Es más, en Juntos por el Cambio sólo esperaban que el milagro de la humanización de Macri en su gira de las 30 ciudades, su contacto popular, su disfonía y el típico sudor que un líder debe ofrendar a sus seguidores competía por primera vez con los fríos algoritmos y bigs data de Marcos Peña y el autorrecluído Jaime Durán Barba.
Esta vez la inteligencia humana volvió a superar a la artificial.
Otra vez la vieja política prevaleció a la nueva y no siempre buena política.
Una muestra que en una sociedad tan golpeada por los errores económicos y caída del salario real de sus propios votantes el pueblo defendió sus irrenunciables valores republicanos frente a la heladera casi vacía.
Supo sopesar la inexperiencia del “mejor equipo de los últimos cincuenta años” con los bolsillos más vacíos ante el “vamos por todo” que le quitaría su identidad ciudadana.
La parte dogmática de nuestra sabia Carta Magna Alberdiana superó a los teloneros del pasado ultrakirchnerista de 12 años 6 meses y quince días de régimen autoritario y por medio y en defensa propia equilibró una balanza que parecía ser quebrada por nuevos aires bolivarianos.
La Provincia de Buenos Aires padeció el error forzado por el marcospeñismo de no permitirle a la mejor gobernadora de su historia, María Eugenia Vidal, desdoblar la elección provincial en junio y acompañar a Macri ya ganadora tanto en la PASO como en octubre.
Frente al geométrico crecimiento político de Horacio Rodríguez Larreta que se vio reflejado en su amplia y merecida victoria junto a su ahijada política bonaerense afianzarán un polo de discusión necesario dentro de un adolescente partido político de tan solo dieciséis años.
Horrores de la soberbia inexperta de los consejeros más cercanos a Macri condenaron a Vidal a dar batalla en inferioridad de condiciones más nó a resignar su liderazgo interno en el PRO y de gran valía en Juntos por el Cambio que se consolidó como unidad opositora.
Mientras que Alberto Fernández deberá construir su poder interno junto a Sergio Massa y frente al kirchnerismo, la historia le enseña que deberá hacer la misma tarea que hizo Néstor Kirchner al asumir y comenzar el desgaste de su padrino político Eduardo Duhalde.
Pero ante a la inestabilidad política que puede sobrevenir al comienzo de su mandato, el presidente electo encontrará en la oposición y en el equilibrio parlamentario su propia base de sustentación.
Los 119 diputados nacionales de Juntos por el Cambio, más los 7 de Graciela Camaño más los 29 senadores nacionales de la nueva oposición consolidarán una democracia parlamentaria en crecimiento, frente a los fanatismos de propia tropa que deberá controlar.
Sumados los gobernadores provinciales tras la foto de Tucumán más el creciente equilibrio opositor, los alocados gritos del palco en Chacarita del domingo a la noche serán sepultados para bien de todos los argentinos.
Publicado en NOTIAR.