Evitá a Santa Evita
Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
En un comunicado emitido hace pocos días, la
CGT solicitó a la Iglesia que "coloque
a Eva Perón en los altares" y que se haga eco del "sentir popular para felicidad de fieles y santos".
Además, los muchachos agregaron que "la figura y obra de Eva Perón
alcanzaron el justo valor trascendente para el pueblo argentino y todos los
pueblos del mundo con sed de justicia”; o sea, la posicionan a la altura de
Luther King, Gandhi o Mandela.
Luego viene la faceta de mártir al mejor estilo
Juana de Arco: "con la intención de
seguir al Señor e impulsados por la caridad, ofrecieron heroicamente su propia
vida por el prójimo, aceptando libre y voluntariamente una muerte cierta y
prematura". “Eva Perón entregó su vida en un mandato
providencial que fue la misión de rescate de la dignidad de la persona humana
en su sentido más trascendente. Síntesis de una profunda fe en su Pueblo y en
Dios que a cien años de su nacimiento continúa estando en el corazón popular y
en los altares del pueblo humilde junto a la Virgen María“.
Se sazona la mezcla con un pequeño toque
patriótico: "el renacimiento del
país se cifra en la recuperación de las fuentes espirituales de la
nacionalidad".
Y el toque final, un guiño para el compañero Papa
Francisco: "puede alumbrar el camino
si el conjunto está dispuesto a seguir las huellas de los mejores hombres y
mujeres".
Hace dos años, este Papa introdujo cambios en
los requisitos para la beatificación que ahora incluyen: martirio, virtudes heroicas, la llamada "equivalente" o la aceptación
para caridad de una muerte cierta.
Gracias a estas nuevas “reglas”, monseñor Angelelli y sus tres compañeros fueron beatificados,
a pesar de las fuertes sospechas sobre las relaciones que mantenían con el
terrorismo; relaciones propias de los militantes de la Teología de la
Liberación y del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, a las cuales
pertenecían.
Aclaro
que no justifico en absoluto los asesinatos y las torturas, pero es necesario
decir la verdad: no eran inocentes cristianos que murieron por defender la fe
cristiana.
Así, los capos de la CGT entienden que han llegado
"circunstancias únicas (que) vuelven
a otorgar a la Argentina la oportunidad" de solicitar la beatificación
de Evita, pedido que el Sindicato de Gráficos supo elevar por primera vez
inmediatamente después de la muerte de Eva Duarte y que fuese desestimado de
plano por el entonces Papa Pío XII.
Lo cierto es que Evita fue considerada por los
peronistas como “la Jefa Espiritual de la
Nación”, “la reina” y finalmente “la santa”.
El estilo en vida de Evita incluía vestidos
exuberantes, lujosos tapados de piel, joyas carísimas y más de 300 pares de
zapatos. Fue clienta de las principales casas de alta costura Argentinas y del
estilista Christian Dior.
Su muerte y la posterior odisea de su cuerpo,
se convirtió en un espectáculo macabro.
El cadáver fue expuesto por doce días en la
sede del Ministerio de Trabajo, luego se la llevó el Congreso de la Nación para
la última honra. El Gobierno encargó a
la 20th. Century Fox la filmación oficial del sepelio.
La tercera planta de la CGT fue clausurada para
el doctor Ara y su cadáver. Allí el facultativo trabajó el embalsamamiento con tal
dedicación, que ensombrecía el tratamiento recibido por la momia del propio
Lenin. El trabajo fue lento y meticuloso,
Evita quedó perfecta y nívea.
Los militares de la revolución del 55 quedaron
espantados al contemplar el cadáver. Le
cortaron algunas falanges de las manos para identificar sus huellas dactilares
y anduvieron con la muerta de cuartel en cuartel y de galpón en galpón, custodiada
por los servicios secretos del Ejército, hasta que la entregaron al Vaticano,
quien la dio cristiana y clandestina sepultura, en un enterramiento próximo a
Milán.
Finalmente, el presidente de facto Lanusse, devolvió
los restos de Eva a Perón, los que fueron depositados en el altillo de Puerta
de Hierro, Madrid.
Existen versiones (seguramente leyendas
urbanas), que aseguran que José López Rega enfrentaba a María Estela de Perón
al cuerpo de Evita, para que se “mimetizara”
e incluso afirman que se acostaba con la muerta procurando recibir sus
influjos.
Es difícil encontrar en nuestra historia, un personaje
más violento, resentido e intolerante que esta señora. Se alimentó de odio, propagó la persecución
política, el rencor hacia los “oligarcas”
y la sumisión del individuo para con el “movimiento”.
Son conocidos los maltratos que recibían los
opositores, los que pensaban distinto y los que fallaban a sus pedidos. También es sabida la compra de armas que
gestionó para formar milicias civiles con miembros de la CGT y desatar con
ellas una guerra civil si es que “tocaban”
a Perón. Aseguraba que "con sangre o sin sangre, la raza de
los oligarcas explotadores morirá sin duda en este siglo".
El primero de mayo de 1952 dio su discurso
final: "Si es preciso haremos
justicia con nuestras propias manos. Yo le pido a Dios que no permita a esos
insensatos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día! Yo saldré con
los descamisados de la patria, muerta o viva, para no dejar en pie ningún
ladrillo que no sea peronista".
Esto no parece de Beata ¿no?
Finalmente, la cereza del postre, el otro
requisito de la Iglesia: el milagro. Es
allí donde aparece el sindicalista Futurock, quien asegura tener "un montón de testimonios de gente que
le rezó a Evita y se le cumplieron los pedidos, vamos a aportarlos al Vaticano
como prueba".
Argentina (y algunos insignes argentinos
“exportados”) … país generoso.
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