El Guasón: Cuando el “disvalor” gana

Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
“A los hechos no les interesa tus sentimientos”
Ben Shapiro
No
temas, es poco y nada lo que voy a comentar sobre escenas puntuales de la
película, de todos modos, si temes que haga “spoiler” no leas el
articulo.
Como
segunda advertencia, la palabra “disvalor” que utilizo no es reconocida
por la RAE. Me imagino a los defensores del
“lenguaje inclusivo” abalanzándose sobre mi persona diciendo “¡cuando
te conviene usas palabras que no existen!”. ¡Y si!, es cierto, utilizo una palabra inexistente
de uso cotidiano, porque no encuentro un término apropiado que describa el
concepto. Muy diferente es inventar un mamarracho
con un fin ideológico.
Fui
al cine a ver esta película, a la espera de encontrarme con una suerte de “antimateria”
de Batman, una imagen refleja del superhéroe en el mismo formato, algo parecido
a lo que fue “Pingüino”. Lejos de
eso, el mundo en el que esta ambientado el Joker, es más cercano al nuestro que
a la imaginaria “Ciudad Gótica” original; quizás el autor pretende indicarnos
el camino hacia un “futuro liberador” donde reine esta “anarquía
ética y moral” propuesta.
En
realidad, la ciudad Gótica de Batman tiene más que ver con el arte gótico (modernizado),
mientras que el Guasón es más cercano a la subcultura gótica.
El
mensaje encriptado de esta película es contundente y podemos dividirlo en dos
partes:
El hombre (genérico) no es libre, es fruto de la sociedad y por lo tanto,
no es responsable de sus actos. El
protagonista de este film padece las de Caín, sistemáticamente “la sociedad”
(incluida su familia) lo maltrata, lo discrimina, lo ningunea y finalmente lo
excluye. Los ricos se aprovechan de los
pobres, los políticos abandonan a los más necesitados y fruto de todas estas
circunstancias, el personaje central de la película (que encarna
involunatriamente la representación de un “sector social” del cual se
vuelve un icono), es “empujado” a convertirse en un “animal”
antisocial.
Es
interesante ver acá un guiño a Foucault y a su “historia de la locura”. El Guasón "padece” (para la
ciencia, no para el posmodernismo) una enfermedad mental que no le impide vivir
con los “sanos” evitando la hospitalización que alguien padeció. En su insania, expone una contraposición
entre su bondad y la maldad de la sociedad, la película relativiza
la demencia de él y la traslada a la comunidad.
El Joker asegura que lo cómico es que lo traten como sano siendo enfermo,
derrumbando así la frontera entre ambos.
Los “valores” son un constructo social que paradójicamente no tienen
valor. Llegando al final de la película, se realiza,
metafóricamente, un juicio donde el modelo social es el juez y la propia
sociedad es el tribunal. En este
momento, el Guasón asegura “la comedia es subjetiva, el sistema que tanto
sabe, siempre decide lo que esta bien o mal, del mismo modo que decide lo que
es gracioso o no. Todo el mundo es
horrible hoy en día, suficiente para volver loco a cualquiera”.
En
esa afirmación, el Guasón traza un igualitarismo entre preferencias y valores,
mezclando pera con manzanas. Esta
maniobra dialéctica es de las preferidas de los posmodernistas.
Las
preferencias (me gusta el chocolate negro y no el blanco), son subjetivas,
libres, personales e incuestionables.
Pero los valores tienen otra lógica, no es indistinto comer carne de
vaca que comer carne humana, no es lo mismo respetar al prójimo que apedrearlo. Los valores presentan escalas valorativas
(valga la redundancia) acordes a la esencia del ser y conducentes a nuestra realización
como seres humanos. Si no fuese así, si
no existiese lo bueno y lo malo, no tendría sentido hablar de evolución o de
avances de la sociedad.
Si
el bien, la verdad y la realidad fuesen subjetivos y por lo tanto dependiente
de cada sujeto, la idea de mal, mentira o fantasía dejan de tener sentido. Esta afirmación relativista posmodernista es
inconsistente en sí misma, ya que si todo es relativo (subjetivo), esa propia aseveración
lo es y deja de tener valor.
Luego,
si es una autoridad pública o “el sistema” es el que decide lo que es
bueno o malo (valores), o lo que es cómico o no (preferencias); nos
encontraríamos ante una dictadura, típico de los regímenes totalitarios como el
comunismo o el fascismo, o de las pseudo democracias de los populistas. Cualquiera de estos sistemas son contrarios a
las ideas de la libertad que en principio el Guasón pretende denunciar y que
conducirían a la anarquía.
Esta
película es una proclama abierta en contra del liberalismo, en contra de la
cultura occidental que ha conducido a la humanidad a niveles de crecimiento
económico, igualdad ante la ley, seguridad y libertad personal impensados hasta
hace apenas 100 años.
Desde
aquel Mayo francés, hubo un quiebre en la estrategia proselitista de la
izquierda mundial. Cambiaron el
comunismo por el socialismo o por la social democracia o por el socialismo del
siglo XXI, y dejaron a un lado las armas y se apoderaron de la cultura y la
educación, esclavizando no ya el cuerpo sino el espíritu de las personas.
El
mensaje de Batman era el de los valores que respetan la vida, la libertad y la
propiedad del otro; el mensaje del Guasón es el culto al disvalor, a la
supremacía de los instintos, de los caprichos y del cerebro inferior, por sobre
la racionalidad y las reglas de convivencia más elementales para el desarrollo
humano.
Vos
elegís no sólo qué película vas a ver en el cine; sino que en el cuarto oscuro elegís
el modelo de sociedad en el que querés vivir.
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