Aumentos por decreto: un nuevo atropello a la libertad
Martín Sáiz
Licenciado y Magíster en Recursos Humanos. Doctorando en Administración de Empresas e Historia.



 
Días atrás el Gobierno entrante anunció una medida en principio polémica: dar por decreto un aumento salarial a los trabajadores privados. Los objetivos detrás de la medida serían recuperar poder adquisitivo y frenar aumentos paritarios para que la pobreza no se dispare. Esta medida en suma a la puesta en vigencia de la doble indemnización ante despidos.  De más está decir que al igual que cuatro años atrás, “la herencia” es pesada cuando se abordan nuestras estructuras laborales. Sin embargo, en esta columna intentaré compartir porque considero esta medida un nuevo avasallamiento a la libertad que generará más problemas que soluciones.
¿Cuál sería la primera reflexión? Se vienen tiempos donde las estructuras laborales recibirán actualizaciones por imposición. Lo fue la doble indemnización, también lo será el aumento por decreto. Aquellos que amamos la libertad, jamás vamos a avalar estos comportamientos. Sin embargo, tal vez lo que nosotros pensemos no importe mucho. Pero sí importará lo que el mercado y sus agentes interpretarán. Así como el cepo cambiario del gobierno anterior y medidas inexplicables del actual como el recargo del 30% a compras en el exterior sin ajuste alguno en las estructuras políticas generaron la aparición de nueve cotizaciones distintas del dólar, el mercado laboral seguramente interpretará lo suyo. Si las barreras de egreso se duplicaron, la incorporación de nuevos trabajadores se reconsidera al tiempo que los rendimientos internos decaen ante la tranquilidad de la salida costosa. En la misma línea, un aumento por decreto sumará un nuevo ítem de costo laboral a un país que sigue posicionado como el más caro de toda la región con una presión tributaria del 57% sobre el ingreso bruto.
¿Una segunda reflexión? Seguiremos perdiendo competitividad como país, y retracción económica por ahogar cada vez más a las pymes en vez de ofrecerles libertades para operar y salir adelante. Varios referentes del gobierno argumentaron que el aumento por decreto busca recuperar poder adquisitivo de aquellos trabajadores de sectores que perdieron mucho en los últimos años. Como si los empresarios de esos sectores, los que de manera genuina y productiva ofrecen trabajo, no hayan sufrido pérdidas o hayan puesto sus empresas al borde de la desaparición. La mirada oficial me resulta parcial, inclusive cuando tampoco pareciera claro si el aumento a los privados comprende solamente a los trabajadores encuadrados en convenios colectivos, cuando también los hay fuera de convenio.
Resulta paradójica esta tercera reflexión: ¿los ajustes ahora los hacen los generadores de trabajo y no los agentes de control? La propuesta de aumentos por decreto para recuperar poder adquisitivo podría tomarse a cuenta de futuros aumentos en la paritaria. O sea, aumento ahora y absorción después. En esta misma línea esos referentes pretenden que las empresas no trasladen a precios los aumentos por decreto, toda vez que nuevamente entrará en vigencia el sistema de precios cuidados.
En resumen la doble indemnización, los precios cuidados, los aumentos por decreto y vaya a saber cuántas medidas más vendrán, no son más que medidas contrarias a la libertad y propias de ideas que no entienden los beneficios derivados de las interacciones libres de ofertas y demandas en la búsqueda de la máxima expresión de cada agente a partir de la mera competencia. Aquellos que lideran el mundo, siendo ejemplos de progreso en todas sus facetas institucionales, no toman estas medidas. De hecho, invierten tiempo y recursos en pensar cómo deberán ser los trabajos en el corto plazo para combinar nuevas tecnologías y personas. Todo en búsqueda de mayores rendimientos y aumentos de competitividad.
En un escenario de 10% de desempleo y 40% de pobreza, sé que resulta complicado debatir estos temas futuristas. Más no resulta inviable sino imprescindible, debatir que las estructuras laborales argentinas necesitan mayor libertad y no imposiciones para generar nuevos trabajos y mejores calidades.
Muchas veces el objetivo puede resultar noble ¿quién pudiera estar en contra de un aumento en el ingreso de los que menos tienen? Creo que ni el más extremo liberal estaría en desacuerdo. Sin embargo, muchas veces las maneras pueden generar más problemas que soluciones. Imponer, restringir o aumentar presiones, puede resultar contraproducente porque la historia económica nos enseña que eso nunca es bueno. Siempre el mercado y sus fuerzas en interacción harán lo suyo. Nunca un Gobierno pasajero, fue exitoso cuando quiso intervenir. Y aquellos gobiernos pasajeros que lo entendieron, lideran el mundo aplicando ideas asociadas a la libertad. Como siempre, vale citar al intelectual más exquisito de nuestra historia: “¿Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro: que no le haga sombra.”
 
 

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