como algún lector podría pensar- a la populosa ciudad brasileña. Sino que nos referimos al apóstol con el cual se le diera su nombre. El Libro bíblico de los Hechos de los Apóstoles registra quizás uno de los casos más antiguos de lo que hoy llamaríamos la mafia sindical con sus típicos "aprietes". Veamos el pasaje al que aludimos en detalle:
 
Hch 19:21 Pasadas estas cosas, Pablo decidió en el espíritu ir a Jerusalén después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, debo visitar también Roma.
Hch 19:22 Y habiendo enviado a Macedonia a dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto, él se quedó en Asia por algún tiempo.
Hch 19:23 Por aquel tiempo se produjo un alboroto no pequeño por motivo del Camino.
Hch 19:24 Porque cierto platero que se llamaba Demetrio, que labraba templecillos de plata de Diana y producía no pocas ganancias a los artífices,
Hch 19:25 reunió a éstos junto con los obreros de oficios semejantes, y dijo: Compañeros, sabéis que nuestra prosperidad depende de este comercio.
Hch 19:26 Y veis y oís que no sólo en Éfeso, sino en casi toda Asia, este Pablo ha persuadido a una gran cantidad de gente, y la ha apartado, diciendo que los dioses hechos con las manos no son dioses verdaderos.
Hch 19:27 Y no sólo corremos el peligro de que nuestro oficio caiga en descrédito, sino también de que el templo de la gran diosa Diana se considere sin valor, y que ella, a quien adora toda Asia y el mundo entero, sea despojada de su grandeza.
Hch 19:28 Cuando oyeron esto, se llenaron de ira, y gritaban, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!
Hch 19:29 Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se precipitaron en el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, los compañeros de viaje de Pablo, que eran de Macedonia.
Hch 19:30 Cuando Pablo quiso ir a la asamblea, los discípulos no se lo permitieron.
Hch 19:31 También algunos de los asiarcas, que eran amigos de Pablo, enviaron a él y repetidamente le rogaron que no se aventurara a presentarse en el teatro.
Hch 19:32 Así que unos gritaban una cosa y otros otra, porque había confusión en la asamblea, y la mayoría no sabía por qué razón se habían reunido.
Hch 19:33 Y algunos de la multitud dedujeron que se trataba de Alejandro, puesto que los judíos lo habían empujado hacia adelante. Entonces Alejandro, haciendo señal de silencio con la mano, quería hacer su defensa ante la asamblea.
Hch 19:34 Mas cuando se dieron cuenta de que era judío, un clamor se levantó de todos ellos, gritando como por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios!
 
Si uno compara la "argumentación" de Demetrio y la de nuestros modernos líderes sindicales es difícil encontrar grandes diferencias, excepto en cuanto ya los gremios no se dedican a fabricar estatuillas de plata de templos o de dioses antiguos. Pero la mecánica del pretenso "razonamiento" de Demetrio es idéntica en el tiempo a la de los dirigentes sindicales actuales. Quizás pueda considerarse que San Pablo fue la primera víctima de la extorsión y las amenazas del sindicato más poderoso que existía en Asia de su época.
Nótese la astucia de Demetrio, que primero "arguye" sobre la pérdida de ganancias que la doctrina de Pablo estaba produciéndoles (versículo 19:25).
Subyace en el discurso de Demetrio una apelación directa al "peligro" de "la desaparición de las fuentes de trabajo" de los miembros de su oficio (versículo 19:27) lo que es un calco de las mismas demandas demagógicas a las que echan mano los sindicatos presentes. En este idéntico versículo el proto-sindicalista Demetrio hace una especie de apología que tiene un paralelo notable con las continuas coartadas de los atropellos sindicales escudados en la defensa de la "justicia social".
Demetrio -en su época- aludía a la "justicia social" de aquellos años, que estaba representada por el templo de la gran diosa Diana […] a quien adora toda Asia y el mundo entero, y proclama -como fin noble de su actuar mafioso- evitar que la diosa sea despojada de su grandeza. Diana (simbólicamente) vendría a ser algo así como el antecedente de la justicia social de hoy, es decir, la excusa perfecta para justificar cualquier abuso de quien invoque su nombre. Como vemos, los sindicalistas de todas las eras han venido manteniendo una estructura discursiva constante, invocando los emblemas de cada época para que les sirvieran de broquel santificador.
Otra analogía más con la actualidad: comienza su arenga Demetrio con la palabra Compañeros (versículo 19:25) con lo que Demetrio (hace más de 20 siglos) viene a convertirse en el precedente más remoto de Juan Domingo Perón.
Los versículos 19:32 y 33 respectivamente recuerdan las marchas sindicales de ahora en día, donde muchos de los que concurren ni siquiera saben a qué van, ni para qué, tal como testimonian los múltiples reportajes que los movileros periodísticos les hacen en plena calle. Así que hoy -como ayer los efesios del periodo de San Pablo- en las marchas y asambleas sindicales unos gritaban una cosa y otros otra, porque había confusión en la asamblea, y la mayoría no sabía por qué razón se habían reunido.
Impresionante el paralelismo del relato de San Lucas (autor del Libro de los Hechos de los Apóstoles que estamos comentando) con lo que a diario vemos en los tumultos convocados por los capitostes gremiales de nuestros días.
Finalmente, en la escena, no faltó el nacionalismo proteccionista de los revoltosos trabajadores de la orfebrería efesia, ya que…cuando se dieron cuenta de que era judío, un clamor se levantó de todos ellos, gritando como por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios! (Hch 19:34). No es dificultoso tampoco imaginar el cuadro, porque ese es el tiempo de duración aproximado de las aburridas peroratas sindicales en mítines, actos y asambleas también modernas.
En fin, luego de examinar este texto escrito hace más de dos mil años atrás, parece que al menos en este tema resulta -una vez más- ser cierto aquel célebre dicho "No hay nada nuevo bajo el sol".

 

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