Cuando los santos vienen marchando…
Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
“En tiempos de
hipocresía, cualquier sinceridad parece cinismo.”
William Somerset
Maugham
Este fin de semana, 850
mil personas acompañaron a las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro, en
la tradicional peregrinación salteña.
Pero este año tuvo un
condimento distinto. Por primera vez,
aunque se los invita todos los años, un Presidente se sumó al
acontecimiento. Ante la pregunta de para
qué concurría respondió, para "rezar como uno más por el futuro de todos
los argentinos".
Ya desde antes de su
arribo, distintos referentes de la Iglesia mostraron su descontento. El sacerdote Raúl Méndez, miembro de la
Pastoral salteña, criticó fuertemente la llegada del mandatario: “En estas
circunstancias su presencia será una provocación, que provocará (sic) la lógica
reacción”. “No tiene sentido venir a
empañar la fiesta de los salteños. Lo más razonable es que suspenda semejante
previsión y nos deje tranquilos. Mas bien que se ocupe de resolver los graves
problemas en que embarcó al país”.
Por su parte, el obispo
vicario general de Salta Dante Bernacki dijo: “me da la impresión de que no le
dio resultado la Pachamama y viene a ver si el Señor del Milagro le tira un
votito más”, además pidió que “la política crezca en dignidad, de promesas
incumplidas la gente está cansada, y es triste cuando la gente descree de la
mejor de todas las artes”.
A su vez, el arzobispo
provincial, Mario Cargnello, vertió también varios conceptos para
analizar. Primero le “pegó” al
presidente: “Mauricio, has hablado de la pobreza, llevate el rostro de la
pobreza”. Luego pidió tener “cuidado con
jugar con números cuando hablamos de los pobres” y advirtió que “les podemos
faltar el respeto”.
Luego le preguntó a la
clase política: “¿no es posible venir juntos caminando por la historia? ¿Por
qué creemos que la historia tiene que hacerse desde la pelea?”.
Otra homilía muy aguda
la brindó monseñor Samuel Jofré, obispo de Villa María Córdoba, quien aseguró:
“los males de nuestra Patria no nos han venido de Marte ni han venido por la
maldad de algunos personajes extranjeros. Nuestra Patria es lo que nosotros
hemos hecho de ella, tenemos que asumirlo”.
Es llamativo como estos
eclesiásticos han olvidado las palabras de Jesús: “a Dios lo que es de Dios y
al Cesar lo que es del Cesar”. Pero más
allá de este “detalle”, lo cierto es que resulta evidente el intento del presidente
por recuperar el “voto celeste” para las próximas elecciones.
Si bien Macri se
declaró "a favor de la vida”, ciertamente sus actos no avalan una clara
posición contraria a la despenalización del aborto; prueba de ello es el
proyecto del nuevo Código Penal elevado por el Poder Ejecutivo el día 25 de
marzo de este año.
El mismo propone entre
otras cosas: que el juez podría eximir de pena (a la mujer) teniendo en cuenta
“los motivos que impulsaron a la mujer a cometer el hecho”; prevé una escala
penal con un máximo de 3 años de prisión, lo que posibilita la imposición de
una pena en suspenso o arresto domiciliario y tareas comunitarias; aclara que
cualquier mujer puede abortar si el embarazo proviene de un abuso sexual y
finalmente establece que el aborto no será punible si se hace para evitar un
riesgo a la vida o a la salud física o mental de la mujer (esto último abre la
puerta al aborto de par en par).
Claramente los
representantes de la iglesia no confían demasiado en su defensa a la vida, por
ello el arzobispo opinó que “el hombre está llamado a contribuir al crecimiento
de la humanidad desde la familia”, mientras que monseñor Samuel Jofré aseguró
que: “Dios, podemos decir, no quiere nuestra pobreza, no quiere la violencia,
los robos, la corrupción, el aborto, la ideología de género”.
Finalmente el arzobispo
mostró la cara socialista de la iglesia (tan cara a los sentimientos del Papa
Francisco y de la doctrina social de la iglesia) al recordar en su homilía:
“ayer veía a los mineros, son gente humilde, que trabaja en situaciones de
inclemencia para darle riqueza a la república.
Los pobres no son una molestia, son una oportunidad. Los pobres son
maestros”. “Los mineros vienen junto al
dueño de la minera, al gerente y el último de los mineros. Y provocan una nueva
sociedad en Salta”.
Franca apología de la
pobreza como sinónimo de virtud y la actitud del “dueño de la mina” que
acompaña al “ultimo de los mineros” como el fin de la lucha de clases y la
aparición de la “nueva sociedad” tan alabada en la URSS.
Reafirmó el dogma
socialista:
“De cada quien según su
capacidad…” al exhortar a recuperar “el sentido ético en nuestra economía”, que
“debe estar al servicio del hombre, creando un orden social más humano”, y
alentando a “no destruir el tejido social alimentando la inequidad”.
“…a cada quien según su
necesidad”, llamando a “amar a la Patria
haciéndonos cargo de los hermanos es un compromiso ineludible que debemos
asumir entre todos, con apertura de corazón”.
Exhortó a recuperar “el sentido ético en nuestra economía”, que “debe
estar al servicio del hombre, creando un orden social más humano”, y consideró
necesario que “no destruyamos el tejido social alimentando la inequidad”.
Mucha tela para cortar,
entre un presidente ávido de votos y una iglesia que no pierde los vicios de
invadir los espacios políticos y proponer ideologías fracasadas en el mundo
entero.
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