San Martín desconocido

Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
“La soberbia es una discapacidad que suele
afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una
miserable cuota de poder”
José de San Martín.
La vida de Don José no fue perfecta, tampoco lo fueron sus
actos. Pero es precisamente esta
condición de ser humano acuciado como cualquiera, por sus defectos, vicios y
errores, lo que ennoblece sus logros.
Ser el más grande prócer de nuestra patria siendo un semidiós o un héroe
homérico es fácil, el mérito es serlo siendo una persona común de carne y
hueso.
La primera duda es acerca de sus progenitores. Se dice que fue el fruto de una relación
esporádica entre Diego de Alvear y Rosa Guarú, una indígena que estaba al
servicio de los San Martín. Esta versión
es poco verosímil, pues no existía necesidad alguna por parte de Juan de San
Martín, de asumir la paternidad de un hijo ilegítimo de una aborigen. Estos vástagos “accidentales” no eran para nada infrecuentes en aquellos tiempos.
Por otro lado, cuenta la leyenda, que una anciana le
preguntó a un soldado paraguayo acerca de San Martín, dicha mujer se supone que
guardaba un relicario con la imagen del libertador y aseguraba que era su
hijo. Este hecho estaría fechado en
1865, Don José nació en 1778, si esta aborigen hubiese sido madre a los 15
años, para el momento del encuentro con el soldado tendría la friolera 102
años.
También existen dudas con respeto a su paternidad. Es casi imposible saber si fue el padre
biológico de Merceditas. Al momento de
su nacimiento (1816), San Martín estaba casado y convivía con su esposa en
Mendoza. Remedios era una joven de 18
años, de una familia tradicional y muy enamorada de su esposo (al menos hasta
ese momento), lo que dificulta imaginar una infidelidad, al menos en esa época,
más adelante existen sospechas acerca de su lealtad.
Por su parte, la salud de San Martín no fue de lo
mejor. Sufría de reuma y de dolores
abdominales desde muy joven; en aquellos tiempos el único tratamiento para
combatir los dolores que la patología articular le producía era el consumo de
láudano (derivado del opio), fármaco del cual se volvió adicto. El consumo de esta sustancia no afectó sus
facultades intelectuales pero si su estómago, llevándolo a padecer severas
hemorragias digestivas que lo postraban durante días.
Otro misterio fue el encuentro con Bolívar en Guayaquil,
¿por qué San Martín le dejó el ejército y se fue a Europa?
Existen muchas interpretaciones, pero quizás la más
atractiva sea la que lo explica en relación a sus condiciones de masones,
calidad que sólo unos pocos ponen en duda.
Su pertenencia a la orden explicaría algunas de sus extrañas
decisiones de vida. Habiendo dejado de
niño el Virreinato del Rio de la Plata (territorio español), viaja a la
península y se suma al ejército español, luchando bajo su bandera durante más
de 20 años. Sorpresivamente pide la
baja, viaja a Inglaterra y desde allí se embarca hacia Buenos Aires, donde se
convierte en el paladín de la lucha libertadora americana. 10 años después, abandona América y regresa a
Europa para terminar sus días en el viejo continente.
Don José habría sido iniciado en 1808 en una logia en Cádiz,
de allí se dirige a Londres, donde traba amistad con su “hermano” el Conde de Fife y se vincula con los patriotas (también
masones) Alvear, Zapiola y Chilavert entre otros. En esta ciudad habría recibido de mano de la
orden, el plan Maitland para la conquista de América, plan que ejecutaría con
el fin de liberarla.
Ya en nuestro suelo, funda las logias Lautaro de Buenos
Aires, Córdoba y Mendoza; luego establece logias en Chile y en Perú. Es fundamental tener en cuenta que desde
Washington hasta Pueyrredón, pasando por O’Higgins, Miranda, Belgrano y hasta
el propio Bolívar, todos pertenecían a la masonería, lo que sugiere una
profunda relación de la misma con las luchas por la independencia libradas en
el continente.
Volviendo al encuentro de Guayaquil, este encuentro entre “hermanos” definió la división de
tareas: Bolívar se encargaría de la lucha armada y San Martín del
reconocimiento de las nuevas naciones en Europa.
Luego de un inoportuno desembarco en Francia (gobernada por
los Borbones), Don José comienza su periplo por Inglaterra, Escocia, Bélgica
(donde se acuña una medalla masónica con su perfil) y Francia, donde da por
terminada su tarea y en donde decide pasar sus últimos días.
San Martín, ¿era pobre o millonario? Ni una cosa ni la otra, digamos que tenía un
buen pasar. Recibía rentas de
propiedades en Buenos Aires, Mendoza y Chile, así como una pensión desde Perú;
también heredo un importante capital de su esposa Remedios. Don José tenía una casa en Paris y otra en
Boulogne Sur Mer.
Por último las
infidelidades del matrimonio.
Son conocidos los
romances del libertador con la patriota peruana Rosa Campuzano Cornejo y Carmen Mirón y Alayón; en menor
medida el que habría mantenido con una aristócrata chilena (según relata
Sarmiento) y ciertamente dudosos los que se le imputan con María Josefa Morales, con la mulata Jesusa y con Fermina González Lobatón . Lejos de justificar ese comportamiento, era
muy común que los militares (así como los marineros), alejados de sus hogares
durante años, tomasen esas “licencias”.
Del mismo modo, las esposas de los militares, solían “caer
en la tentación” más de una vez. Tal
parece haber sido el caso de Remedios, sea con Bernardo
de Monteagudo, en Buenos Aires o con Gregorio Murillo y Joaquín Ramiro, en
Mendoza. Estas aventuras no han podido
ser confirmadas y son una de tantas suposiciones que difícilmente sean
develadas.
Las hazañas, la
valentía, la entrega, el patriotismo, la modestia y la hombría de bien de Don
José, no son empañadas por sus debilidades de ser humano, más bien lo enaltecen
aún más.
Mitre lo
transformó en bronce, con el fin de convertirlo en un modelo y fomentar la
identidad nacional en una población cuyo porcentaje de inmigrantes llegó a ser
del 40% del total. Quizás fue una
decisión desacertada, no lo sé, tampoco creo que esa exageración nos
perjudicase como individuos, como ciudadanos y como argentinos.
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